Honduras: El costo de la impunidad en Bajo Aguán
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copiado tal cual del informe “Aquí no hay investigaciones. Impunidad de homicidios
y otros abusos en el Bajo Aguán, Honduras" de Human Rights Watch
Solamente
una investigación sobre homicidio analizada por Human Rights Watch en el Bajo
Aguán ha dado lugar a un proceso penal, conforme surge de información aportada por
las autoridades.
Con
mucha frecuencia, las investigaciones de homicidios en el Bajo Aguán no avanzan
más allá de las etapas preliminares. A veces, consisten solamente en el
“reconocimiento del cadáver”, es decir, la identificación del cuerpo de una
víctima y la declaración de la causa de su muerte como homicidio. En otros
casos, los fiscales no realizan actos básicos para identificar el posible móvil
o a los presuntos implicados, y por ejemplo demoran días o incluso semanas la
visita al lugar donde se ha cometido un homicidio. A causa de esto, se
paralizan las investigaciones, se pierde la posibilidad de seguir líneas de
indagación y no se obtienen evidencias que son trascendentales para resolver
delitos y juzgar a los responsables.
Debido
a la falta de transparencia de las autoridades con respecto a investigaciones
en curso, incluida la interpretación excesivamente amplia que efectúan policías
y fiscales con respecto a los requisitos legales sobre confidencialidad de
tales investigaciones, los familiares de víctimas prácticamente no cuentan con
información sobre el estado de las causas. Los archivos de las investigaciones
en curso no se ponen a disposición de familiares y el público en general hasta
que se presentan cargos y el caso llega ante los jueces. Se permitió a Human
Rights Watch consultar informes de investigación únicamente para los pocos
casos del Bajo Aguán que habían llegado a una instancia judicial.
Para
familiares de las víctimas, así como miembros de organizaciones campesinas y comunidades
afectadas, la falta de seguimiento y transparencia menoscaba aún más la débil
confianza que ya tienen en las autoridades. Muchos dijeron a Human Rights Watch
que la inacción de las autoridades permitía presumir que la vida de sus
familiares y colegas no tenía valor para el gobierno, y que hacer oír sus
reclamos de justicia no sólo era un esfuerzo en vano sino que podía ser además
peligroso. Muchas personas más expresaron su renuencia a cooperar con las
autoridades de seguridad pública y funcionarios judiciales. Asimismo, los pocos
que sí se habían atrevido a denunciar delitos y abusos expresaron un profundo
temor de que quienes eran responsables de homicidios, y que aún se encuentran
en libertad, se enteraran de que habían hablado y esto motivara actos de
venganza. Durante nuestra investigación pudimos comprobar con frecuencia que en
las comunidades afectadas existían sospechas de encubrimiento, tráfico de
influencias y complicidad por parte de autoridades, y estas percepciones
estaban vinculadas con la omisión de actos de investigación.
Pero no
sólo las organizaciones y comunidades campesinas consideran que las autoridades
no han cumplido cabalmente su deber de investigar delitos violentos en el Bajo
Aguán. Cuando Human Rights Watch
preguntó si consideraba que la policía o los fiscales investigaron adecuadamente
los delitos en los cuales sus empleados presuntamente habían sido víctimas, el
representante de una empresa propietaria de grandes plantaciones en el Bajo
Aguán contestó por escrito a Human Rights Watch: “En los casos en que nuestros
empleados han sido víctimas, no ha habido justicia y los fiscales no han
cumplido con su deber”.
En dos
casos, aunque las muertes habían sido catalogadas como vinculadas a conflictos por
la tierra, familiares de las víctimas expresaron frustración porque intuían que
el verdadero motivo de los homicidios podría haber sido otro. En estos y otros
casos, la falta de investigación acrecienta las sospechas, que pueden
extenderse no sólo a las autoridades sino también a otros miembros de la
comunidad que, según creen los familiares, podrían haber tenido algún tipo de
intervención en los homicidios.
A pesar
de que es muy poco habitual que se lleven a cabo investigaciones exhaustivas y oportunas
y de que directamente no hay condenas para los responsables de delitos graves en
el Bajo Aguán, algunos policías y políticos se han mostrado dispuestos a
señalar a campesinos, el crimen organizado o delincuentes comunes como los
responsables de la muerte de miembros de la comunidad. El año pasado, el
Presidente Lobo declaró que la ola de homicidios en el Bajo Aguán era obra de
“bandas criminales”. El coronel Germán Alfaro, a cargo de la unidad militar
Xatruch III que patrulla la zona y asiste la labor de la policía local, señaló
que “bandas delictivas” armadas con fusiles AK-47 estaban ocupando fincas y, a cambio
de 150.000 lempiras (US$ 7.500), entregaban tierras ocupadas a organizaciones
campesinas, un señalamiento que no acompañó con ningún tipo de evidencias.
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