Mar Esquembre Cerdá: Por las que están vivas
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Esquembre Cerdá, Información
El pasado
16 de enero, María del Carmen Cordero se suicidó lanzándose contra el suelo
desde uno de los miradores de la Giralda. Físicamente murió ese día, pero
anímicamente ya lo estaba desde agosto de 2013, cuando su marido asesinó a su
hija, suicidándose a continuación. María del Carmen no va a figurar en la
macabra estadística de asesinadas por la violencia machista, pero ésa y no otra
es la causa de su muerte. Si la contamos a ella, en lo que llevamos de 2015 son
cinco las mujeres asesinadas por el terrorismo machista, aunque oficialmente
sólo tres se computen como violencia de género. Y no pasa nada. No hay reacción
en contra. Ni social, ni política, ni mediática. Nada. Si eso ocurre una vez
consumados los asesinatos, háganse una idea del calvario previo. Si nada se
hace por las asesinadas, mucho menos se hace por las que están vivas. El único
mensaje del Gobierno es insistir en que denuncien. Que denuncien mientras van
recortando cada vez más los exiguos y siempre insuficientes recursos para
luchar contra este terrorismo. Que denuncien mientras se hace el silencio sobre
el sufrimiento añadido que experimentan las que se atreven a hacerlo.
Mal si
no denuncian y mal si denuncian. ¿Qué hacen, entonces? Esta semana he escuchado
a dos mujeres con casos similares. Una de ellas está a punto de entrar en
prisión, por no acatar la orden judicial de entregar a su hija al padre,
condenado por violencia de género. Tras este desenlace, hay años y años de
luchas solitarias ante los órganos judiciales y, sobre todo, de sufrimiento de
la menor y de ella. Otra me contaba cómo empezó su calvario hace poco más de
dos años cuando no podía más y quiso divorciarse, sin denunciar los malos
tratos. Finalmente denunció y, a su vez, fue denunciada por su marido. Tiene
dos niñas pequeñas y sufre con y por ellas. Ambas mujeres están pasando un
infierno de demandas, querellas cruzadas, pruebas periciales en un sistema
jurídico que se resiste a aceptar, amparado en el principio de igualdad formal,
que mujeres y hombres se encuentran en una asimétrica relación de poder. Y las
niñas están siendo utilizadas por los padres que las engendraron para perpetuar
ese infierno. Es imposible describir aquí cómo se utiliza a las criaturas para
infligir violencia sobre las mujeres. Pero pasa. Y cada vez más.
Esas
dos mujeres, que llevo clavadas en el alma, coincidían en una cosa: si llegan a
saber lo que les esperaba, hubieran aguantado lo insoportable con tal de que
sus hijas no tuvieran que pasar por lo que ahora están pasando. ¿Cuántas hay en
esta situación? ¿Qué estamos haciendo? Hay que actuar. Por las que están vivas todavía.
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