Valentinos de autobús

El otro día camino de Manhattan me quedé completamente alucinada al ver que la rutina de “hola princesa ¿a dónde vas tan solita?” les funciona. En cuatro paradas de autobús el Rodolfo Valentino de turno ojeó al personal, eligió a su víctima, se sentó a su lado, le dijo eso que os digo de a dónde vas tan solita, averiguó su nombre, si estaba casada o soltera, si tenía hijos, de qué país era y remató la jugada pidiéndole el número de teléfono. Número que la otra le dio con una sonrisa de oreja a oreja. Nada más bajarse ella del autobús, él fue a por una segunda víctima, le soltó exactamente lo mismo y la otra le dio su teléfono. Oyes qué alegremente da aquí la gente su información personal y qué penita y qué asquito que al haber mujeres que mojan las bragas cuando les dicen “bonitos ojos” el resto tengamos que aguantar a estos pesados.

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