Ana Myrella Saadeh Rivera: Niñez y adolescencia trabajadora
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ni idea de quién me ha pasado este artículo o de dónde he podido descargármelo.
Estoy limpiando "morralla" del portátil y me he encontrado el PDF.
Comparto, difundo y siento en el alma no poder citar la fuente.
* * Ana
Myrella Saadeh Rivera es licenciada en Psicología por la Universidad Rafael
Landivar de Guatemala. Estudios de post grado en Psicología Preventiva y
Comunitaria, Psicología Social y Violencia Política, por la Universidad de San
Carlos y Rafael Landivar de Guatemala, y de cooperación internacional por la
Universidad de Oviedo, en España. Años de experiencia en el abordaje de la
niñez y adolescencia a través de la práctica institucional en ONGs como PRONICE
y PAMI. Docente universitaria en el nivel de pre grado y post grado en
Guatemala. Contacto: direcciongeneral@pami-guatemala.org.
NIÑEZ Y
ADOLESCENCIA TRABAJADORA: UN ASUNTO DE DOBLE MORAL
Resumen
Este
artículo expone las diferencias conceptuales entre trabajo infantil,
explotación laboral, trabajo de alto riesgo y niñez y adolescencia trabajadora;
sobre cómo la erradicación del trabajo es la primera y casi única respuesta
para el abordaje de dicho fenómeno, convirtiéndose en un abordaje irreal y de
doble moral. ¿Por qué doble moral?, porque la manera en cómo se enfrenta el
fenómeno plantea serias contradicciones conceptuales, legales, geográficas y de
abordaje; se castiga a la niñez pobre que trabaja en el campo y en países del
tercer mundo, pero se invisibiliza a otra niñez que trabaja haciendo cine o en
empresas dedicadas a desarrollar software o productos de internet en Estados
Unidos y otros países del primer mundo.
En
algunas leyes se prohíbe el trabajo de las personas menores de edad, pero se
dejan abiertas puertas y ventanas que lo permiten en el mismo marco legal o en
documentos estatales e institucionales (quienes son los encargados de
erradicar). Se enfatiza en el riesgo del trabajo que realiza la niñez pobre en
la agricultura, el comercio, las labores domésticas, pero invisibiliza el
impacto del trabajo y de otro tipo de riesgos de la niñez con recursos, pero
que genera millones.
Se
presenta en el artículo que, para romper el doble vínculo y superar la doble
moral, es importante volver a discutir este olvidado tema, pero con mayor
seriedad y profundidad, desde la pobreza como principal condición asociada al
fenómeno, para ello es necesario que se consulte a todos los actores involucrados
(incluyendo a la niñez y adolescencia trabajadora y sus familias) para contar
con propuestas de intervenciones reales, para que se desarrollen acciones de
exigibilidad a los sucesivos gobiernos y que éstos cumplan con sus compromisos,
entre ellos un marco legal más coherente que produzca la superación de la inequidad
estructural de base y el cumplimiento de los derechos de la niñez y
adolescencia y de sus familias.
Introducción
"¡Uy,
tan chiquito y anda vendiendo en la calle!"
"No
le dará vergüenza a la nana mandarla a trabajar y tan pequeña"
"A
duras penas tiene metro y medio de alto y ya sabe repellar paredes"
"Presos
tendría yo a esos tatas irresponsables"
"Ya
hubiera cerrado esa empresa familiar que tiene a los patojos trabajando ahí"
Estos
comentarios califican el tema de niñez y adolescencia trabajadora y a sus
familias de una manera simple. Se hacen dichos comentarios, desde la comodidad de
automóviles, casas seguras, hogares integrados y recursos asegurados, elementos
todos que se han alcanzado a través de oportunidades en algunos casos, y suerte
en la vida, en otros. Estas personas, en la mayoría de los casos, desde países
desarrollados se atreven a proponer que:
- “No
se debe aceptar ninguna forma de trabajo infantil para ningún niño o niña.
- El
trabajo infantil es causa y hace que la pobreza se afirme.
- La
erradicación del trabajo infantil es necesaria, cualquier ley que regule el
trabajo infantil es inaceptable.
-
Cualquier justificación que perpetúe la existencia del trabajo infantil debe ser
condenada.”
Se
discute el fenómeno con argumentos legales, desde perspectivas macroeconómicas y
prejuicios, pero casi nadie quiere hablar de los sujetos, de chicos y chicas que
en su quehacer laboral generan recursos económicos para su sostenimiento y el apoyo
familiar y también aprenden para su vida, en términos de lo que el trabajo les ofrece
en conocimientos, pero también de actitudes, de responsabilidad, disciplina y
prácticas solidarias para sus familias, su comunidad y el país (la niñez
trabajadora menor de 14 años aporta el 20% del Producto Interno Bruto de
Guatemala).
Previo
a discurrir sobre la doble moral con que se aborda el tema de niñez y adolescencia
trabajadora en Guatemala y en otros países, se considera útil plantear con
claridad algunos conceptos que caracterizan el fenómeno.
Existen varios conceptos que intentan
identificarlo y que se utilizan indistintamente, algunos hablan de trabajo
infantil, otros de explotación laboral, trabajo de alto riesgo y los menos la
definen como niñez y adolescencia trabajadora. Desde el punto de vista de la
autora cada concepto tiene diferentes significados e implicaciones y a partir
de ellos maneras de abordarlos.
El
primero de ellos, trabajo infantil, pone énfasis en el sustantivo trabajo, por lo
que el abordaje lógico y la intervención se plantean en términos de la
erradicación.
¿Cuáles
son algunas consecuencias conocidas de erradicar sin tomar en consideración
otros elementos? La primera consecuencia es mayor pobreza de la niñez y sus
familias, dado que es un fenómeno estrechamente vinculado con las condiciones
socioeconómicas de las personas. Un trabajo realizado por el Instituto Nacional
de Estadísticas en el año 2003 en Guatemala muestra cómo aumenta el número de
niñez trabajadora en la medida que también aumentan las condiciones de pobreza
y extrema pobreza del país.
Según
Rodolfo Pisoni, en un estudio escrito en la década de los años 90, situación que
no es diferente hoy, de cada 10 niños y niñas trabajadores 8 eran pobres y sus
ingresos de relevancia para la vida de ellos, ellas y sus familias significaban
entre un 65 a un 80% del ingreso de sus hogares pobres o en indigencia. Este
ingreso les posibilita a esas familias “afrontar de mejor manera la
subsistencia.”
Una
segunda consecuencia está relacionada con la invisibilización de la niñez trabajadora
menor de 14 años; por último existe una tendencia de culpabilizar a las
víctimas, a la propia niñez o a sus padres y madres, dejando invisible la
responsabilidad de los gobiernos por la ausencia de políticas serias de combate
a la pobreza. Parafraseando a Eduardo Galeano: se culpa al pobre y se deja
impune al sistema que lo crea.
El
segundo concepto: explotación laboral, pone énfasis en las condiciones
laborales de explotación, por lo que el enfoque también es la erradicación. Además
de las consecuencias anteriores, se agrega que la erradicación casi nunca
plantea mejorar las condiciones laborales o exigir que la contratante cumpla con
su responsabilidad patronal. Usualmente las autoridades encargadas de velar por
el cumplimiento de los derechos laborales, no sancionan los incumplimientos de
la parte patronal en el caso de los adultos, menos cuando se trata de personas
menores de edad. El sistema en Guatemala y en otros países de la región generan
condiciones extremas de pobreza y extrema pobreza, donde la niñez y la
adolescencia es impelida a buscar fuentes de recursos, muchas veces en
situaciones de peligrosidad, con tal de paliar sus condiciones socioeconómicas.
El
tercer concepto es trabajo de alto riesgo y su enfoque se sitúa en la
peligrosidad. Adicionalmente a las anteriores consideraciones que también se
aplican a este concepto, se agrega el análisis sobre la total confusión
conceptual de lo que significa trabajo: por ejemplo, el Convenio 182 de la OIT
en su artículo 3, literales b) y c) considera como peores formas de trabajo
infantil “... la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la
prostitución, la producción de pornografía o actuaciones pornográficas… para
realización de actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico
de estupefacientes…” situaciones que constituyen más bien un delito y no una
forma de trabajo. Si estas actividades quedan definidas en términos de trabajo,
los proxenetas y los traficantes de drogas podrían quedar en la categoría de
empresarios.
El
cuarto y último concepto es niñez y adolescencia trabajadora, quien así lo
acuña y adopta pone el énfasis en el sujeto y entonces, los reconoce como
sujetos de derechos y asume acciones relacionadas con la restitución de sus
derechos humanos tales como la educación, salud, nutrición, expresión, opinión
y participación, entre otros. Este concepto tiene claridad sobre la necesidad,
en primer término, de dignificar a los sujetos y su quehacer y luchar porque
sus condiciones de vida mejoren, en tanto sus derechos se cumplan. A excepción
de este último concepto, el resto plantean abordajes similares y se reflejan
dos posturas que aparecen con claridad.
En el
primer concepto ni siquiera se visibiliza a la niñez ni a sus familias, la mayoría
empobrecidas, negándose a abordar el fenómeno desde otras perspectivas como la
economía familiar o comunitaria, el incumplimiento de sus derechos humanos
(educación, salud, entre otros) así como la falta de oportunidades productivas
que posibilite mejores condiciones socioeconómicas, entre otras. Y es que la
pobreza, principal condición de su quehacer como trabajadores, es mejor esconderla
porque ¡duele, lastima, avergüenza, indigna!
En la
segunda postura, cuando la niñez y adolescencia trabajadora es visibilizada es
para satanizarla, condenarla, así como a sus familias, por lo que el
planteamiento de intervención de parte de los diferentes gobiernos,
organizaciones y sectores es sacarlos de las calles, de las fábricas, de las
casas, donde logran ganar su sustento y con ello los dejan en mayor situación
de vulnerabilidad y riesgo. La respuesta son intervenciones legales que los
castigan, dejándolos a ellos, ellas y sus familias viviendo en condiciones de
mayor pobreza, inequidad y exclusión.
Estas
posturas son esgrimidas por algunos estudiosos del fenómeno. Sin embargo, este
artículo propone abordar el tema comparando las visiones que sobre el fenómeno
se tienen en algunos países latinoamericanos y otros del llamado tercer mundo o
en vías de desarrollo, frente a las perspectivas de los países del primer mundo
o desarrollados, proponiendo la erradicación y abordajes conexos, solamente en
algunos casos. Estas situaciones y otras que se procederán a caracterizar dan
lugar a pensar y debatir sobre la doble moral existente en la inequidad para el
abordaje del fenómeno.
“Desde
una mesa repleta cualquiera decide aplaudir
la
caravana en harapos de todos los pobres
desde
un mantel importado y de un vino añejado se lucha muy bien…”
Canción
en harapos / Silvio Rodríguez
En los
países del llamado primer mundo, la vida es más fácil y por eso se hace muy
cómodo tener propuestas de intervención como la erradicación del trabajo que
realizan aquellos niños y niñas más pobres, manejando el argumento de que es
peligroso para su desarrollo y no incluyen otro nivel de pensamiento y profundización
de los fenómenos, tampoco implican algún nivel de compromisos para sus países o
gobiernos para demandar a nuestros Estados esfuerzos más serios y estratégicos para
contribuir a la solución de la inequidad estructural, principal condición y causa
de fenómenos como la incorporación de la niñez y adolescencia en el mercado laboral.
La mayoría de esas intervenciones están orientadas hacia la erradicación del
trabajo infantil, sin profundizar en causas y consecuencias, ni en los
verdaderos responsables de la pobreza, de la falta de oportunidades para todos,
de compromiso para garantizar el cumplimiento de los derechos humanos para más
de la mitad de la población de países como Guatemala.
Las
propuestas de intervención anteriormente descritas por algunos organismos,
ciertamente le asignan al Estado la tarea de erradicación, pero no les exigen ni
los sancionan por su incumplimiento. Es decir, demandara un Estado para que
vele por el cumplimiento de los derechos de la niñez, implica que eduque, capacite,
brinde salud y nutrición, posibilite la opinión, expresión, opinión, que la
niñez verdaderamente viva y ejercite sus derechos. Y a la iniciativa privada la
promoción del empleo adulto, en condiciones de dignidad, que promueva fuentes
de trabajo con salarios y condiciones laborales dignas. ¿Pero, dónde está dicha
exigencia? ¿Sabía usted que el Estado de Guatemala cuenta con un plan de
erradicación del trabajo infantil que propone como un eje importante la
promoción del empleo adulto? Frente a esto ¿cómo se comporta la tasa de empleo
y desempleo en nuestro país? ¿Quién exige que estas tasas sean diferentes y
estén orientadas al desarrollo de las comunidades y del país? En el año 2009 el
Ministro de Trabajo reconoció la pérdida de 60,000 empleos lo que ocasionó un
incremento del 0.6% en la tasa de desempleo y que el 75% de la economía adulta
fuera informal, según información de ese mismo Ministerio.
Adicionalmente,
los organismos internacionales fundamentan su propuesta - discurso de
erradicación en “lo negativo del trabajo”, criterio que han transmitido a otras
personas, empresas, organismos y gobiernos quienes lo repiten sin
reflexionarlo, sin profundizarlo, y lo peor, sin hacer mayores cosas de fondo
por superarlo. O cuando proponen proyectos de erradicación se proyectan con una
duración máxima de 18 meses, con estrategias como dotar de becas a la niñez con
el fin de contribuir “a erradicar ese problema”. Aún en los términos planteados
en estos organismos ¿Es posible erradicar el trabajo infantil en un año y
medio? ¿Son sostenibles las becas por ese periodo de tiempo y que una
generación completa opte por estudiar y abandone el trabajo? La idea
fundamental que ha impuesto ese discurso publicitado hasta el cansancio, es que
un niño o niña trabajadora limita su desarrollo integral. Acaso ¿se han
detenido alguna vez para hablar a fondo con uno de estos niños, niñas o adolescentes
y verificar ese discurso? Y cuando lo han hecho ¿losan escuchado de verdad o
los escuchan con el prejuicio de su propuesta? ¿Han reflexionado sobre sus
historias que se desarrollan en sociedades empobrecidas ella que el trabajo de
los más chicos y chicas constituye una estrategia válida frente a la exclusión
que viven, en donde las oportunidades son para pocos?
Si
escucharan con atención se darían cuenta de su realidad, su verdad, explicada en
términos de solidaridad ante la verdadera situación socioeconómica de sus familias,
en donde los ingresos son exiguos y las condiciones de vida paupérrimas: viviendas
inadecuadas (por el material de construcción empleado, los sitios donde están
ubicadas – orillas de ríos, barrancos –, por la falta de acceso a servicios básicos
como agua potable, disposición de sólidos, entre otras), padres y madres analfabetas
o con una escolaridad tan baja que difícilmente posibilita un perfil de empleo
que garantice mayores y mejores ingresos, con una salud y nutrición deficiente y
frágil, sólo por mencionar algunas de esas condiciones de vida.
Pero
también sabrían que muchos de esos niños y niñas trabajadores tienen mayores
habilidades con relación a otros/as quienes han tenido como única referencia la
escuela, por ejemplo, para hacer operaciones básicas de aritmética o hablar otros
idiomas (como los de Antigua Guatemala, Panajachel y otros sitios turísticos). También
se darían cuenta de sus enormes capacidades verbales que les posibilitan vender
los beneficios y los productos manufacturados por ellos, comunicar sus
capacidades como artesanos, como diseñadores de joyas, tal y como se
autodenominan. A pesar de los riesgos que enfrentan, a los cuales también están
expuestos quienes no trabajan, la niñez trabajadora sabe defenderse en la vida
y enfrentar resilientemente situaciones que para otros y otras es cuesta
arriba. Lo anterior nos permite reflexionar cuestiones de fondo, por ejemplo,
que el trabajo es un derecho universal, no obstante, se plantea como malo,
incorrecto e inadecuado para la niñez y adolescencia. Se aclara que se habla de
trabajo no de explotación laboral. Entonces, ¿es inconveniente que la niñez y
adolescencia trabajen? A continuación algunas reflexiones y ejemplos que
ilustran cómo este cuestionamiento y las respuestas que se proponen se han
convertido en un asunto de doble moral.
Primero,
algunos organismos internacionales promueven el trabajo como una de las
estrategias para sacar a niñas, niños y adolescentes de condiciones de
explotación sexual comercial. Esto nos lleva a la pregunta ¿por qué ésta es una
estrategia válida para este tipo de fenómeno y de niñez y no lo es para otros?
Segundo, ¿por qué no se juzga igual a la niñez trabajadora que hace cine y
televisión y a sus familias de la misma manera que a un niño agricultor o a una
chica que trabaja realizando trabajos domésticos en una casa particular?
Pareciera que hay una diferencia para valorar a la niñez trabajadora
dependiendo de lo que hace y donde se sitúe (picando piedra en el municipio de
Retalhuleu en Guatemala o haciendo arte en Hollywood, en Estados Unidos).
A
continuación algunos casos publicados en la web4 y ampliamente conocidos sobre
niñez y Hollywood:
-
Macaulay Culkin: en los años 90, y a sus diez años, filmó la película Sólo en
casa que lo impulsó como estrella de cine. Llegó a cobrar 8 millones de dólares
por película, antes de que sus padres se separasen e iniciaran una despiadada
batalla legal a su costa. Luego vinieron los problemas con las drogas, que
culminaron en su detención por posesión de marihuana y exceso de velocidad.
-
Lindsay Lohan: la niña mimada de la televisión norteamericana y los estudios Disney
de los últimos diez años, no dejó de cosechar éxitos hasta que fue presa de la
adicción al alcohol y las drogas en su adolescencia, además de sufrir
trastornos alimenticios. A sus 20 años, Lindsay es tan famosa por sus películas
como por sus entradas a las clínicas de desintoxicación.
- Haley
Joel Osment: arrasó con sucesivos éxitos como El sexto sentido, Cadena de
Favores o Inteligencia artificial, pero tuvo que enfrentar problemas con
alcohol y drogas cuya consecuencia fue un accidente por conducir borracho y
bajo los efectos de la marihuana, accidente que le costó una costilla
fracturada, un brazo dislocado y la amenaza de una condena en prisión.
- Drew
Barrymore: niña prodigio que es reconocida por E.T., luego una adolescente descarriada
y resurge como gran estrella de Hollywood: una de las estrellas de la película
Ángeles de Charlie. Pasó una adolescencia sumida en problemas con las drogas y
el alcohol, un trágico camino que culminó en un fracasado intento de suicidio.
-
Christina Ricci: quien protagonizó a la personaje “Miércoles” de La Familia Adams
y la amiguita de Casper, el fantasma bueno, se ha mantenido dentro de la
industria del cine hasta el día de hoy, pero a un precio considerable, ya que
ha declarado que cayó enferma de anorexia a los 14 años, agobiada por los
modelos y códigos de belleza que impone la sociedad.
Estas
historias son intensas y hacen reflexionar. Niños, niñas y adolescentes
trabajadores en el cine, la televisión, el canto, y muchas otras expresiones
artísticas con finales tristes, sin embargo ¿quién lo cuestiona? ¿Están allí
esos organismos que andan buscando niños, niñas y adolescentes trabajadores en
los países del tercer mundo para erradicar su trabajo, para culpar a sus padres
y madres por vivir en pobreza? Otra situación para reflexionar no las brinda
una sección de La Prensa en Nicaragua que da cuenta de la nueva generación de
adolescentes millonarios, entre 15 y 20 años, que poseen “... vehículos último
modelo, son adictos al trabajo, visten ropa casual mientras se arrellanan en
sus sillones de cuero y amasan fortunas en el negocio de Internet: son los nuevos
millonarios de Estados Unidos… Algunos aún van a la escuela, pero los que han
dejado los estudios y la vida social tienen preocupados a sus padres. Es
difícil contabilizar a estos empresarios… pero Researcher Computer Economics
estima que representan al menos el 8.0por ciento de todos los adolescentes en
Estados Unidos. La firma californiana está hablando de aproximadamente 1.6
millones de jóvenes estadounidenses que pertenecen a la primera generación que
creció frente a una computadora y que ahora está haciendo dinero en el
ciberespacio.” ¿Quién se ha pronunciado al respecto? ¿Quién contradice a los
padres y madres millonarios que dan cabida a sus hijos e hijas, cuando desde
muy jóvenes los posicionan en sus oficinas, con la idea de “ir forjando al futuro/a
empresario/a”, delegándoles responsabilidades corporativas?
Entonces
¿qué está mal en el trabajo?, ¿por qué se condena el trabajo de niños y niñas
en el campo, en casas particulares, en ventas en la calle, o lustrando zapatos,
y por otro lado, se tolera emplear niños desde los 8 años en empresas juveniles
tecnológicas, así como niños y niñas cantantes, actores y actrices?
Es un
asunto de riesgos opinan algunos. ¿Quién está en mayor riesgo? ¿El niño, niña o
adolescente que cuenta con todo el dinero que su actividad artística o tecnológica
le proporciona para comprar drogas y alcohol, para estar en ambientes
inapropiados a su edad, o el niño campesino que se percibe en riesgo por usar
un machete en el campo, o la niña o adolescente que manipula una olla o sartén
caliente?
No
existen acuerdos de lo que significa un riesgo, porque ciertos grupos juzgan con
rigurosidad el trabajo que se desarrolla en el campo, pero no consideran de alto
impacto para la vida de la niñez y adolescencia el trabajo como actores y
actrices en el cine, la televisión, etc. Cuando se hace un balance de éstos y
otros criterios, se va llegando a conclusiones que indican que el abordaje del
fenómeno de la niñez y adolescencia trabajadora es un asunto de doble moral, en
el sentido que el razonamiento o argumento se aplica con más severidad a un
grupo de personas que a otros. En este caso, porque no se critica, es más, se
permite y aplaude que niños, niñas y adolescentes puedan incorporarse al
trabajo, pero a otros no, aplicando argumentos diferenciados en razones de su
situación económica, posición geográfica, tipo de actividad que desempeñan,
entre otras.
Pero
también la doble moral se da desde una perspectiva legal. ¿Cómo se produce este
fenómeno en Guatemala? En el marco legal guatemalteco se da de dos maneras, en
primer lugar, un mismo instrumento legal lo prohíbe por un lado, y por otro, da
las salidas para justificarlo y permitirlo, veamos, la Constitución Política de
la República de Guatemala en su artículo 101 se refiere a que el trabajo es un derecho
de la persona y una obligación social, y los niños y niñas son personas. El artículo
102 literal l) ... sin embargo, prohíbe el trabajo de menores de 14 años en ninguna
clase de labor, y a continuación dice: “salvo las excepciones establecidas en
la ley”. La propia Constitución menciona que existen salidas.
En
segundo lugar la doble moral se produce cuando entre dos o más leyes se contradicen,
algunas para prohibir y otras para permitir, así la Constitución lo prohíbe como
se menciona en el párrafo anterior; la Ley de Protección Integral de la Niñez y
la Adolescencia invisibiliza a la niñez trabajadora y el Código de Trabajo en
su artículo 148 literal d) también lo prohíbe, dando salidas en dos artículos
más adelante, en el artículo 150 de este instrumento legal se establece que la
Inspección General de Trabajo puede extender una autorización escrita a los
menores de 14 años para que puedan trabajar cuando se pruebe que:“a)…el menor
de edad va a trabajar en vía de aprendizaje o que tiene necesidad de cooperar
en la economía familiar, por extrema pobreza de sus padres o de los que tienen a
su cargo el cuidado de él; b) que se trata de trabajos livianos por su duración
e intensidad, compatibles con la salud física, mental y moral del menor; etc)
que en alguna forma se cumple con el requisito de la obligatoriedad de su
educación. En cada una de las expresadas autorizaciones se deben consignar con
claridad las condiciones de protección mínima en que deben trabajar los menores
de edad.”
¿Cuántos
niños y niñas de nuestro país utilizan el trabajo como un medio de aprendizaje
de un oficio, de habilidades, destrezas, de cultura? Por otro lado, ¿cuántos
niños y niñas viven en situación de extrema pobreza en sus familias? Hay municipios
en Guatemala donde el 65% de la población vive en condiciones de extrema
pobreza,5 como se registra en el mapa de la pobreza desarrollado por el Instituto
Nacional de Estadística, la Universidad Rafael Landivar y la Secretaría General
de Planificación. Por supuesto, todas estas familias pueden demostrar que el
trabajo de sus hijos e hijas es central para la vida de ellos, ellas y sus
familias.
Otro
ejemplo de esta doble moral se presenta en el marco legal del país, que prohíbe
el trabajo de los niños y niñas, sin embargo otros documentos oficiales reconocen
sus aportes, tal es el caso del Censo de Población que menciona que la Población
Económicamente Activa (PEA) es a partir de los siete años de edad. Otro caso
son glosarios de términos en páginas web6 que resultan contradictorios dados que
son promovidos por organismos que se encargan por ley de buscar formas de erradicar
el trabajo de la niñez, algunos términos son:
-
Población en edad de trabajar (PET) son todas las personas de 10 años y más.
- Se
define Población Económicamente Activa a todas las personas de 10 años y más
que en la semana de referencia realizaron algún tipo de actividad económica, y
las personas que estaban disponibles para trabajar y hacen gestiones para
encontrar un trabajo. Se incluyen también las personas que durante la semana de
referencia no buscaron trabajo activamente por razones de mercado, pero estaban
dispuestas a iniciar un trabajo de forma inmediata.
Este
organismo tiene a su cargo cumplir con los convenios firmados por el Estado de
Guatemala ante organismos internacionales que los comprometen a “erradicar el trabajo
infantil”. También se da una doble moral cuando se busca erradicar aquello que
históricamente ha sido promovido por un pequeño sector de la población,
consagrado al empobrecimiento de la mayor parte de sus ciudadanos, incluidos
los grandes grupos campesinos e indígenas. Es decir, se pretende erradicar el
trabajo infantil, cuya principal condición es la pobreza, misma que ha sido
promovida por aquellos que hoy pretenden coartar una de sus manifestaciones: la
incorporación de la niñez y adolescencia al trabajo, en un gesto de solidaridad
humana y familiar. Sería muy fácil concluir que lo que está detrás de esta
reflexión es la perpetuación de la existencia de la niñez trabajadora bajo una
fachada de buscar en vano su erradicación.
Por lo
anterior, la autora propone que:
- Se
comience a discutir con seriedad y profundidad el tema incluyendo todas las
maneras de concebirlos, las formas de abordarlos, los actores intervinientes
incluyendo a la niñez y sus familias, los actores involucrados en la
perpetuación del fenómeno que está en la base o raíz: el empobrecimiento de las
familias y de los países.
- A
partir de estas reflexiones, se reconozca a la niñez y adolescencia trabajadora
como sujetos, personas y por lo tanto, con derechos y dignidad. Se planteen
nuevas teorías, leyes y estrategias de intervención más ajustadas a la realidad
de los países latinoamericanos y otros del tercer mundo.
- El
Estado en general y los gobiernos en particular, asuman sus responsabilidades
plenas como garantes de los derechos de toda la niñez, incluyendo la
trabajadora, y que no se les castigue doblemente por ser pobres y trabajadores.
Que no se les culpabilice por algo que tiene raíces más profundas y que han
sido ocasionadas por otros.
- Se
trabajen propuestas más cercanas a sus historias, sus condiciones educativas,
de capacitación, sociales, económicas, sus contextos, sin exclusiones y con
equidad. Esto implica altos consensos entre todos los actores involucrados.
También implica los esfuerzos porque toda la niñez disfrute de todos sus
derechos humanos.
- La
construcción de un nuevo marco jurídico que posibilite la equidad, la justicia,
el cumplimiento de los derechos humanos no sólo de la niñez, sino de sus
familias.
Solamente
así se podrá romper ese doble vínculo, la doble moral, que permite la
existencia de este tipo de fenómenos por un lado, y los castiga y sataniza por
otro.
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