Alicia Reyes: Honduras es un país homicida y femicida
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Alicia Reyes, Envío
Según
el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma, Honduras
es el país más violento del mundo: 86 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Según cifras oficiales, cada 18 horas es asesinada una mujer en Honduras. La
mayoría de ellas son las más jóvenes, las que andan en las calles…
Honduras
es el país más violento del mundo. La vida, al igual que un sinfín de realidades
cotidianas, se han vuelto desechables, ante una población víctima de la cultura
del miedo.
De
acuerdo con el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma
de Honduras (UNAH), la tasa de homicidios a finales de 2011 fue de 86 por cada
100 mil habitantes, cifra superior a la de algunos países actualmente en
guerra. Dentro de esta violencia destacan los atentados contra la vida de las
mujeres. Según cifras oficiales, cada 18 horas es asesinada una mujer
hondureña. Hasta noviembre de 2011, el Observatorio tenía registradas 392
femicidios. En el mismo informe se señala que el grupo de edad más afectado,
son mujeres entre 15 y 34 años (273 de los casos, un 70%). Dentro de ese rango
de edad la mayor frecuencia corresponde a 25-29 años de edad (76 víctimas, 19.5
%).
LAS
QUE ANDAN EN LAS CALLES
No
es casualidad que la mayoría de las mujeres asesinadas sean las más jóvenes.
Son ellas las económicamente más activas, las que por trabajo, por estudio y
hasta por divertirse salen más al ámbito público. Son ellas las que están en
las calles, lugar que la cultura patriarcal reserva a los hombres, mientras
destina el doméstico a las mujeres. Teniendo en mente este “mandato cultural”,
podemos pensar que muchos hombres se sienten con autoridad para disponer ya no
sólo de sus cuerpos sino también de sus vidas, como si se tratara de objetos
propios y desechables. El informe del Observatorio revela que los crímenes en
espacios abiertos (calles, puentes, fincas, bordos de ríos) son los más
frecuentes (260 muertes, 66.6%). Y los ocurridos en espacios cerrados (hogares,
lugares de trabajo, bares, vehículos y otros) son más escasos (33 muertes,
8.5%). En transporte público apenas se produjeron 4 muertes (1%).
En
el informe lo que parece más revelador es el dato de que el victimario haya o
no haya tenido relación con la víctima. Los hombres han aprendido, de
generación en generación, que la mujer debe estar en la casa y si anda en la
calle, “por algo será”. Esta ideología estuvo presente también en los agentes de
la Policía durante el golpe de Estado. Golpeaban y violaban a las mujeres que
andaban en las manifestaciones: “Esto te pasa porque andás en la calle”.
NOS
VAN ACOSTUMBRANDO
Aunque
los femicidios tienen una explicación en razón del sistema patriarcal, que ha
construido relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres,
sobrevalorándolos a ellos e interiorizándolas a ellas, tampoco se puede perder
de vista el enorme grado de impunidad que existe en Honduras, terreno fértil
para este delito.
El
golpe de Estado de 2009 desnudó aún más problemas que ya se venían arrastrando:
impunidad, corrupción de la policía, falta de aplicación de una verdadera
justicia. Además, el golpe terminó con la poca institucionalidad que teníamos y
de la noche a la mañana mandó al trasto de la basura los pocos derechos a la
seguridad conquistados. El resultado actual es un caos en materia de derechos
humanos. En gran medida, porque la policía, el Ministerio Público y otras
instancias de “seguridad”, creadas para defender y proteger a la población, se
han ganado su desconfianza y su repudio, al saberlas vinculadas a la corrupción
y al crimen organizado.
En
este negativo contexto, fomentar la confusión, el individualismo y la cultura
del miedo son las estrategias que el sistema está utilizando para amordazar y
paralizar a la población, afectada mayoritariamente por la pobreza, la
inseguridad, la violencia, el desempleo y el escaso acceso a una buena salud y
a una alimentación digna, carencias que sufren con mayor fuerza las mujeres.
Titulares
como: Matan a quinceañera, Asesinan a universitaria porque no andaba celular,
Esposo la mata por mensajitos comprometedores, Matan a ejecutiva por robarle el
vehículo, Asesinan a operaria al salir de una fiesta, Hallan muerta a mujer
dentro de la basura… nos van acostumbrando a qué tan desechable es la vida de
las mujeres. Y nos muestran qué tan poco se está haciendo para sentar
precedentes de justicia en un país en el que los derechos de las mujeres nunca
han sido prioritarios.
A
NADIE SE CASTIGA
El
informe del Observatorio de la Violencia indica que amerita una investigación
el hecho de que el 79.7% de los casos de asesinatos de mujeres estén
registrados sin datos. Tal vez sobre sus victimarios no se sabe nada… porque no
se quiere saber nada.
Las
familias de mujeres asesinadas consideran que esto sucede así porque la Policía
está involucrada en muchos de estos hechos, lo que también ocurre en otros
muchos asesinatos y masacres de los últimos años. La Policía ha pretendido
vincular la muerte de muchas mujeres al narcotráfico. Pero esos casos son
contados. Los asesinatos de mujeres se manejan a la ligera, y aunque en muchos
casos se presume que antes de ser asesinadas las mujeres fueron abusadas
sexualmente, no se cuenta tampoco con información fiable.
Tampoco
se observa ningún interés del Estado, quien parece ser cómplice, ya que ninguna
instancia estatal responde por estas muertes y siempre se oyen las mismas
explicaciones: no hay pistas, los hechores se dieron a la fuga, se fueron sin rumbo
desconocido, se continuará con las investigaciones, estamos siguiendo las
pistas, es obra del crimen organizado… Pero pasan semanas, meses y años y a
nadie se castiga.
Siempre
las mujeres, sus problemas y sus aportes han sido invisibles para la mayoría de
los medios de comunicación. Las agendas de los medios casi nunca han incluido
sus sueños, sus luchas, sus problemas, sus logros. Sin embargo, ahora los
femicidios sí ocupan las primeras planas de los diarios y las páginas de la
sección de sucesos y los titulares de las emisoras y televisoras.
¿POR
QUÉ NOS MATAN?
Lamentablemente,
algunos medios, autoridades y parte de la opinión pública justifican estos
crueles asesinatos culpabilizando a las mujeres con argumentos que están a flor
de piel en la sociedad: ¿Por qué andan en la calle? ¿Por qué salen a esas horas
de la noche? ¿Por qué se visten tan provocativamente? ¿Por qué andan solas?
Cuestionamientos que nunca se aplican a los hombres cuando son víctimas de
delitos.
Escuchando
a algunos hombres sus expresiones revelan un odio enfermizo hacia las mujeres.
Muchos insisten en que las mujeres son para estar en la casa y no en la calle.
Pero no es cierto que nos estén asesinando porque salimos de noche o porque
hacemos trabajos exclusivos de los hombres o por problemas pasionales,
infidelidad, celos, ajuste de cuentas, venganza o narcotráfico. Lo explica el
compositor hondureño José Yeco en su canción, interpretada por Karla Lara: “Nos
matan por ser mujeres, nos matan queriendo atarnos, nos matan porque no pueden
doblarnos ni amarrarnos, nos matan porque no pueden callarnos”
Sin
duda, uno de los enormes desafíos de Honduras en 2012 será no callar para
ponerle un alto a la violencia que termina con la vida, a esa violencia que
tiene cada día más rostro de mujer.
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