Rosa Regás: Lidia Falcón y el eterno compromiso

© Rosa Regás, El Mundo

Lidia Falcón O'Neill  nació en Madrid en 1935 y a los cinco años se trasladó a Barcelona donde estudió Arte Dramático, Derecho y Periodismo. Es doctora en Filosofía y ha ejercido como abogada durante cincuenta años a través del su bufete y del Gabinete Jurídico para la Mujer, orientando su actividad a la defensa de los derechos de la mujer, de los trabajadores y de los perseguidos políticos. Ha fundado las  revistas "Vindicación Feminista" (1976) i "Poder y Libertad" (1979), que dirige actualmente. Ha creado multitud de iniciativas asociativas, políticas y editoriales como Ediciones de Feminismo, S.A. (1976), el Colectivo Feminista de Barcelona (1976), la Organización Feminista Revolucionaria (1977), el Partido Feminista de España (1979), los Club Vindicación Feminista de Barcelona (1980) i Madrid (1986), la Federación de Clubs Vindicación Feminista (1988), Vindicación Feminista Publicaciones (1988) i la Confederación de Organizaciones Feministas (1996). Como resultado de su larga militancia es hoy la líder más internacionalmente conocida del feminismo español. Además ha publicado más de cuarenta obras de temática diversa que han sido traducidas a varios idiomas extranjeros, y todavía ha encontrado tiempo para escribir su autobiografía, obras teatrales y novelas.

El motivo que ha impulsado la lucha de tan largo alcance de Lidia Falcón es evidente, pero siendo como es una persona ordenada en la teoría y en la práctica lo mismo ha sido con sus documentos, incapaz de deshacerse de ninguno de ellos. Su  archivo que concentra la actividad de toda una vida consta de una cantidad ingente de documentos entre los que cabe citar además de la los de gestión del y para el feminismo ?que son mayoría-, los que se refieren a su actividad personal y familiar, los de la actividad profesional, los relativos a la creación, relaciones con el extranjero, actividad asociativa y política, de representación, de información y de documentación no textual.

Lidia Falcón sabe que la memoria, la memoria histórica, es fundamental para que un país avance, no económicamente que esto ya lo hemos dejado en manos de los liberales que, como todo el mundo sabe y comprueba a diario no tienen ni idea. A no ser que defendiendo a diario lo privado y renegando de lo público, se concentren en bloquear sus multimillonarios sueldos, jubilaciones e indemnizaciones siempre del sector público y se dediquen en tiempo record a colocar en la Administración, a sus hijos, cuñados, maridos, mujeres, amantes o ex amantes además de parientes lejanos diversos aún con unos sueldos que multiplican por mil los que el presidente del gobierno ha dejado para los funcionarios. 

Sí, Lidia Falcón sabe que la memoria es la vida de un país y su motor en el progreso social y político, y que si bien la Historia que está en manos de los historiadores a veces nos informa con buen criterio, otras veces como la que nos llega de ciertas Academias, no es más que repetición de lo que nos obligaron a estudiar cuando éramos niños o lo eran nuestros padres y abuelos. Así que ella, ha recogido todos los documentos que guarda en los armarios y archivadores de su casa y de las casas de sus amigos que le hacen el favor de dejarle espacio porque no cabrían en una sola vivienda y, para que esté al alcance de quien quiera consultarlo, ha hecho entrega de este fabuloso bagaje de memoria de nuestro país al Archivo Nacional de Catalunya. No porque se sienta catalana que a lo mejor también, ni porque prefiera que estén sus documentos en Catalunya, sino simplemente porque el Archivo Nacional de Catalunya ha sido el único que ha considerado que valía la pena guardar ese millón de documentos, actas, expedientes, originales y correspondencia de todo tipo que llenan los cincuenta años de vida social, profesional y comprometida de Lidia Falcón y mucho más allá en el pasado, recogidos por su madre y abuela, luchadoras incansables como ella misma, en pro de la justicia.

Y es que vivimos en un país en que nos han acostumbrado a que la memoria sea una actividad inútil, porque nos retrotrae al  pasado, y porque pone de manifiesto todo aquello que nos avergüenza haber vivido y soportado, sin darnos cuenta de que solo aceptando lo que hicimos y lo que fuimos,  podemos mirar el presente sin avergonzarnos y el futuro con más lucidez e inteligencia que escondiendo el rostro y nuestra historia tras un telón de embustes y trampas.


Nuestro reconocimiento a una mujer que ha sabido emplear su vida al servicio de las causas más nobles y justas y no se ha dejado llevar por la desidia y la pereza a la hora de conservar, catalogar y ordenar los testimonios que lo prueban y que han de transmitir su experiencia de la vida real a las generaciones futuras.

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