Prostitución visible e invisible

Una fan quería que subiera al blog una foto de tres mujeres sujetando un folio que reza: “si permites la prostitución tu hija puede ser prostituida”. Ha ido a dar con la persona menos indicada porque no sé qué tiene de malo ser prostituta. Me parece un trabajo tan digno como otro cualquiera, muchísimo más peligroso y nada fácil. No debo yo estar muy bien de la cabeza porque que mi hija el día de mañana me diga que es prostituta no me asusta. Lo que me asusta es que me diga que deja los estudios, se casa con un cazurro y va a ser su esclava el resto de su vida. A ojos de la sociedad una ama de casa es más respetable que una prostituta, pero la prostituta es mucho más independiente – para empezar maneja su propio dinero y a día de hoy hay muchísimas amas de casa que no saben lo que es un banco, una tarjeta de crédito o de debito porque los maridos les dejan el dinero justo para lo que tienen que gastarse en comida, en ropa o en lo que sea siempre y cuando haya una explicación previa. Es decir, tu marido cree que es tu padre, que te da una paga según o no le parezca que el gasto está justificado porque tú, tengas la edad que tengas, no sabes tomar decisiones por ti misma ni mucho menos administrar el dinero familiar. Y no hablo de mujeres de 50 o 60 años que mamaron eso durante el franquismo, te hablo de mujeres de mi edad o más jóvenes. ¿Hay derecho a eso?

Pero claro, lo que cada pareja haga dentro de su casa, mientras no deje marcas en la cara o no despierte a los vecinos a media noche, no es asunto de nadie. Lo que está de moda es prohibir la prostitución. ¿Acaso la trata de personas es legal? ¿no se sigue traficando con niñas, adolescentes y mujeres de todas las edades tanto para prostituirlas como para esclavizarlas (empleadas domésticas) como para vender sus órganos en el mercado negro? Entonces ¿qué se solucionaría prohibiendo la prostitución? Absolutamente nada, por algo la llaman “la profesión más antigua del mundo”. La prostitución seguirá existiendo hasta después de que nosotras, nuestras hijas y nuestras nietas se mueran. Ilegalizándola lo único que se consigue es que las prostitutas dejen la calle, que se metan en microguetos o en tugurios donde estén aun más expuestas a las mafias que trafican con mujeres y que sean todavía más reacias a ir al hospital o a la policía si las maltratan o extorsionan.

Por descontado, lo que hay que prohibir es la prostitución organizada y/o proxenetismo. Pero a las mujeres (y hombres!) que se prostituyen o se les deja en paz o se les escucha. La que quiera salir de la prostitución, que tenga opciones reales (¿merece la pena dejar de prostituirte para ser barrendera o cuidar niños por una miseria?). La que quiera seguir ejerciendo, que tenga las mismas garantías que el resto de ciudadan@s con trabajos “respetables” (seguridad social, pensiones, educación, vivienda, etc). La que quiera meterse en el negocio, que sepa que además de ONGs puede ir a la policía o a un hospital a pedir ayuda si la necesita.

Volviendo a la foto de marras, nuestras hijas pueden ser prostituidas en cualquier momento. Basta con que vayan por la calle, pare un tío en una furgoneta, las coja y se las lleve a un burdel clandestino. Basta que el novio o el marido esté metido en drogas o endeudado hasta el cuello y se las apueste. Basta con que el padre las apalabre con un primo lejano o con un hombre con poderío en el pueblo que sea. Tan simple y tan rápido como eso. ¿Qué pasa? Que de estos casos no se habla – a las madres de chicas secuestradas se las silencia ("su hija se ha ido de casa por decisión propia y usted está loca señora"), las mujeres violadas por camellos o compañeros de póker de sus parejas no lo cuentan alegremente, las casadas por satisfacer a los padres apechugan con lo que echen porque les han lavado el cerebro desde pequeñas para obedecer la autoridad paterna... De todo esto no se habla pero, si me apuras, son formas de prostitución mucho peores de la que se ve en las esquinas y que tanto miedo da a alguna gente.

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