Lesbofobia en Chile

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Fuente: http://ideassingenero.wordpress.com/2011/11/26/violencia-en-contra-de-lesbianas-de-silencios-muerte-e-impunidad/

VIOLENCIA EN CONTRA DE LESBIANAS: DE SILENCIOS, MUERTE E IMPUNIDAD

Este año fue asesinada una mujer en La Pintana, en la región metropolitana chilena. Algunas lesbianas que vieron la noticia en canal 13 se inquietaron, pues el periodista aludió explícitamente a la muerte de una mujer que por defender a su pareja -otra mujer que estaba con su hijo- había sido asesinada.

De inmediato indagamos en lo ocurrido. Otras activistas lesbianas no habían escuchado nada al respecto; sólo Erica Montecinos la directora de RS algo escuchó y el Programa de radio Gatas en fuga relató lo sucedido. Un paso lógico fue revisar las noticias al respecto, sin embargo, allí no encontramos nada.

La conversación que se vino después fue harto angustiosa. La impotencia se instaló como agrio sabor. La violencia a lesbianas fue lo que se nos instaló en la cabeza con la rudeza que tiene la vida diaria para muchas de nosotras, porque aún hoy, para una mayoría no es fácil ser lesbiana y vivir como tal.

La Sandra es tan buen ejemplo de lo que ocurre con nosotras. Fue asesinada. Fue enunciada como lesbiana en la noticia, pero al rato todos los indicios sobre esto desaparecieron. Su asesinato se convirtió en la crónica roja que describía la violencia de los narcotraficantes en los peludos barrios marginales de la capital.

El caso de la Sandra es el típico caso de violencia patriarcal heterosexista que detona la irracional y enferma conducta masculina. De este caso nos interesa demostrar cómo opera la violencia a través de la exclusión que significa la invisibilidad.

Para ello pegaremos la noticia que canal 13 publicó en su página. En cada párrafo haremos algunos comentarios.

“Sandra Ávila, de 30 años, es la mujer que anoche se convirtió en nueva víctima de la violencia en La Pintana. Eran las 19 horas cuando una treintena de niños y jóvenes compartían en un paradero. Entre ellos 4 jóvenes que comenzaron a hostigar a la pareja de Sandra que jugaba con su hijo.

En este párrafo se habla sobre la pareja de Sandra que jugaba con su hijo. Si se dan cuenta el nombre de la pareja no se menciona. Es más, es la única alusión que se hace de ésta. Esto es significativo, pues si Sandra murió por defender a su pareja, lo común que ocurre en estos casos, es que dicha pareja sea mencionada. La pareja desaparece -como se darán cuenta en lo que sigue de la noticia- para dejar un espacio que sólo será llenado por su familia. Bien sabemos que es común que las familias no deseen que se mencione públicamente que tienen una hija lesbiana. Es un desafío interesante el recopilar noticias de violencias similares y observar cuando se omite o se menciona a una persona, enfatizando el sexo. Se darán cuenta que la invisibilidad afecta más a los cuerpos femeninos.

La mujer bajó desde su departamento y enfrentó al grupo, llegando incluso a los golpes. Tras esto los jóvenes se retiraron, pero minutos más tarde todos volvieron en un automóvil y comenzaron a disparar.

Es difícil imaginar en barrios bravos a una mujer defendiendo a su pareja hombre. La masculinidad imperante no haría ver bien esa situación. Es una cuestión cultural. Si la Sandrita se enfrentó -incluso a golpes- podemos observar un modelo típico de lesbiana masculina defendiendo a su pareja. Ahora- asumiendo que era una mujer como las noticias iniciales lo indicaron- ¿por qué un grupo de hombres violentos la hostigarían si estaba con su hijo?. Bien es sabido que es un código ético en las poblaciones chilenas no atentar en contra de las madres. ¿Entonces?. Pues bien, esta madre no cabe duda, era especial. ¿No es este hostigamiento la típica conducta lesbofóbica que en más de alguna oportunidad nos ha afectado de diversos modos?. Estos pobres se enfrentaron con Sandra. Ella los espantó, lo que sin duda, constituye para un macho violento una ofensa de las más agresivas. Sólo eso justifica los disparos a Sandra. Vale decir, que matar a una mujer en esas circunstancias, no es un punto brillante en el currículum de un delincuente y el currículum de un choro es algo que se protege. Sólo una lesbiana y los prejuicios heterosexistas sobre ésta, podrían justificar ese acto.

Dos disparos en el tórax causaron la muerte de esta mujer en el Hospital Padre Hurtado. Los vecinos enfrentan este tipo de violencia a diario en la Villa Magdalena 1. Anoche amigos y familiares hicieron una velatón en recuerdo de Sandra, con la esperanza que los autores de su homicidio, sean detenidos cuanto antes.

La pareja de Sandra, es decir, la pareja por la cual ella dio su vida, desapareció. En lo que viene de esta noticia ella ni siquiera es nombrada; tampoco el estado de su hijo. En la mayoría de los casos -similares a éste- la pareja, la deuda es entrevistada o mencionada. Su invisibilización corresponde a uno de los mecanismos que de modo más recurrente se aplica a lesbianas. No existimos, por eso no tenemos derecho a construir y reconstruir los derechos.

Los vecinos dicen conocer al presunto autor de los disparos. Lo vinculan a una familia de narcotraficantes, que -según dicen- suele imponer sus normas en esta villa en base a la violencia.

Son pocos quienes se atreven siquiera a hablar de ellos, pero el apodo del “Pulga” como posible autor del homicidio se repite entre testigos y también en los antecedentes que maneja la policía.

La familia de la víctima inició los trámites para el retiro de su cuerpo desde el servicio médico legal, sólo esperan que pronto existan detenidos y de esta manera poder aplacar en parte el dolor por esta pérdida.

Estos tres últimos párrafos sólo movilizan el ideario de otro asesinato en una población violenta. Como las lesbianas desparecieron de la noticia, la conducta lesbofóbica nunca existió. Se expone de este modo el ocultamiento de las reales causas de este asesinato, lo que demuestra que existe una violencia tan naturalizada a las lesbianas que inhibe que existamos en la memoria de este país.

En síntesis: La invisibilidad no es un concepto que se manosea a diestra y siniestra, es un mecanismo de exclusión, que facilita que se reproduzca la violencia y el círculo vicioso que la naturaliza cuando se expresa en sujetas que son inferiorizadas por el modelo machista. De este modo, el silencio es un enemigo que nos acecha; que oculta nuestras muertes dejándolas en total impunidad.

En el día de la violencia en contra de la mujer, que lo someramente indicado, no se le olvide a nadie.


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