Lola Castro: "Da mal rollo hablar de hambre ante esta comida"
© Lola
Castro, Georgina Higueras, El País
Fuente:
http://elpais.com/diario/2010/09/01/ultima/1283292002_850215.html
Lo
primero que me advierte esta canaria que dirige el Programa Mundial de
Alimentos (PMA) en Mozambique es que no quiere "un restaurante de
superlujo" y, una vez acordado el sitio, dice que en lugar de carta
prefiere el menú del día. Lola Castro lleva dos décadas luchando contra el
hambre de otros y le duele sentir cómo cada día se hace más grande el abismo
que separa a ricos de pobres. "Hablar de hambrunas delante de esta
suculenta ensalada da mal rollo", apunta casi con vergüenza, al recordar "el
desfile de esqueletos desnudos y niños envueltos en pieles de cabra que se
derrumbaban al llegar a los campamentos de la ONU" en el sur de Sudán en
1998.
Pero
Castro está encantada con su trabajo. Ha aprendido que en cuanto se mata el
hambre y la vida vuelve a circular por las tripas y las venas, la gente se
llena de aspiraciones. "De pronto descubren el futuro y tienen
necesidades, como llevar a los niños a la escuela, desarrollo... Cuando
trabajas con la ONU, sabes que puedes dar respuesta a las aspiraciones de los
olvidados y eso engancha".
El jefe
de Comunicación del PMA que la acompaña deja muy claro que con los 21 euros que
cuesta cada menú del restaurante, esa agencia de la ONU da de comer a 100
niños. Y añade que aunque el PMA alimenta actualmente a 100 millones de
personas, son solo el 10% de las que padecen hambre en el mundo.
Castro
comenzó su trayectoria laboral con la Agencia de Cooperación Española en
Malaui, en 1993. "Me dieron una moto y 14 campos con 145.000 refugiados,
huidos de la guerra en Mozambique, que tenía que supervisar", comenta aún
sorprendida de aquella aventura que la llevó definitivamente a saltar al campo
del "ser útil" y a unirse al PMA.
Eran
años de esperanza, los acuerdos de paz de Mozambique se firmaron en 1992 y al
final del año siguiente la mayoría de los refugiados en Malaui optaron por
volver. "Allí nos encontramos todos partiendo de cero: los refugiados que
volvían, el Gobierno que empezaba, las organizaciones internacionales que
llegábamos y el país reducido a ruinas por 20 años de guerra".
Ahora,
como si quisiera completar el círculo, ha vuelto a Mozambique. "Los
cambios son notables; en educación hay muchas más posibilidades y el Gobierno
tiene capacidad para organizar los asuntos sociales, pero sigue existiendo un
44% de niños con malnutrición y el sida, que antes no existía, hace estragos en
el sur del país, con provincias como Gaza, en las que el 27% de los habitantes
tiene la enfermedad".
Y
mientras disfruta del cordero -"está delicioso"-, le satisface contar
que España donó en junio pasado un millón de euros para luchar contra esos
males que atenazan a esa antigua colonia portuguesa.
La
pasión africana de Lola Castro se la trajo el siroco que de vez de cuando
soplaba por su mundo infantil. "De niña le preguntaba a mi madre qué era
eso del siroco del que todos hablaban, y ella me decía que era un viento que
venía de África, y, pese a estar en Canarias, me parecía un continente muy
lejano. Ahora esa distancia ha desaparecido", cuenta. Y con una sonrisa
rechaza las tartas que le ofrece el camarero: "No puedo más. Solo un zumo
de naranja".
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