De los Juegos Olímpicos al infierno…

Empezamos la semana con la noticia que cuelgo abajo sobre una atleta somalí que murió ahogada camino de Italia. Leer la noticia me dio repeluco y me recordó a una conversación que tuve con una amiga precisamente el fin de semana pasado sobre derechos de la mujer en países islámicos, Wojdan Ali Seraj Abdulrahim Shaherkani y lo que tardarán en cargársela en Arabia Saudí. Wojdan Ali-Etcétera es la niña de 16 años a la que admitieron en la disciplina de judo olímpico sin llegar a tener un cinturón azul porque en su país nunca había podido participar en ninguna competición deportiva y a la que dejaron competir con una especia de gorro cubriéndole el pelo para ser más políticamente correctos que nadie. No sé a vosotras pero a nosotras no se nos ha escapado que ella y su familia han recibido amenazas de muerte por haber participado en un deporte de hombres y, en plata, haberle movido el culo al árbitro. Tal cual. Bueno, tal cual no, en árabe. Pero vosotras me entendéis. A lo que voy: ¿de que sirve que países islámicos manden mujeres a las olimpiadas si cuando vuelven a sus países vuelven a estar encerradas? Samia Yusuf Omar recibió un montón de criticas y presiones para que no participase en los juegos olímpicos del 2008, a la vuelta se encontró con todavía más presión (¿os imagináis al ejército español bloqueándole la calle a las deportistas españolas para que no entrenen?) y fijaos si le harían la vida difícil que se vio obligada a salir de Somalia en una patera (cayuco queda más fino pero viene a ser lo mismo).


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© El País
Fuente: http://deportes.elpais.com/deportes/2012/08/20/actualidad/1345458747_750600.html

UN SUEÑO OLÍMPICO QUE MUERE EN PATERA

- Samia Yusuf Omar, que participó con Somalia en Pekín 2008, falleció en un cayuco
- La atleta, que llegó última en los 200 metros, quería ir a Italia para continuar su carrera


El sueño de la pista de atletismo murió ahogado en el mar. Samia Yusuf Omar, que participó con Somalia en los Juegos de Pekín 2008, ya no corre: la prensa italiana la ha declarado muerta al descubrir que no habría completado un desesperado viaje en cayuco, de Libia a Italia, para dejar atrás un país roto por la guerra, sumido en la pobreza, y para ella lleno de muerte.

Aquel día del desfile de 2008, Samia, entonces con 16 años, aparece abriéndose al mundo con una sonrisa, rodeada del blanco y el azul de su vestido. Es una doble liberación. La de la mujer y la de la atleta. Como mujer, esos pasos dejan atrás las amenazas de muerte, los empujones, las armas empleadas como argumentos para que dejara de practicar deporte y se cubriera su cuerpo de velocista. Como atleta, esos metros del desfile, el mundo entero mirando, representa la despedida momentánea de la guerra, de las carreteras bloqueadas que impiden los entrenamientos, del padre y los tíos muertos por un proyectil que encontró su destino dentro de las paredes de su misma casa, del pulso diario por conseguir algo que comer vendiendo fruta.

"Los somalíes tradicionales creen que las mujeres que practican deporte, o a las que les gusta la música, son corruptas", le contaba en 2008 a la BBC, tras protagonizar uno de esos bellos momentos de los Juegos, su llegada entre aplausos a la meta pese a que la ganadora de su serie de los 200m le había sacado diez segundos. "Por eso he sufrido presión de todas partes. Algunas mañanas, me encuentro con calles bloqueadas por el ejército, o por la milicia, lo que me impide entrenarme".

Nadie notó su ausencia en Londres 2012. Entonces, Abdi Bile, oro en los 1.500m en el Mundial de Roma 87, afirmó que la joven había desaparecido (se desconoce exactamente cuándo), tratando de llegar a Italia para continuar con su carrera deportiva.

Samia perseguía el sueño de Mo Farah, somalí de nacimiento, coronado como británico en los 5.000 y los 10.000 metros de Londres 2012. Así, dejó la pista, entró en el agua... y su nombre quedó apuntado en una lista de náufragos desaparecidos.

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