Lesbofobia en Madrid
Copiado tal cual
de El Mundo. Sobran los comentarios.
Un matrimonio de lesbianas se ve obligado a abandonar su piso en Las
Tablas tras sufrir durante dos años los insultos y agresiones de su vecino,
según aseguran
-
Acosadas por su vecino homófobo
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Los jueces han absuelto repetidamente al hombre y su mujer niega los
ataques
Cuando Laura y
María se casaron ni se imaginaban la pesadilla que les tocaría vivir por su
condición de lesbianas. Tras más de dos años de soportar insultos, amenazas y
agresiones, la pareja decidió poner tierra de por medio y abandonar su casa de
Las Tablas, que siguen pagando. El culpable: su vecino «homófobo», según
cuentan.
«Le hemos
denunciado 13 veces, pero al final nos hemos tenido que marchar», se lamenta
María, que prefiere ocultar su rostro ante los medios. No así su esposa, Laura,
a quien su vecino J.A., pendiente de ser juzgado por un delito de lesiones,
«estampó contra el suelo» y rompió el ligamento de la muñeca derecha tras una
discusión, afirman. El resultado: un año y medio de baja y secuelas físicas.
Ella no ha sido la
única que ha tenido que soportar la violencia del inquilino de la casa de al
lado. «Un día nos lo encontramos en el ascensor y le pegó de repente una patada
a una de nuestras perras», explica Laura, que ahora vive en la casa de su
hermana, junto a María, en Boadilla del Monte.
El parte médico y
el informe del veterinario confirman las lesiones. «Rotura del fibrocartílago
triangular, tendinitis leve del extensor radial largo del carpo y artritis leve
del carpo», en el caso de la mujer, y «hemorragia en la boca y dolor abdominal
y craneal con presencia de hematoma subcutáneo», en el caso del animal.
'Putas bolleras'
«Putas bolleras»,
«lesbianas de mierda», o «sois unas enfermas» son otras de las agresiones, en
este caso verbales, a las que se han tenido que enfrentar estas mujeres, ambas
bajo tratamiento psiquiátrico, según explican. «Hemos pasado mucho miedo y nos
hemos sentido acosadas», relata María.
En otra de las
denuncias interpuestas ante la Policía Nacional, Laura explica que en una
ocasión su vecino la esperaba con su coche a las puertas de la urbanización mientras
ella se dirigía en su moto a su puesto de trabajo en la EMT. Según el atestado,
J.A. la siguió durante varios kilómetros «muy cerca de su vehículo», hasta que
Laura se dio media vuelta y consiguió despistarle.
Según denuncia el
matrimonio, las discusiones comenzaron en 2012, por su plaza de aparcamiento en
el garaje del edificio. «Decía que no le dejábamos salir con su moto, entonces
nos rayó el coche varias veces, lo escupió y le rompió un faro y el
parachoques».
El vecino explicó
al juez que estaba harto de las chicas, porque le acosaban, y que el día que
ocasionó los desperfectos estaba "cabreado" porque creía que le
habían rallado la moto, sin embargo niega que lo hiciese a propósito y nunca
presentó denuncia alguna contra ellas. Finalmente fue absuelto de un delito de
daños.
También su esposa, C.
La pareja de
mujeres también ha denunciado en varias ocasiones a C., la esposa de su vecino,
por vejarlas en repetidas ocasiones, según aseguran quienes una mañana pudieron
leer en su portal una pintaba que rezaba: «Putas lesbianas».
Hasta ahora la
justicia ha absuelto tanto a J.A., por el delito de daños y una falta de
vejaciones, como a C., por dos faltas de vejaciones y otra de coacciones. «Es
la palabra de uno contra la del otro y siempre pesa la presunción de
inocencia», explica la defensa de Laura y María, que ha recurrido dos de las
sentencias.
Hartas, el 28 de
diciembre decidieron abandonar su casa, con la hipoteca a medio pagar. Para
colmo de sus males, no pueden alquilarla, ya que les fue adjudicada por el
Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA) y hasta julio de 2016, por su
condición de piso protegido, no podrá ser alquilada ni vendida.
«Sin duda hemos
pasado las peores navidades de nuestra vida», asevera María que, junto a Laura,
ha solicitado por escrito a la Comunidad de Madrid que les deje alquilar el
inmueble, alegando «la insostenible e inaguantable situación» que padecen por
«el acoso sistemático de los vecinos colindantes».
Uno de los últimos
episodios lo vivieron cuando, según cuentan, un día se levantaron y vieron que
les habían metido un sobre por debajo de la puerta amenazándolas de muerte.
Denuncias 'falsas'
Este diario pudo
hablar con C., quien negó «todo tipo de agresión homófoba ni de ningún tipo»
por parte de ella ni de su marido. «Somos personas progresistas y estamos traspasándoles
toda la presión a nuestros hijos», aseguró la mujer. Asimismo, la defensa,
ejercida por un familiar de J.A., afirmó a este periódico que las denuncias
«son todas falsas».
En la asociación
de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales Arcópoli, que se reunió con la
defensa de J.A. y C., no se creen esta última versión y abogan por que la ley
catalana contra la homofobia, aprobada el pasado 2 de octubre en el Parlamento,
sirva como ejemplo para crear una a nivel nacional.
Su presidente,
Rubén López, asegura que «este es un caso tipo» que demuestra que se deberían
de extender por todo el país algunos de los puntos de esta ley. Entre los más
destacados está la inversión de la carga de la prueba, que implica que el
presunto discriminador tenga que demostrar que no lo ha hecho, así como multas
equivalentes al indicador de la renta de suficiencia (569,12 euros en 2014), o
la prohibición de recibir ayudas públicas o subvenciones durante cinco años,
como máximo.
El doble de denuncias por odio
Según los datos de
la Delegación de Gobierno, en 2014 se denunciaron en Madrid 130 delitos de
odio, 21 de ellos de carácter homófobo, casi el doble de los 13 que se
registraron en 2013.
La delegada,
Cristina Cifuentes, anunció, tras reunirse con varios colectivos de
homosexuales y transexuales, que pondría en marcha el primer protocolo de
actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ante los delitos de
odio y las conductas tipificadas como discriminatorias.
La Policía deberá
detallar en los atestados si las agresiones son de carácter homófobo para
facilitar que se incluyan así en la correspondiente tipología penal, algo que,
como en el caso de Laura y María, no ocurría. Según explicó Cifuentes, los
agentes están recibiendo una formación específica para facilitar la
presentación de las denuncias, así como la atención a las víctimas.
Sin embargo el
problema es más profundo. En muchos casos la homofobia se muestra invisible
para los registros de las autoridades, que nunca llegan a conocer que esta se
ha producido.
«Es frecuente que
los afectados no se atrevan a denunciar por miedo o por el sentimiento de
culpa. Tienen que ser sus amigos quienes vienen a contarnos que ha ocurrido tal
cosa», asegura López, que recuerda que, al contrario de lo que podría parecer,
«en la mayoría de casos la violencia viene producida por parte de personas de
apariencia normal». «La homofobia está presente en toda la sociedad»,
sentencia.
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