Bronies
Con la
ola de frio polar ártico me he encerrado en casa a cal y canto y me he tragado
lo que no está en los escritos - léase las cinco últimas temporadas de Dexter
de un tirón y documentales a tutiplén. El último documental que he visto es
Bronies, sobre adolescentos y hombres jóvenes que son fans de My Little Pony. En
EEUU, Alemania, Inglaterra, Israel y otros países del mundo mundial les ha dado
por ver My Little Pony y no sólo ven los dibujos animados sino que crean arte
(canciones, esculturas, juegos de luces, figuritas, etc.) y organizan quedadas para
frikis y convenciones en plan convención Guerra de las Galaxias sólo que se
disfrazan de ponies.
Hay
bronies estudiantes, biólogos, soldados… de todas las edades. A los
adolescentes les cuesta contarlo en su casa porque no saben cómo van a
reaccionar sus padres: si rumbosamente yendo a la convención como uno más (hay
un padre tan entusiasta que temíame yo acabase con su disfraz de poni) o yendo
a la convención a regañadientes (como el padre de otro que no lo dice
abiertamente pero básicamente teme que su hijo sea gay). Independientemente de
la edad, tampoco lo pueden contar alegremente a sus amigos o en las zonas donde
viven o en el trabajo. Natural: el patriarcado nos enseña que los niños que ven
dibujos animados para niñas son "maricones" y los adultos que hacen
otro tanto tienen que ser pedófilos fijo.
Gracias
a las páginas webs de fans se han conocido parejas, adolescentes con síndrome
de asperger y otros problemas para relacionarse han salido de sus casas, chicas
con cáncer llevaron mejor su hospitalización y algo más que se me olvida. En
fin: el documental no es pa'darle un Oscar, pero está entretenido para pasar el
rato así que os lo recomiendo.
Bronies
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