Manal Tibe
* * copiado tal
cual del informe “Luchando por la justicia y los derechos humanos. Activistas
egipcias cuentan su lucha” de Amnistía Internacional (ISBN: 978 - 84 - 96462 -
40 - 3)
- Defender el
derecho a la vivienda
- " Creo que
pronto habrá un ataque contra las organizaciones de derechos humanos".
Manal Tibe es
directora del Centro Egipcio por el Derecho a la Vivienda y fue miembro de la Asamblea
Constituyente egipcia hasta que dimitió el 24 de septiembre de 2012. Hace
muchos años fue activista en un grupo egipcio de Amnistía Internacional, y
ahora trabaja para poner fin a los desalojos forzosos en los asentamientos
precarios y para que se respete el derecho a la vivienda.
Manal Tibe tiene
44 años y un hijo de 16; según contó, se acercó por primera vez a los derechos humanos
cuando era estudiante universitaria y se convirtió en activista política de
izquierdas. “Queríamos democracia, derechos laborales y justicia social”,
contó. “Pero yo quería cambiar las cosas ya, aunque fuesen cosas pequeñas, no
quería esperar a que hubiese una revolución.”
Tras licenciarse,
el azar la llevó a conocer a una persona experta de un grupo de trabajo de
Amnistía Internacional. “A partir de ese momento empecé a aprender más sobre
los derechos humanos. Me uní a Amnistía Internacional y me convertí en coordinadora.”
Dos años después
me di cuenta de que dedicaba más tiempo a los derechos humanos que a mi
trabajo, así que me uní a la Organización Egipcia de Derechos Humanos. Después
pasó un tiempo con otras organizaciones de derechos humanos, como la Asociación
de Derechos Humanos y Asistencia Letrada y el Instituto Cairota de Derechos Humanos,
en donde se dedicó a la investigación. “Pero no me satisfacía, porque yo quería
formar parte de los hechos, no sólo estudiarlos después.”
Tras casarse y
tener a su hijo, se convirtió en presentadora en medios de comunicación estatales.
“Entonces decidí crear un movimiento para hacer campaña por el derecho a la vivienda,
porque en esa época había muchos desalojos forzosos. Sabía que se estaban llevando
a cabo algunos en una zona detrás del edificio de radiotelevisión en donde trabajaba.”
Me puse en
contacto con muchas organizaciones de derechos humanos para que hiciesen algo,
pero ninguna aceptó. Todas se dedicaban exclusivamente a los derechos civiles y
políticos, y dijeron que la vivienda no entraba en esa categoría, incluida
Amnistía Internacional [en aquel momento].
Así que organicé
una iniciativa por mi cuenta, con mi dinero. Pasé cuatro años trabajando de
forma voluntaria desde mi casa o desde la casa de otras personas. Al final conseguimos
algunos fondos de distintas organizaciones y creamos el Centro Egipcio del Derecho
a la Vivienda.
Tras el
levantamiento se convirtió en miembro de la Asamblea Constituyente y en una de las
escasas voces independientes en la institución. Presentó su dimisión el día
anterior a su entrevista con Amnistía Internacional, y culpó de su decisión a
la intimidación que sufría por parte de los miembros islamistas.
Según afirmó, el
detonante de su dimisión fueron las propuestas que atacaban los derechos de las
mujeres y la infancia. “Me pareció que ahora era mejor oponerme a estas políticas
desde fuera de la Asamblea Constituyente que desde dentro.”
“La nueva
Constitución no ofrece ningún tipo de protección a las mujeres. De hecho, reduce
las pocas que teníamos en la Constitución de 1971. Se ha violado el espíritu de
la revolución en muchos aspectos.”
Y añadió: “La
Constitución no afectará de ningún modo al liderazgo de las mujeres. No creo
que vaya a haber ningún cambio en la participación de las mujeres en la
política egipcia”.
También habló
airada sobre la reciente violencia sexual en la plaza Tahrir: “El acoso sirvió para
asustar a las manifestantes y que dejasen de participar en las protestas”.
¿ES OPTIMISTA
SOBRE EL FUTURO?
“No es una
cuestión de optimismo, simplemente tengo que seguir trabajando en la defensa y
promoción de los derechos humanos.”
Añadió: “La
situación actual no es nada buena. No es lo que buscábamos en el levantamiento.
Antes, cuando nos oponíamos al régimen de Mubarak, nadie nos acusaba de ser
apóstatas. Podían detenernos, pero no nos llamaban apóstatas. Ahora, si
expresas una opinión alternativa, te insultan en términos religiosos”.
Teme por la
seguridad de los activistas de los derechos humanos, a quienes cada vez se acusa
con mayor frecuencia de recibir fondos extranjeros y seguir un programa dictado
desde el exterior. “Pero”, añadió desafiante, “los movimientos de resistencia
hacen que siga siendo optimista; la resistencia no ha muerto”.
“Soy optimista con
respecto a la juventud de este país, porque quieren cambios, y estoy segura de
que no cejarán hasta conseguirlos.” En cuanto a los peligros a que se enfrentan
activistas y manifestantes, advirtió: “Todos son ‘mártires’ en ciernes”.
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