Eva Giberti: "A mi 'prostitución infantil' me rompe la oreja"
Fuente: http://lasvictimascontralasviolencias.blogspot.com/2011/12/entrevista-dra-eva-giberti-mi.html
Dra. Eva. Giberti:
Mi función está dada por ser la coordinadora del programa Las Víctimas contra
Las Violencias, que inicialmente arrancó en el 2006 por llamado del Dr. Aníbal
Fernández –que era Ministro del Interior― y a pedido del Dr. Nestor Kirchner
que en ese momento era Presidente y estaba muy preocupado por las violaciones
reiteradas, (estábamos en 2006 y en Diciembre del 2005 fue la violación y
muerte de una señora que había hecho su denuncia/advertencia en la comisaría y
no le llevaron el apunte. El sujeto, que era un consorcista del mismo
consorcio, un día se le apareció en la casa, la violó, la mató y como estaba la
hija Berenice de 11, 12 años también la violó y la dejó en el baño creyendo que
estaba muerta, pero la niñita sobrevivió. Eso impresionó muchísimo en Presidencia
de la Nación y cuando me llaman es lo primero que me cuentan, y me dicen
“Nosotros queremos que con su equipo ―yo no tenía ningún equipo y era docente
en la Facultad de Psicología, lo que tenía eran alumnos en el posgrado nada
más― consiga hacer una brigada, y termina diciéndome Kirchner: “lo que queremos
es que usted con su equipo en 20 minutos llegue a la comisaría y se haga cargo
de la víctima para que ningún policía –y Aníbal Fernández me dice “ningún
bigotudo como yo”- hable con la víctima, más que preguntarle qué le pasó, cómo
se llama y dejarla en un lugar aparte de la comisaría, hasta que ustedes
lleguen. Entonces se la llevan al hospital para que le den ese combo contra el
VIH, contra la infección y la píldora del día después, ―porque tampoco queremos
embarazos por violación―, y después la acompañen al juzgado a hacer la
identificación del violador en la calle Moreno.” Por último me dijo: “Nosotros
no aguantamos más la prostitución infantil”.
Prostitución infantil
E.G.: A mi
“prostitución infantil” me rompe la oreja porque no existe prostitución
infantil; existen víctimas de la prostitución infantil que en realidad son
niñas víctimas, niñas prostituidas. Entonces le expliqué a Anibal Fernandez:
vea Ministro, esto es internacionalmente muy difícil –Y me dice “Bueno, pero
inténtelo, tenemos que intentarlo. Y me va a crear una brigada, la Brigada
Niños, que va a salir por las calles. Lo que nosotros queremos es que cuando se
vea a un adulto que está tramitándose una niñita, las que venden flores, o que
están en las paradas, mandarlo preso porque eso es corrupción de menores. Me va
a crear una brigada que se va a llamar Niñas y Niños”. La brigada se creó y le
voy a explicar por qué fracasa: la idea era formidable, empezamos y se pudo
trabajar mientras Aníbal Fernández era el ministro al que llamábamos a la
madrugada, a su casa o al celular que siempre lo tenía abierto, para decirle
“mire que el comisario tal de la comisaría tal adónde estamos llevando una
víctima…. Porque además, la historia es esta: usted se acerca a las chicas de
12, 13, 14 años y las chicas se escapan, nos insultan y nos dicen “vengan
ustedes a darle de comer a mis hermanitos, yo estoy trabajando acá”. Ninguna de
estas niñas tiene idea de ser una víctima porque están absolutamente
convencidas de que están trabajando, y una cuadra más allá está la rufiana o el
rufián que tiene los nombres y cuanto tiene que cobrar cada una. Lo que se
consiguió mientras Aníbal Fernández estaba a cargo de esto es que en alguna
oportunidad, alguna muchachita de 16 años que salía de un hotel alojamiento
armaba un escándalo porque el sujeto no había querido pagarle lo convenido y
llegábamos. En ese caso sí podíamos llevar a la niña a nuestra camioneta y ya
en la comisaría nos encontrábamos con que el comisario estaba dejando libre al
sujeto, porque en realidad el código de procedimientos del Gobierno de la
ciudad de Buenos Aires llama a eso “oferta de sexo en la calle”, por lo tanto
la responsable es quien ofrece sexo en la calle y el sujeto se tiene que ir
libre, y la niña tiene que ser registrada tomándole las impresiones digitales
como prostituta a los 12, 13, 14 años, lo cual se da de patadas con el Código
Penal Nacional de Corrupción de Menores, esto sigue existiendo hoy día y es un
gravísimo problema. Es decir que con las chiquitas era imposible hacer cosa
alguna, porque para ellas éramos la policía y el auto era una camioneta como
cualquiera hasta que empezaron a reconocerla rápidamente. Para ellas éramos la
policía, no éramos civiles que queríamos ayudar, ellas nos decían “¿Qué ayuda?
Necesitamos clientes, no ayuda”.
Niñas víctimas de la prostitución y niñas víctimas de los medios
E.G.: Esto no es
un tema menor en el tema medios audiovisuales en niñas y niños, porque estas
niñas son pobrecitas y están como pueden, y están muy lejos de ser
encantadoras, bonitas y bien vestidas. Pero lo que estamos viendo cada vez con
mayor frecuencia son niñitas que no son víctimas de prostitución, pero que
están en una complacencia significativa entre los 8 y 10 años en prepararse
para ser modelos: en tener los reflejos en el pelo, en estar en silueta. Por
supuesto acompañadas por padre y madre. Y el regalo de los 15 puede ser “quiero
pasar un día en el spa” o “quiero ponerme siliconas”. De modo que acá tenemos por
una parte niñas muy chiquitas que, estimuladas por los medios tienen esos
intereses que antes aparecían a los 15, 16, y que ahora aparecen mucho antes.
La globalización, los medios y las niñas
E.G.: Yo creo que
tiene que ver con la globalización en general, o sea, ¿qué es lo que las nenas
ven en televisión?. Ven cuerpos desnudos o con escasa ropa, en determinadas
actitudes, en determinados bailes, en determinadas acrobacias y fenómenos
gimnásticos-estéticos que dan dinero, y sobretodo que dan cámara y es una época
que ya se venía insinuando desde los ’90 como época icónica. Las nenas empiezan
a presentarse como deseables sin saber que están presentándose como deseables,
a diferencia de las chiquitas que están en la parada de las esquinas y que sin
tener esos arreglos y esa búsqueda estética, saben que son deseables. No es que
usen el verbo ni el sujeto deseo, pero saben que los hombres las buscan para
pagarles, saben que sus cuerpos son deseables. Las dos necesitan la aparición
de un deseo que está altamente libidinado, pero con resultados absolutamente
distintos: una es una niña que sin ser esclava está prostituyéndose por mandato
adulto, la otra es una niña que no sabe que está esclavizándose a fenómenos de
la moda, en la cual ella está preparándose para ser un objeto de deseo.
El caso Candela
E.G.: El caso
Candela tiene algunas variables que son muy inquietantes. Yo miré todas las
fotos que mostraban en televisión y no eran las fotos de una nena de 11 años
como suponíamos que debía ser, o sea, nosotros los adultos suponíamos mal, la
que tenía clara la cosa era la nena. No son las fotos de una nena con delantal
escolar o solo con la primera comunión; es una nena en pose. Se lo digo a usted
porque esta es una visión técnica del fenómeno: esa mamá que la fotografiaba
con una cintita negra con una rosa acá y nunca hemos querido saber que una nena
de 11 años es capaz de una significativa excitación sexual y a los 10 años
también. Ahora, dicen los expertos en ginecología infanto-juvenil, que la
menarca está adelantada, que la menarca de los 12, 13 años ahora se adelantó a
los 9, 10 años. Y usted me dirá “¿los medios las inducen?”, tendríamos que
discutirlo, pero lo que hay es una facilitación familiar.
La secuencia de
fotos de Candela es impresionante y después empezaron a seleccionar. Yo veo
televisión sólo de noche, no me imagino lo que habrá sido durante el día. Esto
viene a raíz de la Brigada Niñas, porque son chicas que están trabajando.
La brigada y los niños
E.G.: En el
turismo sexual es donde más se ve el tema varones quizás porque la gente ya
viene con direcciones de provistas por las redes de pedofilia, y esas redes
parecería que incrementaran el contacto con varones. En general la pedofilia
tiende hacia el varoncito. Lo que hemos visto en el turismo sexual ―informado,
no porque lo hayamos visto y porque no hay persona alguna detenida por
esto―pero lo que nos cuenta la gente de prefectura es que cuando llegan los
transatlánticos o los cruceros al puerto –le hablo de hace cinco años o seis- a
ellos les llamaba la atención que había personas adultas con tres o cuatro
nenes y nenas muy cerca de la zona de desembarco, o claramente en la zona de
desembarco, ¿y quiénes se acercaban a ellos?, turistas varones que viajaban
solos. En ese momento y cuando la prefectura nos advierte no nos fue posible
intervenir porque nosotros no conocíamos el tema.
Intentamos empezar
esa campaña, pero la que entonces era la Secretaría de Turismo nos dijo “van a
espantar a los turistas”. Recién pudimos empezar el año pasado cuando Turismo
dejó de ser Secretaría para convertirse en Ministerio y cuando ya estaba más
afianzado el turismo en la Argentina. Yo quiero decirle que lo que nos enseñan
los expertos en turismo es que el buen turista huye de eso y no quiere saber
absolutamente nada, ni quiere ser confundido.
Empezamos esta
campaña con la Brigada por la zona de Constitución y Once donde los varoncitos
también eran buscados. Cuando los proxenetas empezaron a ver que la brigada iba
dando vueltas retiraron a las nenas de las calles y de los lugares conocidos y
las sentaron en boliches con un celular y una bebida. Entonces las llaman y
usted las ve meterse en un consorcio que tiene ocho pisos. Se sabe a qué piso
van, porque la policía nos enseñó a mirar: el piso que tiene el timbre más
gastado, es ese. Pero ¿qué hago?, ¿llamo a la fiscalía y pido allanamiento? Y
además, cuando entro ¿con qué me encuentro?, con una casa, un departamento, es
eso.
¿Los medios construyen un imaginario social de la infancia, o
participan de la construcción?
E.G.: Creo que
participan, pero fíjese: en el año 1985 estaba invitada trabajando en Brasil y
un equipo de periodistas hartos de lo que los medios escritos decían de los
chicos se tomó el trabajo de medir cuanto espacio ocupaban las noticias de los
chicos, particularmente las malas. Entonces se fueron con una gran carpeta a
ver a los grandes editores de medios, y les dijeron “vean, esto es lo que
ustedes están contando de nuestros niños”, y cambiaron. Consiguieron hacer una
modificación.
Entonces yo creo
que sí, que los medios contribuyen, pero que además hay algunos que son los más
amarillistas y tienden a contar lo que el adulto considera lo peor, pero los
chicos por su cuenta construyen su imagen a través del paco. Le hablo de los
chicos de determinados sectores populares, porque ellos se han construido su
imagen, que es mucho más que una imagen, está sostenida por un soporte real.
Y si hay algo que
a un niño o una niña de hoy en día le interesa, es ser protagonista en los
medios. Los chicos llamados “de violencia escolar”, cuando usted habla con
ellos, amén del prestigio que adquieren en sus compañeros, si sale en los
medios es muy importante. Los chicos que van más allá de la violencia escolar y
transgreden la ley de forma rotunda, piden cámara inmediatamente: es decir, si
hay un secuestro, empiezan a salir por el costado, a correr la cortina para que
los filmen. O sea, la presencia de los medios… fíjese que yo lo que estoy
haciendo es algo muy peligroso, porque es una improvisación desde la mega
empiria, cuando esto ha sido claramente estudiado por los estudiosos de los
medios de la comunicación; yo lo que puedo contarle es lo que veo, pero esto ha
sido analizado. Entonces existe la necesidad de un protagonismo icónico visual,
el chico lo busca porque el medio es oxigenante para la identidad, para la
subjetividad del chico Si consigue estar en los medios eso es como un oxígeno
social. Le doy el contraejemplo de la transgresión: los chiquitos que ahora
hacen avisos en televisión, ¿son los chicos los que van? No, los llevan los
padres a hacer el casting y los ponen ahí. Aprenden tempranamente que hay otros
que le venden desde chicles hasta muñecos, y el chico ve a otro chico, lo cual
no es malo, yo no diría que esto sea malo ni abriría una cuestión reflexiva o
moral, digo que esta es la época y que los niños ahora no son los niños que
nosotros nos inventamos, tampoco son los niños de la convención de los derechos
del niño; están dos pasos más allá.
Los que programan y desarrollan la programación de TV de aire o cable,
no son inocentes.
E.G.: Yo le voy a
contestar algo que tal vez parezca brutal, pero es lo que yo pienso: me parece
que cada vez más los adultos piensan que los chicos tiene que, de una buena
vez, servir para algo. No solamente ser aquellos que producen gastos,
preocupación y dolores de cabeza: “bueno, vamos, que sean útiles”, a una nena
la violan chiquita porque “bueno, vamos, tenés por dónde y tenés con qué,
entonces vamos rápido, vamos a usarte”, y cuando los adultos las exponen para
traficarlas, “bueno, de una buena vez producí vos tu subsistencia”. “Con la
carita que tenés te podés ganar unos pesos, si yo te llevo a televisión, con
esa carita vos vendés desde el Quaker hasta el chicle”, para darle algo
comestible. “Con esa carita ¿cómo no te voy a aprovechar?”. Y si además sos
nene o nena, y cuando cantás el arroz con leche entonás bien, bueno… además
cantálo. Y si tengo un bebé regordete y divino, pero blanco eh, de etnia
europea blanca, no vamos a poner a un morochito, en todo caso un haitiano que
es afro y exótico… pero, si tengo este capital, que aprendí que es un capital,
“me tiene que ser útil”. Y la gran pregunta desde una perspectiva distinta de
la ética: ¿Quién dijo que el chico tiene que ser sólo el sujeto aquel que
tenemos que cuidar, proteger, preservar y llevarlo para que sea derechito…?
La Declaración Universal de los Derechos del Niño
E.G.: Fíjese, la
Declaración Universal de los Derechos del Niño. Antes la cosa era así: para que
un chico se porte bien, le pego. Viene la Convención y dice “no”, entonces será
así: o le pego, o la Convención. Hoy en día es: la convención y además le pego,
me cambiaron la conjunción, pero es simultáneo y contemporáneo, porque con la
respuesta “tenemos la Convención”, los chicos se fueron de la convención. O
sea, ¿qué hacemos?, ¿cómo la convención prevé que los nenes y nenas cuando van
al baño de la escuela y se filman en escenas de sexo primarias, elementales
para después subirlo a Youtube?
Tratemos por ahora
de que se cumpla. Yo estoy un paso más allá contestándole, le estoy canjeando
el “o le pegamos a los pibes, o aplicamos la Convención y dejamos que el chico
se exprese, que hable, que el chico discuta, que esté a la par de los mayores,
o una cosa o la otra”. No, hoy en día es “la Convención y además seguimos
aprovechándonos de los chicos”. Pero además, inclusive, con un criterio
económico y hedonista: me tiene que servir económicamente y sexualmente para el
placer. Sobre esto último, ya Nerón nos enseñó todo lo que nos tenía que enseñar,
pero lo económico es lo nuevo, eso sí es globalización. Entonces digo: antes
era que con la Convención íbamos a terminar… ¿quiere que le cuente las cosas
que nosotros vemos acá, las estadísticas que tenemos del maltrato de los
chicos? Impresionante, el último año aumentó en un 52% el maltrato infantil. De
0% al 15% aumentó el maltrato. Significan sopapos, tirones de pelo, también
negligencia, no alimentarlos, no mandarlos a la escuela. Nosotros trabajamos
con las tres clases sociales, tenemos estadísticas con las tres.
El chico como
fetiche tiene que ser útil y no puedo prescindir de él para mi placer o
satisfacción, más aún: por una parte lo idealizo y por otro lado me tiene que
servir, porque si es tan maravilloso, ¿cómo no me va a servir?
Los adultos tenemos celos de los chicos
E.G.: ¿Usted sabe
que yo pienso que los adultos tenemos una profunda envidia respecto de los
chicos?. Se la cambio, le digo: tenemos celos, no envidia. Tenemos celos de los
chicos.
Está hablando con
una psicoanalista que se lo toma muy en serio. Porque los ve y dice “pero yo
nunca pude hacer eso ¡y cómo querría poder hacerlo!”. Yo creo que el fenómeno
no es nuevo, lo que pasa es que ahora está evidenciado por la necesidad de ser
juvenil por parte de los padres, y acá no le digo nada nuevo. Lo que pasa es
que un padre o una madre no puede aparecer como de 3, o 4, o 5 años, pero sí
como de 14 o 15. Los chicos nos disparan emociones que son complejas, porque
por una parte generan la necesidad humana e instintiva de protección, instintiva
se lo digo entre comillas, o sea… una carita de chico automáticamente mueve en
el sujeto la tendencia a la protección de la cría. Es como pulsional, o más le
diría, proteccional en hombres y mujeres. Hasta que se toma confianza con ese
sujeto pequeño y como ése sujeto es a veces muy inquietante hay que
apropiárselo de alguna manera y entonces se le hacen regalos o se los manda a
trabajar. Como los adultos han pensado tanto acerca de los chicos y son un
motivo tal de ocupación se han transformado en un problema de pensamiento. En
el medioevo el chico no era un motivo de pensamiento, en el renacimiento
tampoco y en la época industrial los mandaban a trabajar, los mandaban a las
minas, y también los prostituían. Pero fíjese que la idea de los angelitos chiquitos
la introducen los cristianos en la biblia, siempre aparecieron grandes.
Los chicos. La libertad. La fantasía.
E.G.: Los chicos
tienen permiso para hablar a solas consigo mismos y no parecer locos, tienen el
grado de libertad de creer en la fantasía y de pensar que eso es cierto. No
advinieron a la posibilidad de decir “esto es una fantasía, no es así”. Están
ahí y usted los ven cuando juegan, los actores son lo que más se le parecen en
ese sentido. Pero nosotros entramos en la racionalidad y estamos fritos, porque
la racionalidad es la que no nos deja… racionalidad de fines del 1800,
comienzos del 1900, el positivismo. El enganche con el positivismo nos separa
del mundo de los chicos. Un buen día ellos están pensando como nosotros, usted
nunca se da cuenta cómo pasó eso, pero los poetas, los artistas, los creadores
lo mantienen, quien hace cine o está detrás de una cámara ve todo lo que
nosotros no vemos. Tienen suelto eso todavía.
Lo que ven los chicos en la pantalla
E.G.: Pregúntenle
a los chicos qué querrían poner ellos en pantalla. El problema es que… y acá va
el tema: hoy preguntarle a un chico qué quiere ver en pantalla es un tema
complicado porque lo que el chico ve en pantalla desde que nació, y por lo
menos desde los ’90 en adelante –pero era de antes- es una penetración absoluta
en cuando al cable y lo que significa todo lo que es lo norteamericano. Toda la
programación infantil que se emite en Argentina es norteamericana, con un
imaginario determinado y con determinadas pautas culturales, etc., etc. Por lo
tanto hay una transculturalización absoluta en un chico de 8, 9, 10 años que
hace 4 años que está viendo claramente 3, o 4 horas de TV por día. A eso
agreguémosle hoy las dos o tres horas que juega con videojuegos ―y esto no es en
contra de los videojuegos, sino de los contenidos que los videojuegos
trasladan―, agreguémosle todo lo que significa una pantalla digital en su
poder, que hoy ya no es tema de las clases medias altas, sino que atraviesa a
toda la sociedad. Entonces, si hoy yo le pregunto al niño qué quiere ver, es
muy posible que no salga del esquema que conoce.
El cine en la televisión
E.G.: En
televisión es mucho mas mía la película. El nivel de apropiación de lo que hay
en pantalla es como el de la computadora: es mío, enciendo y apago. En la sala
yo soy, aparte de uno más rodeado de la oscuridad, uno entre tantos, y eso es
más grande que yo, más importante. Y dice cosas que yo entiendo o son
importantes o me gustan, pero yo no soy dueño de eso, y además soy uno entre todos;
es la concepción del sujeto como público lo que aparece. En la sala quedamos
envueltos, o sea, la famosa metáfora del útero materno, toda esa historia que
quedamos así encerrados como adentro del útero y escuchamos todos los ruidos,
es lo mismo.
Sin haberlo
pensado nunca se me ocurre que de la pantalla grande no me puedo apropiar, solo
puedo imaginar en todo caso. La televisión me achica, me achica la posibilidad
de… no de imaginar acerca de lo que veo, sino de lo que yo puedo hacer con lo
que veo. Con la pantalla grande me quedo sentado y me aguanto, o me levanto y
me voy. A la pantalla chica, yo la manejo.
Nuevos paradigmas emergentes
E.G.: Lo más
violento es la presencia hegemónica del pensamiento yanqui –yo siempre digo
“gringo”, pero tengo claro que es bien agresivo cuando lo digo-. Es lo que me
suscita a hacer zapping. Los paradigmas estadounidenses son los que se nos
inoculan y y que no es cercano a lo propio, salvo que lo propio para nosotros
sea lo norteamericano, que ya es otra cosa. La palabra inocular ya no es
ingenua, inocula algo que va a trascender la decisión de poder volver atrás,
porque es como cuando me muerde la cobra. Pero la inoculación en el caso de la
cobra es mucho más seria, rigurosa y moral porque está a la vista y porque tengo
al inoculante, el atacante adelante; en cambio la inoculación mediante la
pantalla es una inoculación encubierta, tramposa, porque además el mensaje es
“mirá que valioso, o qué bueno o cuan potente es lo que yo puedo hacer”, aunque
no sea valioso ni bueno. Entonces a mi me producen una impresión de
peligrosidad el acervo o las latas con que nos intoxican permanentemente desde
una cultura que es la de ellos y con la que se sienten cómodos, pero que a mi
generación –yo tengo 82 años- le produce profundos malestares. Pero porque yo
estoy afuera de la inoculación. Entonces me parece que tenemos que aceptar que
la tendencia histórica ―es terrible lo que voy a decir, pero qué le vamos a
hacer― no vuelve atrás, es que somos sujetos inoculados por criterios estadounidenses
que ―y aquí voy a hacer una lectura política inhabitual absolutamente en mí― se
contrapone con una presidenta que está mandando al demonio a las grandes
transnacionales: es decir que dice “no, la deuda externa no, y el banco mundial
no”. Que en todo caso es parte de una filosofía, pero que todavía no pasa por
todos los niveles del país.
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