Hay gente pa’tó

Un restaurante australiano ha tenido que indemnizar a un hombre ciego con $1,400 porque un camarero le negó la entrada al local en mayo del año pasado. El restaurante tiene carteles donde indican que los perros guías están permitidos y en sí ese no era el problema. Lo que pasó es que una acompañante del ciego le dijo al camarero que iban a entrar con el perro guía de su amigo pero el camarero entendió que el perro era gay y se negó a sentarlos. Quizá estemos ante el primer caso de homofobia canina de la historia. En el juicio el camarero ha dicho que todo fue un malentendió, que pensó que la acompañante del ciego le dijo que el perro era gay y que no quiso servir a una persona que hubiera castrado al perro para hacerlo gay. En definitiva, que el camarero estaba sordo como una tapia y además es gilipollas por pensar que a los perros se les vuelve homosexuales al castrarlos.

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