Fíate de la virgen y no corras

Esta mañana he ido camino del trabajo con una radio macuto sentada detrás en el autobús. 45 minutos oyéndola no sé si leer o recitar la Biblia de memoria como los loros. Esos 45 minutos yo los aprovecho para leer o para dormir. Hoy me apetecía dormir y no había forma porque cada vez que me estaba quedando traspuesta la buena mujer le daba un énfasis especial a alguna frase y me espabilaba.

Aquí esas cosas se ven como algo normal. En el bus y sobre todo en el metro es habitual ver a hombres y mujeres (cristianos de iglesias raras: desde evangelistas a feligreses de la iglesia del Cristo de las Siete Llagas) haciendo proselitismo (dando folletos y revistas, leyendo o recitando la Biblia de memoria, cantando) sin que nadie les diga nada (como mucho que se callen un rato) y sin que nadie se baje del metro.

Si por un casual en lugar del cristiano rumboso de turno lo que tocase sufrir fuese una persona musulmana leyendo el Corán, la normalidad y el grado de aceptación cambiarían radicalmente. A esa persona o la esperaban trabajador@s del metro dos estaciones más adelante o la denunciaban a la policía o la dejaban sola en el vagón de metro por si las moscas que aquí se ponen la tirita antes que la herida. Conste que yo soy la primera - dos veces me he bajado ya de un metro para cambiarme al siguiente por si las moscas. No sé si esto significa que soy una racista o que estoy paranoica, pero si veo a más de 2 musulmanes con mochilas y mirándose raro entre ellos yo me bajo del metro. Prefiero pecar de precavida, a acabar por los aires. Me da igual que me llaméis racista.

En el tren de vuelta a casa al salir de trabajar venía pensando: “fíate de la virgen y no corras” porque lo mismo la mujer que me ha tocado aguantar en el bus esta mañana iba camino de una clínica abortista a poner una bomba (ya sabéis cómo se las gastan l@s yankis) pero ni yo ni ninguna de las personas que iban con nosotras en el autobús la ha mirado raro por estar leyendo/recitando la Biblia.

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