Stonewall y el resurgir del movimiento gay de liberación

* * copiado tal cual del folleto "La lucha por la liberación gay y lesbiana" de Marçal Solé y Paso Gredilla


A finales de la década de los 50 el monolítico régimen estalinista empezaba a desmoronarse.

Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968 y Polonia en 1970 volvieron a la lucha desde abajo, que había estado paralizada durante décadas, amenazando a los gobernantes, tanto del Este como de Occidente.

Pero fue en Occidente donde la rebelión se hizo sentir con más fuerza, remodelando el pensamiento de la izquierda. La revuelta de Stonewall y la posterior creación del Frente de Liberación Gay, creó el marco perfecto para la reintroducción de la lucha por la liberación gay en la política de izquierdas. Al igual que en los períodos anteriores, el renacimiento y la evolución del movimiento gay sólo pueden entenderse dentro del contexto más amplio de ascenso de la lucha de clases.

Stonewall tuvo lugar en un escenario de luchas que no se veía desde finales de los años 20. Desde la creación del capitalismo han existido muchas revueltas de los oprimidos, pero éstas sólo tienen fuerza suficiente para ganar cuando se dan en momentos con un alto nivel de luchas generalizadas. La revuelta de Stonewall condujo directamente a la creación de un movimiento político, del mismo modo que las revueltas de los negros de los años 60 en los EEUU llevaron al nacimiento del Partido de los Panteras Negras. El Frente de Liberación Gay fue el fruto de un momento de ascenso de las luchas políticas.

Ese ascenso de la lucha fue el resultado de varios factores. Fue en parte consecuencia de los cambios dentro del sistema capitalista. El boom de la post-guerra, el mayor crecimiento económico de toda la historia del capitalismo, se prolongó desde el final de la guerra mundial a lo largo de las décadas de los 50 y 60. La falta de mano de obra, hizo que millones de mujeres se incorporasen, como trabajadoras, a las nuevas industrias en crecimiento.

En gran parte de Occidente la familia tradicional cambió rápidamente, minada por la independencia económica conseguida por las mujeres, que se incorporaban masivamente al trabajo, y por las crecientes demandas de la gente trabajadora, que desembocaron en importantes reformas como la del estado de bienestar. Los trabajadores ya no tenían que recurrir a la familia en caso de desempleo o enfermedad. La aparición de la píldora acabó con la eterna conexión entre sexo y reproducción para los heterosexuales. Las mujeres se liberaron del constante miedo al embarazo.

En parte, los permisivos años 60 fueron consecuencia del propio desarrollo del capitalismo. Pero fue la lucha la responsable fundamental de la crisis de las ideas reaccionarias. Tras las derrotas de los años 20, 30 y 40, la clase trabajadora creció numéricamente y ganó confianza a lo largo de los años 50 y 60. Las huelgas eran cortas, frecuentes y casi siempre victoriosas. Se creó una situación de fuerza y confianza, que fue el punto de partida para la explosión de luchas de masas que se iba a producir.

Una ola de luchas sacudió al sistema, barriendo todo el mundo industrializado, tanto en Occidente como en el Este. Se sucedieron protestas en contra de la guerra del Vietnam, la revuelta de los estudiantes franceses y la «Primavera de Praga» en el 68, las luchas en Italia en el 69, en Gran Bretaña en el 72 y 74, la revolución de los claveles en Portugal en el 74 y las luchas de la transición en el Estado español.

La guerra del Vietnam se convirtió en un foco importante para esa oleada de revueltas. En los EEUU, el movimiento anti-guerra atrajo a millones de personas, dando lugar a manifestaciones en Washington de centenares de miles. En los ghettos negros se produjeron revueltas masivas por la igualdad de derechos, en las que los negros comenzaron a cuestionarse su opresión. El movimiento feminista experimentaba el mismo ascenso. En definitiva, ésta fue una época en la que el sistema estaba siendo desafiado por todos lados. Fue una época en la que la izquierda revolucionaria dejó de ser tan minoritaria y creció rápidamente. Esta época significó también el renacimiento del movimiento gay. La chispa se produjo en Stonewall.

Stonewall era un bar gay situado en el centro de New York, cuya clientela eran, en su mayoría, jóvenes de clase trabajadora. En la noche del viernes 27 de junio de 1969 estaba muy concurrido. Doscientos hombres gays se apiñaban en él, 50 de ellos travestis. Como muchos de los bares gays, éste estaba controlado por la mafia, y sobrevivía gracias a los sobornos que tenía que pagar a la policía. Para justificar los pagos, la policía realizaba batidas ocasionales. Aquella noche, ocho policías decidieron llevar a cabo una redada; un número suficiente, según ellos, tratándose de un bar de "mariquitas". Siguieron el procedimiento de siempre: cargar a los gays en las furgonetas para llevarlos a comisaria, donde serían interrogados y humillados.

Pero aquel día una multitud empezó a congregarse alrededor del bar, gritando y contestando a la policía. La multitud, cada vez más numerosa y hostil, cercó totalmente a los ocho policías, que se refugiaron en el bar. Allí atrapados, pidieron ayuda a la comisaría que, esta vez, envió al escuadrón de fuerzas de choque de New York, normalmente usado sólo para los barrios marginales, como Harlem. La revuelta duró tres noches y la policía se vio obligada a retirarse de la zona. Los incidentes se sucedieron durante todo el verano hasta la creación, en agosto, del Frente de Liberación Gay.

El Frente de Liberación Gay cogió a New York y a su policía por sorpresa. Un acto 'normal' de opresión cotidiana había desencadenado una gran respuesta. El FLG llevó a cabo campañas contra los dueños de los bares gays, a los que veía como parásitos que explotaban a los gays con sus precios desorbitados y su connivencia con la policía. El FLG estableció reuniones públicas, editó un periódico llamado Come Out! y organizó una jornada de lucha para retomar las calles y expresar libremente el derecho a ser gay.

A partir de esas manifestaciones cada año, desde el 69, se celebra el día del orgullo gay en todo el mundo. No deja de ser irónico que muchas de estas manifestaciones -que celebran la revuelta de Stonewall, originada en parte contra los empresarios de la "economía rosa"- sean, hoy en día, organizadas por éstos.

En el número uno de su revista, Come Out!, el FLG dejaba claro que era "un grupo revolucionario homosexual compuesto por mujeres y hombres conscientes de que para cualquiera, la completa liberación sexual sólo puede realizarse con la demolición de las actuales instituciones sociales. Rechazamos los intentos de la sociedad de imponer papeles sexuales y cualquier definición de nuestra naturaleza, porque hemos renunciado a dichos papeles y a los mitos simplistas de la sociedad. Queremos ser lo que somos. Queremos crear nuevas formas sociales y nuevas relaciones humanas basadas en la fraternidad, la cooperación, el amor y la desinhibición de la sexualidad. Babilonia nos ha empujado hacia una sola meta: la revolución".

Con la fundación del FLG se produjo un cambio fundamental en el movimiento homosexual. La diferencia entre el FLG y otras organizaciones homosexuales previas, como los Mattachine Society (fundada en 1948), es la diferencia entre liberación e integracionismo. La Mattachine Society y otros grupos similares trabajaban (siempre dentro de los cauces legales) por la abolición de las leyes antihomosexuales y otras formas de discriminación, labor que no deja de ser meritoria, pero que no ataca la raíz del problema.

La ruptura del FLG con los grupos homosexuales que se limitaban a buscar la tolerancia social es comparable a la ruptura de Malcolm X y de los Panteras Negras con los integracionistas negros, o a la de las feministas revolucionarias con las "neosufragistas" que, más que cambiar una sociedad represiva, pretendían que se les hiciese un sitio en ella.

El Frente de Liberación Gay, en sus comienzos, se identificó con la lucha revolucionaria. Esto supuso una ruptura importantísima en cuanto a la forma de entender y luchar contra la opresión gay. Era una organización nacida de la calle y que luchaba en las calles. Sus eslóganes resumían un nuevo análisis de la opresión de gays y lesbianas: "Digámoslo bien alto, somos gays y estamos orgullosos de ello", "No soy yo quien está enfermo, sino que lo está la sociedad que me lo llama"...

Ponían el énfasis en que los homosexuales viven bajo una sociedad opresiva que hay que cambiar. Gays y lesbianas tienen que luchar abiertamente en las calles para conseguirlo. La lucha tiene que empezar por el hecho de "salir del armario", reconociendo y manifestando públicamente la homosexualidad, para combatir los prejuicios de la gente. Eso significó un enorme paso adelante, aunque no fue suficiente para terminar con los prejuicios de la "sociedad enferma".

El FLG se identificó con la lucha más amplia contra el sistema. Tomó parte en debates con los Panteras Negras para discutir sus ideas machistas y homofóbicas, un debate del que salieron victoriosos. En 1970, Huey Newton, líder de los Panteras Negras, hizo pública la solidaridad de éstos con el movimiento gay, argumentando que "los gays no tienen ningún tipo de libertad dentro de esta sociedad. De todos, puede que ellos sean los más oprimidos...". Participaron en las campañas contra la guerra del Vietnam. Supieron ver la necesidad de transformar la sociedad de forma radical, en otras palabras, de aplastar al capitalismo.

Pero el FLG mostró importantes debilidades, que compartía con el resto de los movimientos del momento en EEUU. Muchas de estas debilidades partieron del optimismo ingenuo que impregnó a todos estos movimientos. Había un sentimiento de que se quería la revolución y de que ésta iba a ocurrir ya. Con esta premisa, miraban con desprecio todo lo que significara teoría o el estudio de la experiencia anterior de la izquierda. Se volcaron de forma exclusiva en la experiencia de la lucha inmediata que, en un primer momento supuso enormes pasos adelante, pero que, con el descenso de las luchas, llevó a un callejón sin salida. La lógica desconfianza hacia los viejos partidos estalinistas les llevó a rechazar todo tipo de organización, lo que hizo imposible la toma de decisiones o la continuidad del movimiento cuando el nivel general de luchas disminuyó. El movimiento se fragmentó volviendo su mirada hacia las políticas reformistas o hacia las políticas de identidad.


Con el descenso de la lucha de clases, el FLG se hundió, pero había conseguido devolver la liberación de gays y lesbianas al lenguaje político de la izquierda. El movimiento revolucionario aprendió del movimiento gay y se reencontró con la tradición socialista de luchar por la liberación sexual.

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