Mortalidad materna en Perú: causas y remedios

* * copiado tal cual del informe "Deficiencias fatales. Las barreras a la salud materna en Perú" de Amnistía Internacional

Las estadísticas del gobierno peruano para 2007 muestran que el 27 por ciento de las muertes de mujeres por causas relacionadas con el embarazo ocurrieron mientras la mujer estaba embarazada; el 26 por ciento, durante el parto; y el 46 por ciento durante las seis semanas siguientes al parto. Las cinco principales causas de muertes relacionadas con el embarazo en Perú son: hemorragia, preeclampsia, infección, complicaciones tras un aborto o un parto obstruido.

Es importante señalar que, según estudios recientes sobre la prevalencia de los abortos clandestinos (ilegales) en Perú y sobre el impacto de estos abortos en la salud de las mujeres, se calcula que una de cada siete mujeres que se someten a un aborto es hospitalizada por complicaciones derivadas del aborto. Las razones son variadas: inexistencia de complicaciones, autotratamiento o tratamiento privado y fallecimiento de la mujer antes de llegar al centro médico. Se calcula asimismo una omisión del 10 por ciento de los casos debido a que no se informa o se informa inadecuadamente sobre ellos. Por consiguiente, no puede considerarse que el total de muertes por aborto notificadas sea una cifra precisa. Los mismos estudios señalan que el aborto es la tercera causa más importante de muertes maternas en Perú.

La mayoría de las muertes de causas maternas pueden evitarse. Estudios internacionales han demostrado que las mujeres siguen muriendo por la existencia de una serie de barreras o retrasos que impiden que tengan acceso a los servicios de salud que necesitan y en el momento en que los necesitan. Estas barreras afectan desproporcionadamente a ciertos grupos de mujeres, en especial las que viven en la pobreza en zonas rurales y las mujeres indígenas.

 “El principal problema cultural para el acceso a la salud es el idioma. Los principales desacuerdos con la comunidad son en el tema cultural [...]. Anteriormente, de 10 mujeres, sólo 4 o 5 iban a visitarse durante el embarazo. Las mamás y las abuelas se negaban a los controles de sus hijas en el puesto de salud. Ahora, el 98 por ciento de las gestantes se atiende en el puesto de salud. [La razón principal de este avance es] las capacitaciones, las intervenciones de algunas ONG, el programa Reprosalud. Se han dado charlas a toda la comunidad, hablando sobre tipos de embarazo, peligros y riesgos. Sobre posibilidades de complicaciones o de muerte en partos complicados. El factor más predisponente que hace que las mujeres no vayan al centro de salud es el miedo, el temor [...]. También el analfabetismo de las mamás. No saben qué tipo de tratamiento dan, cómo es la consulta [...]. Si las madres fueran educadas, instruidas, sería mejor.

[El principal problema para la buena atención] es el transporte. En toda la jurisdicción, con siete establecimientos de salud, tenemos una sola ambulancia. A veces, hay dos o tres emergencias en el mismo momento. Sacamos a los pacientes con nuestros recursos, alquilando carros particulares, con todos sus riesgos que implica, por tratar de salvar una vida. A la ambulancia técnicamente le faltan muchas cosas. Más que nada, para atender emergencias, las ambulancias tienen que tener un equipo completo. La de acá sirve como transporte, pero no para resolver emergencias [...].

[Otra cosa que ayudaría a mejorar la situación es] [...] que apoye con más personal a las zonas más alejadas y en extrema pobreza. Lo que queremos es apoyo en recursos humanos.”

Eduardo Lucas Crisóstomo, técnico de salud en el puesto de salud de San Juan de Ccarhuacc,
provincia de Huancavelica, septiembre de 2008

Estas barreras son con mucha frecuencia consecuencia de la actuación o la inacción del gobierno, y por consiguiente pueden superarse. Las soluciones –en el ámbito de la reforma jurídica, la salud pública y el empoderamiento de las mujeres, entre otros– son bien conocidas y han demostrado funcionar en la práctica. Son pluridisciplinares y exigen una actuación integral del gobierno en relación con la condición y la toma de decisiones de las mujeres y su acceso a la atención de la salud.

Muchos expertos han señalado la gran importancia del acceso a atención obstétrica de  urgencia: “Tras muchos debates, toma forma un enfoque mucho más centrado de la reducción de las muertes maternas. Diferentes grupos se centran en diferentes aspectos –atención obstétrica de urgencia, atención especializada por personal especializado, necesidades obstétricas no cubiertas–, pero todos se basan en el reconocimiento de que, si no hay capacidad para tratar a las mujeres con complicaciones obstétricas, no es posible reducir sustancialmente la mortalidad materna”.

La falta de acceso a esta atención viola el derecho humano de las mujeres al disfrute del más alto nivel posible de salud. En la práctica, el derecho a la salud implica el reconocimiento y la aplicación del derecho de las mujeres a la atención de la salud, que debe estar disponible y ser accesible, adecuada y de buena calidad.

La negación del acceso es una de las barreras fundamentales que impide reducir las muertes y las enfermedades maternas: el acceso a un centro de salud o a un profesional de la salud, o al equipo y las medicinas necesarias para el tratamiento de una enfermedad concreta; el acceso al transporte para llegar a los centros de salud, regresar desde ellos al propio domicilio o ser derivada a un centro de nivel superior donde pueda prestarse un tratamiento más complejo; y el acceso a la información sobre los problemas de salud y sus síntomas, las opciones de tratamiento y la disponibilidad y accesibilidad de la atención de la salud.

Muchas mujeres peruanas del ámbito rural viven demasiado lejos de un centro de salud o en zonas en las que no hay carreteras ni medios de transporte adecuados para desplazarse hasta estos centros en caso de emergencia. A menudo el centro de salud más cercano no dispone del equipo o de los medicamentos adecuados, o carece de profesionales formados para dar a las mujeres el tratamiento que necesitan, especialmente en casos de emergencia. Esta falta de disponibilidad es también una barrera para el acceso a la atención de la salud.

Incluso cuando la atención de la salud está disponible, la falta de información conlleva que muchas mujeres no sepan a qué atención pueden acceder o a qué síntomas deben estar alertas. Los 71 grupos étnicos de Perú utilizan muchos idiomas diferentes, y una importante proporción de la población tiene el español como segunda lengua o no lo habla en absoluto. Esto afecta especialmente a las mujeres indígenas, que es menos probable que hablen español que los hombres, ya que no suelen viajar fuera de sus comunidades. A pesar de esta variada y compleja herencia lingüística, la información sobre la atención de la salud sigue dándose prácticamente toda en español y no es fácil conseguir intérpretes. Muchos profesionales de la salud de zonas rurales sólo hablan español y pueden no entender a las mujeres a las que tratan.

Otra importante barrera a la que se enfrentan muchas mujeres indígenas es que la atención de salud disponible no se les presta de una forma que les resulte aceptable. En otras palabras, no se sienten cómodas o seguras utilizando los servicios que se ofrecen y prefieren no recurrir a ellos. Algunas de las mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional informaron haber sido tratadas mal o irrespetuosamente por ser pobres o indígenas, y dijeron que ese trato era la experiencia habitual en sus comunidades. Además, los centros de salud y las técnicas que se utilizan para dar a luz pueden ser perturbadoras e incluso aterradoras para mujeres acostumbradas a otros procedimientos tradicionales de dar a luz. A consecuencia de ello muchas mujeres prefieren un riesgo real y conocido –dar a luz en la comunidad– antes que otro posible y desconocido –ser tratadas en un entorno que temen y de una forma que consideran ajena a su cultura.

El gobierno de Perú tiene que superar estas barreras si quiere que sus políticas de reducción de la mortalidad materna sean eficaces. No son barreras insuperables, pero es preciso reconocer su existencia para que se tomen las medidas adecuadas a fin de reducirlas y eliminarlas.

Hay medidas que son clave para reducir la mortalidad materna, como el acceso a personal capacitado de atención al parto y a atención obstétrica de urgencia.

El acceso a personal capacitado de atención a la salud durante el parto tiene un efecto importante en la mortalidad materna y es uno de los indicadores de los ODM: “La asistencia de personal debidamente capacitado, con adecuados equipos y opciones de traslado en caso de complicaciones tendría que ser el procedimiento normal en los partos para que se lograra una reducción significativa de las muertes maternas”. Las cifras oficiales de Perú indican que más de la mitad de los nacimientos en las zonas rurales aún no son atendidos por un profesional de la salud. Aunque en el mundo muchas mujeres dan a luz sin que las atienda un profesional de la salud, se reconoce ampliamente que el acceso a personas capacitadas durante el parto es uno de los factores clave para garantizar un parto seguro. Este acceso es fundamental cuando surgen complicaciones durante el parto.

La mayoría de las complicaciones obstétricas se producen de forma imprevista en torno al momento del parto, y afectan a aproximadamente el 15 por ciento de las embarazadas. La atención obstétrica de urgencia es, por tanto, también un factor clave para evitar y reducir la mortalidad y la morbilidad maternas. En 1997, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) adoptaron los Indicadores de Proceso de la ONU para los Cuidados Obstétricos de Emergencia (COEm), que recomiendan niveles para la distribución y la calidad de los centros y servicios y la medida en que los utilizan las mujeres que los necesitan. Los datos conseguidos sirven como puntos de referencia para evaluar las iniciativas de los gobiernos (véase el apéndice).

Según un informe publicado por la Defensoría del Pueblo de Perú en 2008, la mayor parte de los centros de salud con capacidad para atender urgencias obstétricas las 24 horas se hallaban situados en zonas urbanas. La mayoría de las zonas rurales no contaban con centros de salud que pudieran proporcionar atención de urgencia.


En los últimos años, el gobierno peruano ha tomado medidas para resolver algunas de estas desigualdades y reducir las barreras que las mujeres pobres, indígenas y campesinas deben superar para acceder a la atención a la salud materna, unas barreras inexistentes para las mujeres que no sufren pobreza o marginación. Entre estas medidas figura aumentar el número de establecimientos concebidos para acercar a las mujeres de comunidades rurales a los centros de salud, fomentar el uso de técnicas de dar a luz culturalmente adecuadas, dar clases de idiomas a los profesionales de la salud y presupuestar las políticas de salud de una forma más orientada hacia los fines que pretenden lograr. Los siguientes capítulos examinan el efecto de algunas de estas iniciativas sobre la protección y la promoción de los derechos humanos de las mujeres durante el embarazo, el parto y las primeras semanas de maternidad.

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