Construir el género. La transexualidad en la niñez
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México DF, febrero 12 de 2013. *Publicado en el número 199 del Suplemento Letra
S del periódico La Jornada el jueves 7 de febrero de 2013.
Era una
fiesta infantil, los juegos inflables estaban atestados y los invitados reían y
jugaban. Aurora charlaba con otras mamás, intentaba disfrutar el momento, sin
embargo, cuando los acordes de aquella canción comenzaron a sonar, entró en
pánico y en sus adentros rogó: ¡que no lo haga! ¡que no lo haga! Volteó hacia
donde estaba Fabián, su hijo de seis años, y el mundo se le vino encima cuando
lo vio moverse alegremente como la cantante Shakira.
De
inmediato sintió las miradas del resto de los invitados, la vergüenza le
impidió moverse, cuando reaccionó corrió a regañarlo y se fueron a casa. No era
la primera vez que ocurría, en otra ocasión, cuando el momento de romper la
piñata había llegado, el pequeño corrió a formarse… en la fila de las niñas.
"¡No te formes ahí, tu eres un niño!", le gritaba Aurora, para quien
las fiestas y reuniones se convirtieron en una pesadilla.
Inicialmente
pensó que el pequeño lo hacía para enfadarla, ahora recuerda que el
comportamiento femenino siempre estuvo presente. "Cuando tenía como tres
años lo bañaba en una tina, a esa edad se ponía de pie, tomaba la toalla, se
envolvía con ella debajo de sus bracitos y decía '¡mira mamá, mi vestido de
princesa!', esa fue la primera chispa que llamó mi atención".
Cuando
salía con Jorge, su padre, Fabián no la pasaba mejor. Una tarde en el cine,
angustiado y furioso por las actitudes que creía eran consecuencia de los mimos
de Aurora, Jorge sacó a su hijo del sanitario de las mujeres y lo obligó a
orinar en un mingitorio. Incluso, llegó a mostrarle "cierta
pornografía" en aras de reafirmar la "hombría" de su hijo.
Todas
las noches, el pequeño era presa de intensos sudores y diuresis nocturna que
hacían a Aurora levantarse en dos ocasiones para cambiarle las sábanas y ropas.
Llegó a acondicionarle una cama en el sanitario porque pensaba que su hijo
"ya le había tomado la medida".
Lo que
Aurora y Jorge ignoraban era que Fabián, a sus escasos seis años, atravesaba
por una etapa de intenso estrés generada por su condición de transexualidad,
misma que de acuerdo con Selma González Serratos, académica del Programa
Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional
Autónoma de México, se define como "la condición de algunos seres humanos
que se viven en un cuerpo que les es extraño".
De
acuerdo con la experta, la sensación y actitud persistentes de comportarse de
manera distinta al rol de género asignado –entendido como el conjunto de
conductas, tareas y responsabilidades que una sociedad considera apropiadas
para hombres o mujeres–, se deriva de una incongruencia entre el sentir de la
persona y el cuerpo con el que nació.
"¿Dónde
empieza o por qué se da la transexualidad?, nadie lo sabe. Resulta absurdo
preguntarnos eso porque estamos estereotipadamente acostumbrados a decir que el
azul es para hombres y el rosa, para mujeres. No somos capaces de pensar en una
formulación distinta. Se han querido buscar sus orígenes pero eso sería como
querer buscar los de la heterosexualidad". González Serratos subraya que
en todo caso sería más fácil entender que hay una diversidad de
comportamientos, uno de ellos la transexualidad, en el que ponerse ropas del
otro género no constituye un acto de excitación sexual, como podría suceder en
el travestismo, sino que responde a una necesidad emocional persistente. Para
Juan Luis Álvarez-Gayou, director del Instituto Mexicano de Sexología, tampoco
hay causas conocidas de la transexualidad, definida esta como "la
discordancia entre la identidad de género –percepción psicológica de sentirse
hombre o mujer–, y el cuerpo", aunado a que socialmente prevalece la
confusión.
"Te dije que como a mi papá"
En las
playas de Veracruz, el calor era intenso y Verónica no deseaba otra cosa que
jugar con las olas. Liliana, su madre, sacaba de la maleta el traje de baño,
pero apenas lo vio, la pequeña en ese entonces de siete años dijo que no se lo
pondría y que se metería al agua "con el puro short".
"Pero,
¿cómo vas a hacer eso?", preguntó Liliana visiblemente sorprendida.
Intentó obligarla pero fue en vano. "¡Respétame!", exclamó Verónica
apoyada por su padre, para quien era importante no forzarla a hacer cosas que
no quería.
Más
tarde, caminando por el malecón del puerto, la familia se topó con un vendedor
de collares. Tras mirarlos detenidamente, Verónica preguntó: "¿Me puedes
comprar ese con la letra E?". "Esa no es tu inicial, tu letra es la
V", soltó Liliana. La pequeña se le acercó y le susurró al oído: "¿Te
puedo decir un secreto? Yo quiero que me digas Erick".
Estupefacta,
Liliana no dijo ni sí ni no, simplemente no compró el dije. Regresaron al
Distrito Federal donde Verónica insistía en que su mamá la llamara
"Erick", Liliana cedió pero sólo en el ámbito privado; de repente lo
olvidaba, ocasionando el enojo de la pequeña.
Meses
atrás, Liliana había sentido lo que define como otra "bandeja de agua
fría" cuando tras mucha insistencia y previa advertencia ("quiero que
me metas la máquina como a mi papá"), accedió a cortar el cabello a su
hija.
"Le
puse una película para que estuviera en paz, cuando escuchó la máquina y la
sintió sobre su cabeza se emocionó mucho, sin embargo, cuando terminé y la puse
frente al espejo, con un tono muy serio me dijo: 'Mamá, me has decepcionado'.
Totalmente sorprendida pregunté: ¿por qué? 'Porque yo te dije cortito… te dije
que como a mi papá'".
Varias
cosas había permitido Liliana a su hija: no usar vestidos, solamente
pantalones, traer el cabello corto como su papá, no usar diadema, comprarse
dijes con calaveras y huesos cruzados al centro, usar zapatos de niño, incluso,
después de vanos intentos porque no lo hiciera, referirse a sí misma en
términos masculinos. "Con tantas 'señales' pensé que mi hija era lesbiana.
Lo había imaginado y mi esposo y yo estábamos dispuestos a aceptarlo".
Un día,
mientras charlaban, Verónica dijo: "¿Sabes qué, mamá?, quiero que me
compres ropa interior como la de mi papá". "¡Fue cuando ardió
Troya!", recuerda Liliana, quien tras ese suceso comenzó a buscar
información. "Ya había permitido varias cosas y eso superaba mi capacidad
de entendimiento".
Infancia trans, sector oculto
Datos
arrojados en 2001 por la Asociación Mundial de Profesionales para la Salud
Transgenérica y Transexual, señalaron la existencia de una mujer transexual por
cada 11 mil 900 varones y de un hombre transexual por cada 30 mil 400 mujeres.
Para expertos como Álvarez-Gayou hay una persona trans por cada 35 mil nacidas
con vida.
Añade
que el sector de niñas y niños trans está oculto porque está dentro de la familia,
en tanto que los adultos se mueven en un espacio social donde tienen que
identificarse para buscar un empleo o realizar trámites. Subraya que más allá
de la identidad genérica de cualquier niño o niña, lo verdaderamente importante
es que se sientan aceptados y queridos, pues eso les traerá salud mental,
emocional y sexual.
Para
activistas como Gloria Hazel Davenport, el tema de la transexualidad en niños y
niñas es un tabú, pues los padres y madres ven rotas las expectativas que crean
sobre la vida de éstos desde su nacimiento.
"Para
los padres, sobre todo para el varón, es difícil presenciar el nacimiento de
una persona que no cumple con las visiones de un liderazgo heteronormativo.
Todos los papás quieren tener hijos machos, líderes, si esto no pasa, la
masculinidad del padre queda herida, la persona más afectada en esto no es el
padre, sino la niña o el niño trans, quienes primero deben enfrentar su
confusión interna".
Espacios de "emergencia social"
Eva
Alcántara, especialista en temas de asignación sexual e identidad de género en
la infancia, menciona que los grupos de apoyo cumplen una función importante
porque ofrecen un lugar alternativo al que generalmente ocupan los infantes
trans y sus familias, que es el lugar del desprestigio, enfermedad, locura,
anormalidad y monstruosidad.
Sin
embargo, para la también investigadora de la Universidad Autónoma
Metropolitana, estos espacios no solucionan el problema de por qué los infantes
no pueden ser vistos sin ser estereotipados en lo femenino o lo masculino.
"No debemos minimizar el trabajo de estos grupos porque los cambios
sociales llevan mucho tiempo, en este momento cumplen una cierta función, de
emergencia social".
Convencida
de que todo infante tiene derecho a vivir una niñez plena en la que pueda
expresarse tal cual es, Alcántara Zavala plantea que el problema de la
aceptación de este sector poblacional está relacionado con lo que define como
"síntoma social", es decir, con la rígida concepción que se tiene de
lo que es masculino y lo que es femenino.
"La
solución tiene que ver con que todos nos hagamos responsables de esa
circunstancia y no exijamos que un infante sea quien cambie para que encaje en
el sistema social".
"Tiré toda la ropa del niño que nunca
tuve"
Actualmente,
la situación de Aurora y Liliana es distinta, se sienten satisfechas con lo
aprendido en el grupo. Las pesadillas y diuresis nocturnas de Fabián quedaron
atrás desde que su madre le permitió ser Ana; y Verónica se siente mejor desde
que le dejan ser José Luis. Ambas lograron inscribirlos en una escuela donde
sólo el director y sus maestras saben su condición. Están dispuestas a
apoyarlos en todo, incluso en el proceso de hormonación, aunque, aseveran,
"es demasiado pronto para eso".
Para
Eva Alcántara el reto social consiste en lograr no condicionar el cariño a
niños y niñas con base en patrones estereotipados, a la vez que se pregunta qué
tan feliz puede ser un niño cuando la única alternativa que le han propuesto es
pasarlo al otro sexo.
En
tanto, Liliana y su esposo organizaron una fiesta familiar y proyectaron un
video para explicar la situación de su hijo. Cuando terminó, el ambiente se
tensó, alguien comenzó a aplaudir y de inmediato todos lo imitaron. La
situación de Aurora ha sido más complicada, sin el apoyo de su esposo y
familiares asegura convencida: "¡Ya no quiero esconderme! ¡Ni mi hija ni
yo somos delincuentes! Hoy mi hija tiene una calidad de vida excelente, se
comporta como cualquier niña. ¡Tiré toda la ropa del niño que nunca tuve y la
apoyaré para que sea feliz!".
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