Las secuelas del incesto y abuso sexual
© Gioconda
Batres Méndez
* *
Para leer otros artículos y ponencias de Gioconda Batres Méndez sigue este
enlace: http://www.giocondabatres.com.
Desde
1985 David Finkelhor propone un marco para un entendimiento más sistemático de
los efectos del abuso sexual infantil. El modelo propuesto postula que la
experiencia del abuso sexual puede ser analizada en términos de cuatro factores
traumatizantes, el día de hoy, especialmente mencionaré lo que él llamó la
sexualización traumática que se refiere al proceso en el cual se le da forma a
la sexualidad de una niña, incluyendo tanto los sentimientos sexuales como las
actitudes sexuales, en una manera inapropiada en términos del desarrollo; y
disfuncional en términos de la interpersonalidad, como resultado del abuso
sexual. Esto puede manifestarse en una gran variedad de formas a lo largo del
abuso. La sexualización traumática puede ocurrir cuando una niña es premiada
repetidamente por su ofensor por un comportamiento sexual que es inapropiado
para su nivel de desarrollo. Ocurre por medio del intercambio de afecto,
atención, privilegios y regalos por el comportamiento sexual, de tal manera que
la niña aprende a utilizar el comportamiento sexual como una estrategia para
relacionarse con otros. Ocurre cuando ciertas partes de la anatomía de la niña
se le da cierto carácter de fetiche, una importancia y significado
distorsionados. Ocurre por medio de las concepciones erróneas y las confusiones
acerca del comportamiento sexual y de la moralidad sexual que el ofensor
transmite a la niña. Y pasa también cuando algunos recuerdos y eventos que lo
atemorizan mucho son asociados en la mente de la niña con la actividad sexual.
Las
experiencias del abuso sexual pueden variar dramáticamente entre una niña y
otra. Las experiencias en las que el ofensor hace un esfuerzo para estimular,
la respuesta sexual de la niña, son probablemente más sexualizadoras que
aquellas en que el ofensor usa a una niña en forma pasiva para masturbarse. Las
experiencias en las que la niña se le incita a participar son probablemente más
sexualizadoras que aquellas en las que se utiliza la fuerza bruta, sin embargo,
aún con el uso de la fuerza, puede ocurrir una forma de sexualización
traumática como resultado del miedo que se asocia con el sexo inmediatamente
después de tal experiencia. El grado de comprensión de la niña también puede
afectar el grado de sexualización. Las experiencias en las que la niña por su
temprana edad o por su nivel de desarrollo no entiende las implicaciones
sexuales de las actividades, pueden ser menos sexualizantes que aquellas que
implican una mayor comprensión. Las niñas que han sido sexualizadas en forma
traumática emergen de sus experiencias con repertorios inapropiados de su
comportamiento sexual, con confusiones y concepciones erróneas acerca de sus
conceptos del sexo y con muchas asociaciones inusuales entre emoción y
actividad sexual (Finkelhor, 1985).
La
experiencia del abuso sexual puede repercutir en la vida adulta en todas las
fases de la vivencia sexual. Es frecuente que la mujer víctima de incesto no
experimente deseos sexuales afirmando que no siente nada o rechazando todo lo
relacionado con la sexualidad y el cuerpo. También se pueden dar problemas con
el orgasmo y la excitación.
En
otros casos, puede ocurrir que la mujer disfrute haciendo el amor pero tenga
problemas con determinada posición o con el contacto oral-genital. Algunas de
las secuelas pueden ser: miedo a hacer el amor, no poder sentir, disociación,
rechazo del propio cuerpo, rechazo de la sexualidad, conductas sexuales
compulsivas, actividad sexual precoz, comportamientos sexuales agresivos,
promiscuidad, prostitución, fobia a la intimidad sexual.
Secuelas
observadas más frecuentemente en 100 casos atendidos en mi consulta privada
entre 1992 y 1995 de tipo: conductuales, emocionales, relacionales y problemas
físicos.
Comments
Post a Comment