Carolina Escobar Sarti: ¿Dónde están?

© Carolina Escobar Sarti, Prensa libre

Parece que está de moda hablar de “Trata de personas”. Este problema, que hace un par de años fuera poco nombrado en la sociedad guatemalteca, ahora ocupa primeros lugares en las agendas de la cooperación y, consecuentemente, en las agendas políticas y mediáticas del país. El hecho es que la esclavitud es un problema histórico, porque es primero un problema devenido del mundo de las ideas, donde filósofos de la talla de Aristóteles la elaboraron teóricamente para sustentar la teoría de amos y esclavos.

La explotación laboral de niños y niñas es trata; la pornografía infantil y adolescente es trata, como lo es el turismo sexual; la explotación sexual comercial de personas menores de edad es trata; las adopciones ilegales son trata; la mendicidad, la servidumbre forzada, el matrimonio servil y el reclutamiento forzoso de personas menores de edad en grupos de crimen organizado, todas son formas de trata. Y hay más. La trata está siendo tratada como un tema de actualidad, y no como lo que es: un problema de fondo en una sociedad altamente tolerante a la esclavitud y a la violencia, al machismo y al autoritarismo.

Pocos relacionamos la trata de personas con las niñas, niños y adolescentes desaparecidos en el país. En el año 2010, la Fundación Sobrevivientes impulsó la Ley del Sistema de Alerta Alba-Keneth. Antes de dicha ley, cuando un padre o una madre daban aviso de su hijo o hija desaparecidos, la policía esperaba de 24 a 48 horas para iniciar la búsqueda. A partir de esta normativa, la búsqueda comienza inmediatamente y la coordinadora integrada para el efecto, compuesta por representantes de varias instituciones estatales, debe tener un informe sobre las acciones realizadas seis horas después. Todo esto evita males mayores, como la muerte de las personas menores desaparecidas.

En el 2012 se reportaron aproximadamente 5,200 activaciones de Alerta Alba-Keneth. A la fecha, hay más de 1,800 adolescentes de sexo femenino que siguen sin aparecer. Y eso que no estamos contando las alertas que se han activado este año. Los niños y niñas, en su mayoría, aparecieron, pero las adolescentes no. ¿Por qué? ¿Podemos relacionar esto con el tema de trata de personas y con clientes que las prefieren adolescentes? ¿Están en Guatemala o ya fueron sacadas del país en furgones que cruzan las fronteras sin que nadie diga nada?


Esa ley contiene mecanismos de vigilancia propios, como la parte del Artículo 8 que dice: “El funcionario o empleado público que estando obligado por la presente Ley, omita o se niegue a ejecutar las acciones inmediatas de búsqueda, localización y resguardo de una persona menor de edad, será destituido inmediatamente de su cargo, sin perjuicio de las responsabilidades penales.” ¿Dónde están las adolescentes guatemaltecas desaparecidas? ¿A quién le pedimos cuentas? ¿Cómo se desarrolla una sociedad donde se pierden las niñas y mujeres, y cada día 120 niñas y adolescentes quedan embarazadas, la mayoría por violación? ¿Dónde están las adolescentes vendidas, engañadas, desaparecidas, drogadas y esclavizadas en medio de este sistema perverso que protege al sacrosanto cliente?

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