Ayesha Amin
* * copiado tal
cual del informe “Luchando por la justicia y los derechos humanos. Activistas
egipcias cuentan su lucha” de Amnistía Internacional (ISBN: 978 - 84 - 96462 -
40 - 3)
- Apoyo a través de
internet para gays, lesbianas, bisexuales y personas transgénero
- "En la
plaza Tahrir había una sensación de libertad y aceptación que me dio esperanzas".
Ayesha Amin
(nombre ficticio para proteger su identidad) está en la treintena y desde 2007
intenta crear una red informal de defensa y promoción de los derechos de lesbianas,
gays, bisexuales y personas transgénero (LGBT) en Egipto.
Pocos temas hay en
Egipto más polémicos que los derechos de las personas LGBT: la homofobia y la
discriminación de estas personas son generalizadas, y los abusos de agentes
estatales y no estatales motivados por la orientación sexual y/o la identidad
de género constituyen una verdadera amenaza.
Ayesha Amin contó
a Amnistía Internacional que, dado que en Egipto es imposible defender
abiertamente los derechos de las personas LGBT y ofrecer apoyo a quienes han sufrido
la violación de sus derechos, todo su activismo ha sido virtual y lo ha llevado
a cabo creando perfiles falsos en Internet. “Nuestra única salida es a través
de Internet”, suspiró, a la vez que reconocía que no puede llegar a las
personas que no tienen acceso a la red.
Afirmó que se
consideraba afortunada porque sus familiares más cercanos la habían aceptado
hasta cierto punto, aunque creen que ser lesbiana es una enfermedad pasajera y
curable y esperan que acabe reformándose.
Ayesha Amin desea
ayudar a quienes tienen menos suerte: las personas a quienes sus familias
encierran en casa porque sospechan algo, las que son enviadas a instituciones mentales
por decisión familiar, las que son obligadas a casarse.
Su sueño es crear
casas seguras para lesbianas que padecen estas situaciones y ofrecerles refugio
cuando corren peligro de sufrir violencia; encontrarles un trabajo que les
permita apoyarse mutuamente y vivir con independencia. Según contó a Amnistía Internacional,
algunos gays y lesbianas contraen “matrimonios tapadera” entre ellos para aliviar
la presión social y poder expresarse libremente; ante las actitudes
discriminatorias existentes en Egipto, muchas personas consideran que es la
única opción práctica disponible.
Ayesha Amin
también quiere crear una red que ofrezca apoyo psicológico a mujeres jóvenes
que se sienten aisladas y se enfrentan a su propia sexualidad. Uno de sus proyectos
actuales es la creación de una galería de arte donde las personas LGBT puedan encontrarse
en un entorno seguro.
Ya está poniendo
en marcha de modo informal algunas de sus ideas, junto con un grupo de amigos y
personas de ideas afines que, a través de sus donativos y contactos personales,
apoyan a quienes lo necesitan ofreciéndoles alojamiento cuando huyen de casa y
también apoyo material y psicológico.
Una de las mujeres
a las que ayudó tiene 22 años. Su hermano descubrió sus conversaciones por
Internet y la familia la encerró en casa durante año y medio. La joven pensó en
suicidarse. Ayesha Amin pasó muchas horas hablando con ella por teléfono e Internet,
ofreciéndole apoyo emocional y asesoramiento y analizando posibles soluciones. Otra
muchacha se puso en contacto con Ayesha Amin a través de Internet para pedirle ayuda
tras haber sido violada por su padre mientras su madre fingía no darse cuenta
de nada. En otra ocasión, una mujer se puso en contacto con ella en línea para
pedirle asesoramiento sobre cuestiones sexuales y que le asegurase que sus
sentimientos eran normales.
Durante los 18
días de la “Revolución del 25 de enero” tenía esperanzas de que las cosas iban
a mejorar, que la sociedad sería más abierta, más tolerante. Pero necesitamos reeducación
y concienciación. No podemos cambiar superficialmente. En la plaza Tahrir había
una sensación de libertad y aceptación que me dio esperanzas. Cree que las autoridades
han frustrado estas esperanzas con distintas actuaciones, como el decreto promulgado
por el presidente Morsi en noviembre de 2012 que le concedía amplios poderes.
“Tras la primera
Declaración Constitucional me pregunté ¿por qué hemos hecho todo esto, por qué
han muerto todas esas personas?”, contó; “[...] no es el gobierno, tienen que
cambiar las mentalidades, y eso lleva tiempo”.
¿ES OPTIMISTA
SOBRE EL FUTURO?
“Soy optimista por
naturaleza”, afirmó. “Creo en las personas, y creo que las personas pueden
evolucionar y cambiar para bien.”
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