Micaela Navarro: Las otras víctimas
© Micaela Navarro,
El País
Hay veces que
sumar no es fácil. Y eso es lo que ocurre con las mujeres víctimas de violencia
de género. Cada día se siguen sucediendo nuevos episodios de malos tratos.
Algunos, demasiados, terminan con la muerte, pero hay muchísimas mujeres que
viven la violencia de manera silenciosa, que tienen miedo, vergüenza, que están
amenazadas y que desconocen que pueden recibir ayuda. Mujeres que no saben de
la existencia de algunos de los más de 1.800 recursos que existen en Andalucía,
para ellas, para ayudarlas a salir de su pesadilla.
Generar un clima
de confianza en las víctimas hacia las instituciones no solo es nuestra
obligación, es además una responsabilidad institucional, que ha de venir
acompañada del compromiso del ámbito más cercano a las víctimas y de toda la
sociedad, porque nadie puede estar al margen de esta lucha que afecta a los
derechos fundamentales de las mujeres y de las personas que la rodean. Porque
la violencia de género tiene también efectos terribles para los hijos y las
hijas.
Por ello, este 25
de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la
Mujer, hay que seguir recordando a las víctimas, sensibilizando a la sociedad,
para cumplir con esta responsabilidad compartida en esta lucha y reivindicando
una vez más el derecho a la igualdad entre mujeres y hombres. Pero sobre todo,
hoy quiero que sea un día para recordar a todos los niños y las niñas que
sufren este tipo de violencia.
No podemos olvidar
que los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia pueden acabar siendo
víctimas directas de las agresiones, y en algunos casos, desgraciadamente, con
resultado de muerte. Son situaciones que generan además violencia psicológica,
fruto del abuso emocional que supone ser testigos de la violencia sobre sus
madres, generando secuelas tanto a corto plazo con cuadros de estrés, angustia
o ansiedad, como a largo plazo, dando paso a conductas aprendidas en su
infancia como la sumisión de las hijas respecto a sus parejas y la reproducción
de los roles maltratadores en los varones.
El Gobierno
andaluz lleva años trabajando en el abordaje integral de esta problemática. El
instrumento ha sido nuestra Ley contra la Violencia, que ha permitido generar
una mayor seguridad para las mujeres víctimas de violencia y sus hijos e hijas,
ofreciendo una serie de medidas de protección integral frente al maltrato. No
en vano, Andalucía fue pionera en poner en marcha el servicio gratuito de
atención psicológica a hijos e hijas de mujeres víctimas de violencia de género
con el objetivo de mejorar el bienestar psicosocial y atender las necesidades
educativas de estos niños y niñas, con la finalidad de prevenir posibles
comportamientos violentos en el futuro a causa de los episodios de malos tratos
que han presenciado.
Y siguiendo con
esta línea de trabajo, los próximos días 29 y 30 de noviembre, la Junta de
Andalucía organizará en Sevilla el II Congreso para el Estudio de la Violencia
contra las Mujeres, que en esta ocasión estará centrado en la intervención
multidisciplinar con menores y adolescentes víctimas de malos tratos.
No obstante, para
seguir dando pasos como estos, necesitamos seguir contando con el apoyo
fundamental de las familias, los medios de comunicación y la escuela, y evitar
perpetuar la mentalidad machista que justifica la violencia de género y la
estructura patriarcal en la que se sustenta.
Pero abordar la
violencia también requiere remover las raíces mismas de la sociedad, por la
profunda huella que siglos de desigualdad han dejado en nuestra conciencia
social. En el terreno económico, en el político, en el familiar, en el social y
en el cultural, aspiramos a otro modelo de convivencia.
Por eso es
importante el trabajo que estamos desarrollando en el ámbito de los valores,
educando en igualdad. Trasladando a las generaciones más jóvenes que hay otro
sistema de convivencia entre hombres y mujeres, otra forma de relacionarse
desde el respeto. Esta es la senda por la que podemos avanzar y para ello
pueden contar con el incondicional compromiso del Gobierno andaluz y con el mío
propio.
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