Rosa Regás: Lidia Falcón y el eterno compromiso
© Rosa Regás, El
Mundo
Fuente: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2012/07/16/lidia-falcon-y-el-eterno-compromiso.html
Lidia Falcón
O'Neill nació en Madrid en 1935 y a los
cinco años se trasladó a Barcelona donde estudió Arte Dramático, Derecho y
Periodismo. Es doctora en Filosofía y ha ejercido como abogada durante
cincuenta años a través del su bufete y del Gabinete Jurídico para la Mujer,
orientando su actividad a la defensa de los derechos de la mujer, de los
trabajadores y de los perseguidos políticos. Ha fundado las revistas "Vindicación Feminista"
(1976) i "Poder y Libertad" (1979), que dirige actualmente. Ha creado
multitud de iniciativas asociativas, políticas y editoriales como Ediciones de
Feminismo, S.A. (1976), el Colectivo Feminista de Barcelona (1976), la
Organización Feminista Revolucionaria (1977), el Partido Feminista de España
(1979), los Club Vindicación Feminista de Barcelona (1980) i Madrid (1986), la
Federación de Clubs Vindicación Feminista (1988), Vindicación Feminista
Publicaciones (1988) i la Confederación de Organizaciones Feministas (1996).
Como resultado de su larga militancia es hoy la líder más internacionalmente
conocida del feminismo español. Además ha publicado más de cuarenta obras de
temática diversa que han sido traducidas a varios idiomas extranjeros, y
todavía ha encontrado tiempo para escribir su autobiografía, obras teatrales y
novelas.
El motivo que ha
impulsado la lucha de tan largo alcance de Lidia Falcón es evidente, pero
siendo como es una persona ordenada en la teoría y en la práctica lo mismo ha
sido con sus documentos, incapaz de deshacerse de ninguno de ellos. Su archivo que concentra la actividad de toda
una vida consta de una cantidad ingente de documentos entre los que cabe citar
además de la los de gestión del y para el feminismo ?que son mayoría-, los que
se refieren a su actividad personal y familiar, los de la actividad
profesional, los relativos a la creación, relaciones con el extranjero,
actividad asociativa y política, de representación, de información y de
documentación no textual.
Lidia Falcón sabe
que la memoria, la memoria histórica, es fundamental para que un país avance,
no económicamente que esto ya lo hemos dejado en manos de los liberales que,
como todo el mundo sabe y comprueba a diario no tienen ni idea. A no ser que
defendiendo a diario lo privado y renegando de lo público, se concentren en
bloquear sus multimillonarios sueldos, jubilaciones e indemnizaciones siempre
del sector público y se dediquen en tiempo record a colocar en la
Administración, a sus hijos, cuñados, maridos, mujeres, amantes o ex amantes
además de parientes lejanos diversos aún con unos sueldos que multiplican por
mil los que el presidente del gobierno ha dejado para los funcionarios.
Sí, Lidia Falcón
sabe que la memoria es la vida de un país y su motor en el progreso social y
político, y que si bien la Historia que está en manos de los historiadores a
veces nos informa con buen criterio, otras veces como la que nos llega de
ciertas Academias, no es más que repetición de lo que nos obligaron a estudiar
cuando éramos niños o lo eran nuestros padres y abuelos. Así que ella, ha
recogido todos los documentos que guarda en los armarios y archivadores de su
casa y de las casas de sus amigos que le hacen el favor de dejarle espacio
porque no cabrían en una sola vivienda y, para que esté al alcance de quien
quiera consultarlo, ha hecho entrega de este fabuloso bagaje de memoria de
nuestro país al Archivo Nacional de Catalunya. No porque se sienta catalana que
a lo mejor también, ni porque prefiera que estén sus documentos en Catalunya,
sino simplemente porque el Archivo Nacional de Catalunya ha sido el único que
ha considerado que valía la pena guardar ese millón de documentos, actas,
expedientes, originales y correspondencia de todo tipo que llenan los cincuenta
años de vida social, profesional y comprometida de Lidia Falcón y mucho más
allá en el pasado, recogidos por su madre y abuela, luchadoras incansables como
ella misma, en pro de la justicia.
Y es que vivimos
en un país en que nos han acostumbrado a que la memoria sea una actividad
inútil, porque nos retrotrae al pasado,
y porque pone de manifiesto todo aquello que nos avergüenza haber vivido y
soportado, sin darnos cuenta de que solo aceptando lo que hicimos y lo que
fuimos, podemos mirar el presente sin
avergonzarnos y el futuro con más lucidez e inteligencia que escondiendo el
rostro y nuestra historia tras un telón de embustes y trampas.
Nuestro
reconocimiento a una mujer que ha sabido emplear su vida al servicio de las
causas más nobles y justas y no se ha dejado llevar por la desidia y la pereza
a la hora de conservar, catalogar y ordenar los testimonios que lo prueban y
que han de transmitir su experiencia de la vida real a las generaciones
futuras.
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