Siempre nos quedará Leonor 3

Acaba de salir a la luz que el padre de la Reina Sofía, Pablo I de Grecia, tuvo una aventura homosexual con uno de los gigolós más famosos de su época (Denham Fouts). Estas cosas son genéticas así que ya estoy yo haciendo elucubraciones sobre cuál de las dos princesas será bollo (Leonor o Sofía) y cómo dar un braguetazo porque el amor no tiene edad y los casi 30 años que nos llevemos cuando estén en edad de merecer no tendrán importancia. España puede estar tranquila porque una ínfima parte del presupuesto que la Leti se gasta en cirugías me lo gastaré yo en ropa de mi Agatha Ruiz de la Prada y el resto irá a campañas contra la violencia doméstica, de prevención de Sida & enfermedades e infecciones de transmisión sexual y (yo siempre arrimando el ascua a mi sardina) prevención de la lesbofobia. Me imagino además el drama familiar cuando Leonor (o Sofía) salga del armario y le diga a la abuela: “yaya ¿no querías caldo? pues toma: dos tazas”. Qué momentazo. Aunque al principio pensé que las declaraciones de la Reina podían haberse sacado de contexto o que la mujer estaba chapada a la antigua, ahora empieza a cuadrarme a mí que sea homófoba. El padre pudo ser uno de esos homosexuales con homofobia internalizada – de los que se casan, son muy machos, tienen hijos y les cuentan chistes de maricones y camioneras (que los había, los hay y los seguirá habiendo mientras no se acabe con la cultura del macho heteropatriarcal). Estoy de verdad emocionada y todo ¿eh? ¿y lo monas que vamos a estar las dos subidas en una carroza en Chueca? Claro que habrá que repartir el tiempo entre Madrid y Nueva York, que también nos tocará bajar por la Quinta Avenida en el Día del Orgullo. Un año allí y otro aquí. Ya lo estoy viendo.

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