La fragmentación del movimiento LGBT en España: La política de identidad
* * * Fuente: http://www.enlucha.org/site/?q=node/264#oscura
* *
copiado tal cual del folleto "La lucha por la liberación gay y lesbiana"
de Marçal Solé y Paso Gredilla
Alguna
gente, que en la actualidad milita en la izquierda, muestra su desprecio por el
énfasis que pone el marxismo en la cuestión de clase y en la lucha de clases,
como piezas clave para entender y para transformar la sociedad. La mayoría de
estas personas miran hoy en día hacia los "nuevos movimientos
sociales". Este término abarca una amplia serie de movimientos que se
originaron en las décadas de los 60 y 70 (contra la opresión de las mujeres,
negros, lesbianas y gays, así como los que se organizan en torno a la ecología,
la paz...).
Esta
estrategia para el cambio social, también conocida como "política de
identidad", se basa en la idea de que sólo aquellos que experimentan una
determinada forma de opresión, pueden definirla o luchar contra ella. Además,
la pervivencia en la sociedad de ideas sexistas, racistas y homofóbicas lleva
muchas veces a la conclusión de que estos prejuicios que dividen a la gente no
pueden ser nunca superados. En mayor o menor grado, se asume que el resto de la
sociedad que no sufre determinada opresión (hombres, personas de raza blanca,
heterosexuales...) son parte del problema y que en cierta manera se benefician
de esa opresión y tienen interés en mantenerla.
La
conclusión más directa es que cada grupo oprimido debe crear y mantener su
propio movimiento diferenciado y separado del resto. Dichos movimientos se
organizan sobre la base de la autonomía o independencia. Es lo que se conoce
como "política de autonomía" o "de separatismo".
El
movimiento de liberación gay de los 60 se identificaba con la lucha
revolucionaria, en contacto con un movimiento social más amplio. Sin embargo no
transcurrió mucho tiempo antes de que la política de separatismo también
creciera dentro del movimiento gay, y condujera a su fractura.
Las
lesbianas comenzaron a separarse del movimiento gay. Argumentaron que, cuando
intentaban que se debatieran demandas específicamente lesbianas dentro del
movimiento gay, los líderes de sexo masculino negaban el que las lesbianas se
enfrentaran a ningún tipo de problema especial por el hecho de ser mujeres. E
indudablemente existieron actitudes sexistas dentro del movimiento gay, pero
tal como demostró la experiencia entre el GLF y los Panteras Negras es posible
convencer a otros dentro del movimiento para que rompan con las ideas
conservadoras, en un contexto de solidaridad y lucha.
Un
sector de las lesbianas, dentro del feminismo radical, empezó a desarrollar el
argumento de que las mujeres deben rechazar la heterosexualidad si quieren
convertirse en seres humanos completos. Una escritora lesbiana defendió que:
"las mujeres heterosexuales están confundidas por los hombres; no ponen a
las mujeres primero, traicionan a las lesbianas y en su forma más profunda, se
traicionan a sí mismas. No se puede construir un movimiento fuerte si tus
hermanas están por ahí follándose al opresor".
Entre
los hombres gays más activistas la tendencia fue aceptar la necesidad de
movimientos separados y de 'autonomía' en general. Se aceptó la división de
intereses y actividades entre hombres gays y lesbianas. La 'autonomía' es una
afirmación positiva de lo que hace diferente a un grupo de personas del resto.
El énfasis puesto en la 'autonomía' condujo también a centrarse cada vez más en
la liberación personal o individual.
El acto
de salir del armario se convirtió en un rasgo importante del movimiento de
liberación gay y continúa siendo de gran importancia para desarrollar un
sentido de orgullo gay en una sociedad homofóbica. Sin embargo, a medida que el
activismo decaía, salir del armario se convirtió en una finalidad en sí mismo,
en lugar de ser una forma de construir un movimiento más amplio y más general.
Además, es importante entender que mientras exista el capitalismo, salir del
armario será imposible para muchos de los gays y lesbianas. La mayoría de ellos
se ven forzados a seguir ocultando su orientación sexual para conservar sus
empleos, o están casados, o se sienten incapaces de romper con sus familias o
comunidades. Vista como una finalidad en sí misma, la salida del armario sólo
será factible, probablemente, para una minoría de gays y lesbianas.
Un
claro ejemplo de política de la diferencia es lo que se ha denominado
'nacionalismo marica' (queer nationalism). El grupo que mejor representa este
movimiento es Queer Nation (Nación Marica), formado en Nueva York, en 1990.
Cuando
se preguntó a sus fundadores por qué habían escogido llamarse 'maricas', una
palabra insultante antigay, contestaron: "es la idea de reapropiarnos de
las palabras de nuestros opresores... y usarlas de una forma positiva para
reafirmarnos..."
Quizá,
los activistas de este movimiento se sientan personalmente reafirmados usando
la denominación marica, pero la inmensa mayoría de la gente continuará
contemplándolo como un término de insulto y desprecio. De hecho mucha gente sin
duda verá el uso de la palabra "marica" como una aceptación de la
opresión.
La esencia
del "nacionalismo marica" es la creencia de que los gays deberían
vivir en una cultura separada del resto de la sociedad. Este enfoque,
necesariamente, engendra una atmósfera de extremo moralismo y un énfasis en el
estilo de vida. La política de identidad asume el hecho de que sólo los que
experimentan personalmente una forma de opresión pueden definirla o expresar
una opinión acerca de cómo luchar contra ella. Más que conducir hacia la
colaboración, éste enfoque ha conducido a la fragmentación.
En abril
de 1993, la marcha por los derechos homosexuales en Washington atrajo a un
millón de manifestantes. Aquí se volvió a demostrar el enorme potencial que
existe para construir un movimiento amplio entre gays y lesbianas. Después de
la manifestación, sin embargo, un grupo llamado QUASH (iniciales que
corresponden a la traducción Maricas Unidos Contra los Homosexuales que actúan
como Heterosexuales) publicó una carta titulada "Por qué odio la marcha de
Washington". En la carta se presentaban argumentos contra la integración
de los gays en el resto de la sociedad. La conclusión de la carta era:
"¿Que había un millón de personas? Puede ser, pero me importa una
mierda" .
Este
movimiento, sobre todo en EEUU, se ha mostrado muy activo pero siempre en
acciones muy minoritarias. El dominio de la política de identidad es una
garantía de que no se va a construir un movimiento duradero y amplio, ya que
esta política, lejos de unir a la gente entre sí y buscar la unidad con otros
movimientos, potencia la fragmentación y las diferencias.
Una de
las tácticas más controvertidas de este movimiento ha sido la del 'outing',
cuya práctica refleja muy bien el moralismo que acompaña a las políticas de
identidad. El 'outing' consiste en hacer pública la homosexualidad de personajes
famosos que ocultan su sexualidad por las consecuencias que pueda tener para
sus carreras, o bien de miembros de la Iglesia o de políticos que atacan los
derechos de los homosexuales a pesar de serlo ellos mismos.
Aunque
pueda parecer muy justa, hay un serio problema con esta táctica. No debería
forzarse nunca a gays y lesbianas a salir del armario, no importa quiénes son o
qué hacen. Esta estrategia se niega a admitir que la naturaleza del sistema
hace imposible que muchos homosexuales reconozcan abiertamente su sexualidad.
Las personas que son objeto del 'outing' han mantenido su sexualidad en secreto
porque se avergüenzan de ella. Ponerlas en evidencia no va a hacer que éstas u
otras personas ganen confianza, dando como resultado, generalmente, la negación
de dicha evidencia.
En
lugar de extender el mensaje de que hay mucha gente homosexual y de que no hay
que avergonzarse de serlo, el 'outing' acaba dando la impresión de que ser gay
es un secreto vergonzoso. Hace perder confianza para salir del armario a los
gays y lesbianas que encuentran más dificultades para ello, generalmente de
clase trabajadora.
Desde
sus orígenes, el grupo Queer Nation descartó la posibilidad de construir el
tipo de movimiento que podría actuar de forma solidaria con los heterosexuales
que apoyan los derechos homosexuales.
Barbara
Smith, feminista, negra y lesbiana y activista veterana del movimiento de los
años setenta, argumentó por qué este enfoque es una receta para el desastre:
"Los activistas 'maricas' se centran en cuestiones 'maricas' y, para
ellos, el racismo, la opresión sexual y la explotación económica no entran
dentro de esta categoría, a pesar de que la mayoría de los 'maricas' son gente
de color, mujeres o clase trabajadora... Construir coaliciones unificadas que
desafíen al sistema y finalmente preparen el camino para el cambio
revolucionario, sencillamente no entra dentro de los planes de los activistas
'maricas' ... En 1990 leí el Manifesto de Queer Nation "Odio a los
Heterosexuales" y escribí una carta al editor sugiriendo que si los
'maricas' de color seguíamos su liderazgo político pronto escribiríamos una
declaración titulada "Odio a los blancos", lo que incluiría a los
'maricas' blancos de origen europeo".
Comments
Post a Comment