Crímenes de odio en Europa: apoyo a las víctimas

* * copiado tal cual del informe “Por ser quien soy. Homofobia, transfobia y crímenes de odio en Europa” de Amnistía Internacional.

La violencia homofóbica y transfóbica puede hacer que las personas LGBTI intenten ser invisibles como estrategia de protección contra la violencia selectiva. La consecuencia de esta actitud es un elevado nivel de estrés, ansiedad y depresión.

“Ha pasado más de un año y sigo teniendo miedo [...] Después de la agresión no era capaz de andar por la calle sin volver la cabeza una y otra vez para comprobar si alguien venía detrás para agredirme [...] Sigo traumatizada. En ocasiones tengo pesadillas”, dijo Michelle, víctima de agresión en Catania, Italia.

Petros, de Grecia (véase la página 11), dijo a Amnistía Internacional en marzo de 2013: “Sentí un poco de miedo cuando comencé a oír hablar de las agresiones, pero sobre todo me preocupaba que esto nos hiciera retroceder como sociedad [...] Por lo que a mí respecta, después de mi agresión debería haber buscado asesoramiento psicológico. Es una experiencia que te afecta a muchos niveles. Al principio sólo es el miedo. Temía ir andando solo a casa o me volvía constantemente para ver si alguien me seguía. Luego, durante cierto tiempo no quise seguir siendo activista. Ahora no puedo decir que me quede ninguna secuela concreta, pero nunca me voy a expresar abiertamente delante de los demás. El año pasado, cuando salía a tomar algo con unos amigos gays no ocultábamos nuestra orientación sexual en la calle al regresar a casa a las 4 de la mañana. Eso es inimaginable para mí ahora. Incluso si estoy con mi novio en un lugar público no expreso afecto públicamente”.

Los Estados deben garantizar que a las víctimas de crímenes de odio se les facilite el acceso a consejo psicológico y asistencia letrada, así como un acceso eficaz a la justicia. A algunas de las víctimas que hablaron con Amnistía Internacional no se les había informado de los procedimientos judiciales tras denunciar el incidente a la policía. A algunas no les habían dado la oportunidad de testificar ni de participar en los juicios. Por ejemplo, Pavla, víctima de violencia homofóbica en Zagreb, no supo hasta varios meses después que su agresor había sido acusado de faltas, y no participó en absoluto en las actuaciones ante los tribunales.

En otros casos, las víctimas no recibieron apoyo alguno del Estado. Por ejemplo, Hristina Stoyanova, cuyo hijo fue asesinado en Sofía, Bulgaria (véase la página 14), no recibió ayuda psicológica alguna. Hristina dijo a Amnistía Internacional: “Ahora voy a un psicólogo, porque la situación me abruma, y también estoy en tratamiento farmacológico. No puedo dormir y estoy deprimida. Creo que el caso de mi hijo no avanza. Tengo la impresión de que las víctimas no tienen derechos. No he recibido apoyo estatal alguno”.

La falta de apoyo estatal a las víctimas de crímenes de odio homofóbicos o transfóbicos puede ser especialmente perjudicial cuando la víctima es vulnerable a varios tipos de discriminación, por ejemplo, por su origen étnico o por ser o haber sido una persona que ejerce el sexo como profesión, como demuestra el caso de Camilla en Italia.

Camilla fue trasladada al hospital, donde estuvo ingresada tres meses debido a la gravedad de sus lesiones. En el hospital sufrió los prejuicios y la discriminación del personal, que, además, no informó a la policía sobre el delito. La ley italiana exige que los profesionales de la salud rellenen un formulario de denuncia oficial cuando se encuentran con un caso de delito perseguible, como en éste de graves lesiones físicas. Sin embargo, el hospital no llamó a la policía ni cumplimentó la denuncia. A Camilla no le informaron de sus derechos y, cuando pidió hablar con la policía, le dijeron que no podría hacerlo hasta recibir el alta hospitalaria.

Cuando se recuperó, fue a la policía. “Me preguntaron por qué había esperado tanto y tuve la impresión de que no me creían porque ya no tenía lesiones. Nadie me habló de mis derechos.” Camilla sigue sufriendo discriminación y amenazas de violencia por su identidad de género y su pasado de trabajadora sexual. Dijo a Amnistía Internacional que una persona relacionada con la organización que la había obligado a ejercer el sexo la había seguido recientemente y la había amenazado con arrojarle ácido.


“Una cosa son los activistas gays y otra la comunidad gay en general. Los gays no denuncian estos incidentes porque no reconocen públicamente su opción sexual" (Petros, joven activista griego).

Comments

Popular Posts