Alucina vecina

Es alucinante el número de mujeres que me cruzo todos los días corriendo solas. Sí, nuestro vecindario es tranquilo. Sí, no hay crímenes. Sí, las casas y las calles son como de película... Pero los violadores no sólo atacan a las 2 de la madrugada en barrios de mala muerte. Los violadores no sólo son hispanos o afroamericanos. Cualquiera de los vecinos ítalo-judío-irlandeses de nuestra zona blanca nuclear puede pillarlas una mañana, violarlas, matarlas y tirar sus cuerpos en cualquier cuneta sin llegar tarde al trabajo. Con el reclamo de tener una universidad llena de niñas rumbosas a la vuelta de la esquina cualquiera de esos padres modelo de nuestro vecindario a los que se le van los ojos detrás de tanta teta y tanto culo trotando alegremente con una camiseta de dicha universidad o cualquier hombre de cualquier otra zona, vecindario o ciudad puede darse una vuelta con su furgoneta, coger a una de estas mujeres que salen a correr solas, darle un golpe en la cabeza, meterla en su furgoneta, llevársela a su casa y nunca más se vuelve a saber de ella. No se trata de ir paranoica perdida por la vida, pero sí de tomar precauciones básicas como correr con una amiga, no llevar el iPod enchufado en los dos oídos o no recogerte el pelo en una coleta por muy incomodo que sea correr con el pelo en la boca. No entiendo cómo yo, que soy alérgica al footing, sé todas estas cosas y ellas o no las saben o se las pasan por el forrillo.

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