Modesta "Moreca" Vergara

* *sacado de "Abuelas de la Plaza de Mayo", una publicación mensual de las Abuelas de la Plaza de Mayo que me ha pasado una amiga.

Por Luciana Guglielmo

- Modesta Vergara tuvo la suerte de encontrar a su nieto. Su hija María Teresa Vedoya, su yerno Hugo Suarez y el hijo de la pareja, Marcos, fueron secuestrados por la última dictadura militar entre los meses de octubre y diciembre de 1976. En septiembre de 2006 Marcos recuperó su verdadera identidad.

El deseo de la Abuela Modesta se hizo realidad. Después de 30 años de una búsqueda incansable, llegó el momento tan soñado. Aquel pequeño al que había tenido en brazos durante los primeros meses de vida, volvió al hogar convertido en un hombre, en busca de una nueva familia, una nueva historia, una nueva vida.

Cada dolor transcurrido, cada lágrima derramada, cada puerta que se cerraba durante aquel peregrinaje angustiante, cobraron otro sentido a partir de la vuelta de Marcos. Todos aquellos golpes y piedras en el camino hoy duelen menos y, sin duda, el encuentro contagia más esperanza, más alegría y más ganas de trabajar para que los nietos sigan regresando a los brazos de estas maravillosas mujeres que saben esperar sin dejar de imaginar con ese abrazo atesorado por años para sus nietos.


MORECA

Modesta Vergara –“Moreca” como le dicen– tiene 82 años, es bajita y robusta. Su piel trigueña y sus ojos negros transmiten una profunda felicidad. Nació en Ituzaingó, provincia de Corrientes, donde su papá era capataz de estancia, por eso la infancia la pasó en el campo. No le gustaban mucho los trabajos pesados que allí se hacían, entonces solía esconderse para que no le dieran tareas para hacer. Recuerda que una vez la mandaron a juntar la espiga del maíz y se puso a llorar. Como a su papá le dio tanta pena, la dejó ir sin terminar su labor.

En el campo conoció a su gran compañero en la vida: Luis Rodolfo Vedoya. Ambos vivían en la misma estancia(“San Joaquín”) y fue allí donde nació el amor. Al poco tiempo se casaron y se fueron a vivir a La Plata, la ciudad de las diagonales. Cuando la Abuela habla de su esposo, no tiene más que palabras de admiración hacia él. Lo recuerda como un hombre agradable, al que todos le tenían mucho respeto y cariño. Trabajó un tiempo en una fábrica y sus compañeros lo eligieron como delegado. Era una persona con buenas ideas y “don de gente”. No toleraba las injusticias. Y por defender a un compañero, lo despidieron.

Los hijos no tardaron en llegar. Nada más ni nada menos que ocho. Cuando se remonta a la infancia de sus hijos, recuerda escenas muy alegres y divertidas. Ellos vivían en una casa con un fondo grande, donde los varones armaban partidos y a pesar de que le rompían las plantas o le arruinaban la pared, Moreca era feliz viéndolos divertirse. Mientras tanto, las nenas jugaban con sus amiguitas. La casa siempre estaba repleta de chicos, de mucha vida, risas y alegría.


TERESA

Al contrario de Moreca, que admite ser un poco conservadora, su hija Teresa siempre fue muy liberal. Estaba rodeada de amigos que la querían mucho. Le gustaba salir e ir a bailar. Esos eran los motivos por los que discutía bastante seguido con su madre.

Durante la adolescencia conoció a Hugo. Ambos militaban en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y luego pertenecieron a la organización Montoneros. Los dos estudiaban medicina. Estuvieron un tiempo de novios y finalmente se casaron. Teresa ya estaba embarazada de Marcos. El pequeño trajo alegría a toda la familia. Sus papás estaban felices y orgullosos de su varoncito. Hacía poco tiempo que la dictadura estaba instalada en el país y la familia Suárez, como tantos otros jóvenes que pensaban diferente, fue víctima del plan sistemático de desaparición de personas. Teresa fue secuestrada el 20 de octubre de 1976 en el partido bonaerense de San Martín. Entre el 8 y el 10 de diciembre de 1976, Hugo y Marcos corrieron con la misma suerte. Pudo saberse que Teresa permaneció detenida en la ESMA. En cambio, no puede precisarse con seguridad si Hugo estuvo detenido allí o en Campo de Mayo.

A partir de aquel golpe tan duro, Moreca comenzó una búsqueda incansable junto a su familia. Visitaron hospitales, ministerios e iglesias, pero como en todos los casos, siempre les dieron la espalda.


EL REENCUENTRO

Marcos fue apropiado por una enfermera de Casa Cuna en Capital Federal. Desde ese día se llamó Gustavo y creció con una historia que le era completamente ajena. Pasó el tiempo, las dudas fueron cada vez más y, apoyado por sus amigos, el joven decidió buscar su verdad. El 30 de marzo de 2006 se presentó en la casa de las Abuelas. El 4 de abril acudió a la CONADI y en junio se realizó los análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos. El 12 de septiembre, los resultados confirmaron que se trataba de Marcos Suárez Vedoya. Después de 30 años, volvía a nacer.

Aquel abrazo con Moreca fue raro, según lo describe Marcos.“Físicamente era alguien extraño”, relata, pero en algún lugar había un reconocimiento con aquellos brazos que lo alzaron de bebé. El lazo se hizo fuerte. Mantuvieron largas charlas donde Teresa y Hugo estuvieron presentes. Marcos necesitó saber y Moreca necesitó contar la historia. Juntos vieron fotos, se contaron anécdotas y se fueron conociendo el uno con el otro. La Abuela no solo recuperó a su nieto, también conoció a sus bisnietos: Lucas y Agustina.


Hoy Marcos tiene una familia enorme. Además de una historia propia, un nombre, una identidad y una Abuela que está feliz de tenerlo a su lado.

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