Gabriela Cañas: La vida de ellas
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Gabriela Cañas, El País
Fuente:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/01/19/vidayartes/1327004823_116108.html
El
estudio de la OMS y el Instituto Guttmacher coloca en una compleja disyuntiva a
los militantes antiabortistas. Sus resultados demuestran que para defender
verdaderamente la vida —por utilizar su propia terminología— y frenar el
aborto, lejos de prohibirlo hay que despenalizarlo. La paradoja es meramente
aparente, pues es sabido que allá donde se legisla a favor del aborto no se
busca incrementar el número de interrupciones del embarazo, sino garantizar las
condiciones sanitarias en las que se realizan. No es casualidad que sea
justamente en tales países donde ello se acompañe de una sólida red de
planificación familiar que evite embarazos indeseados y, por tanto, el aborto,
una experiencia traumática para la mayoría de las que lo sufren. Es el caso de
España y de casi toda Europa, donde, además, la ley consagra el derecho de la
mujer a decidir sobre su cuerpo y su maternidad.
Los
antiabortistas, muy arropados por las clases dirigentes y la jerarquía
eclesiástica católica en América Latina, deberían reflexionar sobre este
asunto. Con las leyes más restrictivas del mundo han logrado en el
subcontinente la mayor tasa de abortos y un récord solo superado por África en
porcentaje de intervenciones clandestinas que ponen en riesgo la salud y la
vida de la madre. Si se tiene en cuenta que las latinoamericanas sufren un
altísimo nivel de violencia —incluyendo violaciones que en caso de embarazo no
pueden interrumpir en algunos países—, cabría preguntarse entonces sobre el
concepto que de la vida tienen esos jerarcas tan rectos y estrictos que, sin
embargo, no suelen alzar la voz contra tanta ignominia.
El
problema de los estudios científicos —y lo son los basados en estadísticas
fiables como este— es que a veces destapan incoherencias que se alimentan de
cierta hipocresía. Porque no puede ser casualidad que allá donde se niega a las
mujeres su derecho a decidir en nombre de la vida se dé cita también la mayor
despreocupación sobre la discriminación que las humilla.
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