Muerte de un sin techo

Hugo Alfredo Tale-Yax es un sin techo que ha muerto desangrado en plena calle en Queens, Nueva York. Las cámaras de seguridad de un edificio cercano muestran a una mujer que estaba siendo seguida por un hombre sospechoso. Hugo Alfredo los seguía a los dos. Se cree que se interpuso entre ese hombre y la mujer, impidiendo que la asaltara y que a cambio se llevó no se cuántas puñaladas. Todo son conjeturas porque el ataque ocurrió fuera de cámara. Hugo Alfredo se desplomó delante de un edificio y la policía tardó hora y media larga en encontrarlo porque, de las tres llamadas recibidas, dos habían dado una dirección equivocada. La muerte de Hugo Alfredo ha saltado a las televisiones y periódicos de medio mundo como ejemplo de la falta de sensibilidad y humanidad de los neoyorkinos porque desde el ataque hasta que llegó la policía no sólo pasó hora y media larga sino que pasaron unas 25 personas a su lado prácticamente sin mirarlo a la cara. En el vídeo de seguridad se ve a un niñato que le hace unas fotos con el móvil y a un hombre que se agacha y lo zarandea, pero no se ve a nadie que se moleste en preguntarle qué le pasa, si necesita ayuda ni llamando a la policía.

Qué escandalazo ¿no? Pues no. Las cosas como son: yo si no veo un charco enorme de sangre o no me lo encuentro convulsionando tampoco me paro. Nueva York está lleno de loc@s y está el patio como para fiarte de cualquiera. Es normal verlos en la calle hablando solos y/o durmiendo la mona. Lo lógico – repito: si no ves sangre o convulsiones – es pensar que este señor estaba durmiendo la mona o hasta arriba de vete a saber qué y apretar el paso. Ahora todo el mundo quiere ser más bueno que la Madre Teresa de Calcuta y apuntar con el dedo a las personas que salen en el vídeo sin hacerle ni puñetero caso pero ya me gustaría verlos a ellos al lado de un mendigo no ya camino del trabajo por la mañana sino a cualquier hora en la calle o en un comedor para sin techos. A ver cuánto les dura la fase Madre Teresa y por donde acabarían metiéndose la superioridad moral de la que presumen estos días.