Vivienda (in)digna en Egipto
* * copiado tal
cual del informe “Luchando por la justicia y los derechos humanos. Activistas
egipcias cuentan su lucha” de Amnistía Internacional (ISBN: 978 - 84 - 96462 -
40 - 3)
En Egipto hay más
de 12 millones de personas que no tienen más remedio que vivir en los asentamientos
precarios que crecen sin control a causa de la inexistencia crónica de viviendas
asequibles en el país. Muchas de las personas que se ven obligadas a buscar alojamiento
en estos asentamientos se refugian dondequiera que puedan encontrar protección
frente al duro clima egipcio: en el laberinto de tumbas antiguas de El Cairo,
en viejos edificios a punto de venirse abajo, o simplemente bajo planchas de
cartón, metal o madera. Un gran número de asentamientos informales carecen de
infraestructuras básicas, como alcantarillado y agua corriente, y la conexión
oficial a la red eléctrica es escasa o inexistente.
En algunos
barrios, el terreno rocoso inestable, los acantilados peligrosos, las vías ferroviarias,
el riesgo de inundaciones, las cloacas al aire libre, los cables de alta
tensión y otros peligros suponen una grave amenaza para la vida y la salud,
especialmente para las personas jóvenes y las ancianas. El hacinamiento, la
falta de infraestructuras y la violencia hacen que la vida resulte dura en
estas zonas, pero también se trata de preciadas comunidades llenas de vida.
Amnistía
Internacional ha pedido a las autoridades que actúen de inmediato para proteger
a los habitantes de los asentamientos precarios cuyas condiciones ponen su vida
en peligro, con medidas como la evacuación de las zonas peligrosas y el
realojamiento temporal o permanente de los residentes. Como Estado Parte en el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Egipto tiene
la obligación jurídica de respetar, proteger y hacer realidad el derecho a una
vivienda adecuada, tal y como establece el artículo 11.1. Esto supone que el
gobierno egipcio debe abstenerse de llevar a cabo desalojos forzosos y debe
proteger a las personas frente a las injerencias en sus derechos por parte de
terceros, como los arrendadores; además, las autoridades deben adoptar las
medidas necesarias para la plena realización del derecho a una vivienda
adecuada. Deben dar prioridad a un nivel mínimo esencial de vivienda para todas
las personas y a los grupos más desfavorecidos en todos los programas y cuando
se asignen recursos. El Pacto también exige que el gobierno garantice el
derecho de las personas a ser consultadas sobre las decisiones que afectan a
sus derechos humanos y a participar en ellas, y que ofrezca un recurso efectivo
si se vulnera alguno de estos derechos.
En la práctica,
las autoridades egipcias han tratado con desprecio a las personas que viven en
asentamientos informales, las han sometido a desalojos forzosos, y han atacado
y encarcelado a las que se han atrevido a protestar. Muchos habitantes de
asentamientos precarios viven con miedo a causa de las peligrosas condiciones
de vida y de la amenaza de desalojo forzoso.
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