Beatriz Preciado: Huelga de úteros
© Beatriz
Preciado, Público
* *Beatriz
Preciado es doctora en filosofía y directora del Programa de Estudios
Independientes del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA).
- La doctora en
filosofía y feminista Beatriz Preciado clama contra el propósito del Gobierno
de Rajoy de “plantar una bandera de España en cada útero del Estado-Nación”.
Frente a las intenciones insanas del nacionalcatolicismo, afirmación como
ciudadanas totales: abstinencia, homosexualidad, masturbación, fetichismo…
aborto.
Encerrados en la
ficción individualista neoliberal, vivimos con la ingenua sensación de que
nuestro cuerpo nos pertenece, de que es nuestra propiedad más íntima. Sin
embargo, la gestión de la mayor parte de nuestros órganos está a cargo de
diferentes instancias gubernamentales o económicas. De todos los órganos del
cuerpo, el útero ha sido sin duda aquel que históricamente ha sido objeto de
una mayor expropiación política y económica. Cavidad potencialmente
gestacional, el útero no es un órgano privado, sino un espacio biopolítico de
excepción, al que no se aplican las normas que regulan el resto de nuestras
cavidades anatómicas. Como espacio de excepción, el útero se parece más al campo
de refugiados o a la prisión, que al hígado o al pulmón.
El cuerpo de las
mujeres contiene dentro de sí un espacio público, por cuya jurisdicción se
disputan no sólo los poderes religiosos y políticos, sino también las
industrias médicas, farmacéuticas y agroalimentarias. De ahí que, como bien
señala la historiadora Joan Scott las mujeres hayan estado durante largo tiempo
en una situación de “ciudadanía paradójica”: si como cuerpos humanos pertenecen
a la comunidad democrática de ciudadanos libres, como cuerpos con úteros
potencialmente gestantes, pierden su autonomía y pasan a ser objeto de una
intensa vigilancia y tutela política. Cada mujer lleva dentro de sí un
laboratorio del Estado-Nación de cuya gestión depende la pureza de la etnia
nacional. Durante los últimos cuarenta años, el feminismo ha llevado a cabo en
Occidente un proceso de descolonización del útero. Pero la actualidad española
nos muestra que este proceso no sólo está inacabado, sino que es frágil y
fácilmente revocable.
El pasado 20 de diciembre,
el gobierno de Mariano Rajoy aprobaba en España el Anteproyecto para la nueva
ley del aborto que será, junto con la irlandesa, la más restrictiva de toda
Europa. La nueva ley de “Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos
de la Mujer Embarazada” contempla únicamente dos supuestos de aborto legal: el
riesgo para la salud física o psíquica de la madre (con un plazo de 22 semanas)
o violación (con un plazo de 12 semanas). Además, el riesgo de la madre deberá
ser acreditado por un médico y un psiquiatra independientes y deberá ser objeto
de un proceso colectivo de deliberación. El Anteproyecto ha suscitado no sólo
la indignación de los grupos de izquierda y feministas, sino también la
oposición del colectivo de psiquiatras que se niegan a participar en este
proceso de vigilancia y patologización de las mujeres embarazadas que restringe
su derecho a decidir por sí mismas.
¿Cómo explicar
esta iniciativa del gobierno de Rajoy? Las políticas del útero, como la censura
o la restricción de la libertad de manifestación, son un buen detector de las
derivas nacionalistas y totalitarias. En un contexto de crisis económica y
política del Estado español, frente a la reorganización del territorio y de
“anatomía” nacional (pensemos en el proceso abierto de secesión de Cataluña,
pero también en el actual descrédito de la monarquía y en la corrupción de las
élites dirigentes) el gobierno busca recuperar el útero como lugar biopolítico
en el que fabricar de nuevo la soberanía nacional. Sueñan que poseyendo el útero
podrán mantener las viejas fronteras del Estado-Nación en descomposición. Este
Anteproyecto de Ley es también una respuesta a la legalización del matrimonio
homosexual que tuvo lugar durante el mandato del precedente gobierno socialista
y que, a pesar de intentos recurrentes del PP, el Tribunal Constitucional no ha
aceptado derogar. Frente a la puesta en cuestión del modelo de familia
heterosexual, el gobierno de Rajoy, próximo del grupo integrista católico Opus
Dei, pretende ahora ocupar el cuerpo femenino como último lugar en el que se
juega no sólo la reproducción nacional, sino también la hegemonía masculina.
Si la historia
biopolítica pudiera ser narrada cinematográficamente diríamos que la película
que nos prepara el PP es un febril porno-gore en el que el presidente Rajoy y
su ministro de justicia Ruiz Gallardón plantan una bandera de España en todos y
cada uno de los úteros del Estado-Nación. Este es el mensaje que envía el
gobierno de Rajoy a todas las mujeres del país: tu útero es territorio del
Estado español, coto y fermento de la soberanía nacionalcatólica. Sólo existes
como Madre. Abre las piernas, sé tierra de inseminación, reproduce España. Si
la ley que pretende implantar el PP se hiciera efectiva, las españolas se
despertarían con el Consejo de Ministros y con la conferencia episcopal dentro
de sus endometrios.
Como cuerpo nacido
con útero, cierro las piernas al nacionalcatolicismo. Les digo a Rajoy y Rouco
Varela que no pondrán un pie en mi útero: ni he gestado, ni nunca gestaré al
servicio de la política españolista. Desde esta modesta tribuna, invito a todos
los cuerpos a hacer huelga de útero. Afirmémosnos como ciudadanas totales, no
como úteros reproductivos. No sólo a través de la abstinencia y la
homosexualidad, sino también de la masturbación, de la sodomía, del fetichismo,
de la coprofagia, de la zoofilia… y del aborto. No dejemos que penetre en
nuestros úteros ni una sola gota de esperma nacionalcatólico. No gestemos para
las cuentas del PP, ni para las parroquias de la Conferencia Episcopal. Hagamos
esta huelga como haríamos el más matriótico de los gestos: para acabar con la
ficción nacional y empezar a imaginar una comunidad de vida
post-Estado-nacional, que no tenga como condición de posibilidad la violencia y
la expropiación del útero.
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