Repeluco
A mí,
la verdad, ver al arzobispo de Granada tirado por los suelos en acto de constricción
y arrepentimiento me da repeluco y vergüenza ajena. Repeluco porque lo que este
señor o el Vaticano hagan ahora no deja de ser una campaña de lavado de imagen
y si me apuras un intento de ahorrarse las indemnizaciones millonarias que han
tenido que pagar en EEUU e Irlanda. Ver a un señor de su edad y otros
religiosos tirados por el suelo en plena misa para que no se les acabe el
chollo (porque Francisco Javier Martínez podría dejar de ser arzobispo por esto)
es de vergüenza ajena.
Y además
me cabrea. Y mucho. Primero, Este hombre se tira por el suelo porque ha salido a
la luz pero ¿no protesta con los casos de violencia de género? ¿no se lía la
manta a la cabeza cuando sus feligresas son maltratadas o asesinadas? ¿no hace
declaraciones condenando el asesinato cuando una granadina es asesinada por su
pareja? ¿no corre a rasgarse las vestiduras en la puerta del ayuntamiento
cuando se convoque el minuto de silencio que la politicada parece ser
suficiente para protestar contra el maltrato? ¿no sólo no tiene 2 dedos de
frente para no hacer apología del maltrato cada vez que abre la boca sino que
encima promueve y publica libros donde se anima a la mujer a someterse a su
marido?
Segundo,
¿dónde estaba el Vaticano hace 4 años cuando el arzobispo hizo apología de la violación?
¿o es que nadie se acuerda de que este bendito señor dijo que si una mujer
aborta el hombre puede violarla? Tontería es que me pregunte por qué aquello se
le dejó pasar (lo mismo que también se le dejó pasar lo del libro "Cásate
y se sumisa") y esto no sabiendo cómo sé de sobra la respuesta: las
mujeres para la iglesia católica somos ciudadanas de segunda o tercera clase, el
servicio que les limpia los conventos y las iglesias poco más o menos que
"de gratis" y las putas que se les abren de piernas con fervor
religioso (porque pensaran encima que para las monjas violadas en la India o África
{de las que se niegan a hablar y a las que se niegan a indemnizar} ser violadas
por un misionero o un sacerdote católico es un honor).
Las mujeres
no damos un ruido. Y los niños tampoco. El problema está en que en esta
sociedad patriarcal tan estupenda que tenemos, los derechos de cualquier niño
por muy pequeño que sea son más importantes que los de una mujer - de ahí que
se ponga el grito en el cielo porque equis número de niños hayan sido violados
en Granada o en Tombuctú y se corra un tupido velo sobre las violaciones a
monjas en el seno de la iglesia católica. La virtud, inocencia, ingenuidad…
"virginidad inviolable" de los niños se presume y se defiende a capa
y espada. La de la mujer es que no existe ni para el arzobispo de Granada ni para
el Vaticano mireuste.
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