María Lugones: “El femicidio tiene relación con la devaluación de los cuerpos que ahora no valen nada”
© María Lugones,
Laura Hevia, Feminicidio.net
- La filósofa y
teórica feminista María Lugones reflexionó sobre las políticas públicas que en
los últimos años se han aplicado en la Argentina contra la violencia hacia las
mujeres
“No le tengo mucha confianza al Estado, y la
autonomía comunal es lo que me parece muy importante. Estamos esbozando un
proyecto de zonas sin daño, sin violencia, donde los barrios son los que tomen
la cuestión en sus manos, donde se educan, piensan”, explicó la filósofa y
teórica feminista argentina María Lugones en relación a las legislaciones en
materia de género que se han aplicado en los últimos años en la Argentina. En
una entrevista con La Mañana de Neuquén precisó que “le tengo más confianza a
eso que a las leyes. No es que no valga la pena hacer nada al respecto. La ley
ha sido aplicada de una manera que ha sido usada siempre en contra”.
Especialista en
colonialismo y género, Lugones, quien es docente en la Universidad de Binghamton,
Estados Unidos, estudia el racismo, la violencia sexual y el multiculturalismo
desde una perspectiva que busca abordar los estudios sociales desde una mirada
decolonial, pensando las sociedades latinoamericanas desde su especificidad
histórica y política y dejando de lado la mirada eurocéntrica predominante.
Los casos de femicidio aumentaron de manera preocupante este año. ¿Por
qué sucede esto?
El femicidio tiene
que ver con la devaluación total del trabajo y de los cuerpos que antes
producían plusvalía y ahora no valen nada.
Cuerpos que todos
sus orificios pueden ser accedidos sin permiso y se les pueden cortar sus
órganos y venderlos y meterles drogas para que las pasen por las fronteras, y
pueden meterles los embriones de otra gente que tiene mucha plata.
Cuando una piensa
en el femicidio y todas esas prácticas que tienen a la mujer pobre,
racializada, habría que pensar que el Estado cuando dice “No al femicidio” está
pensando, no en nombres pobres sino en narcotráfico, en corporaciones internacionales
que ponen maquilas en lugares donde el capital entra como quiere y es el Estado
el que les debe decir no a ellos.
En su artículo “Colonialidad y género” critica a los grupos feministas
por ignorar la relación entre raza, clase y género, una correspondencia que
considera ineludible para abordar un cambio.
Si uno considera
la cuestión de la explotación económica, el hecho de que una mujer tenga que
trabajar en un sistema fundado en la explotación y que, además, esté
racializada, esas dos cosas no se pueden separar. Pero también se debe
considerar a la mujer como que impedida de producir en sus tareas algo que
tenga valor, desde el punto de vista de lo moderno humano, esa es la conexión
entre las tres cosas.
Las barreras para
superar esta reducción son muchísimas. Porque una de las barreras es la
cooptación de la raza y el género.
Cuando se habla de
mujeres negras de clase media -que hay muy pocas-, es como que esa existencia
de clase borra la colonialidad de género. Las barreras son epistemológicas, de
vida, de relación, de cómo concebimos nuestro yo individual en cada cultura.
¿Se puede pensar en una sociedad sin machismo?
El patriarcado,
desde el punto de vista colonial, no percibe el sistema moderno colonial de
género. No creo que el problema esté en los hombres. Hay una estructura,
instituciones heterogéneas que subjetivizan a hombres y mujeres, burgueses,
trabajadores, gente que está en situaciones paupérrimas y horrorosas que no las
ve. Porque simplemente ve la dominación del hombre sobre la mujer, ¿qué hombre?
Tenemos que enfocarnos en lo que llamo el sistema colonial moderno de género
que constituye la colonialidad de género y al verlo, mirar la sociedad con esa
mirada, ya es decolonial y nos va a llevar a ver muchas cosas más.
¿Estamos viviendo un momento de pensamiento decolonial?
Este es un momento
decolonial, no el sistema sino el hecho de ver, reconocer el patriarcado. El
patriarcado fue pensado como el gobierno de la gente mayor sobre los inmaduros,
como la subordinación de mujeres y niños, de la mujer por el hombre y eso es
racista. Es racista porque no ve a la raza, porque hay una deshumanización de
la gente indígena y afrodescendiente por la colonialidad. Sin embargo, la
esclavitud sigue, está presente en las cárceles. Estados Unidos, por ejemplo,
tiene la población encarcelada más grande del mundo con 10 millones de
personas. El patriarcado es racista porque no nombra al sistema de género
colonial, lo hace invisible.
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