En el gobierno de Evo Morales la banca gana y las mujeres blancas son objeto de deseo

© María Galindo, La República de Perú

-           “No vuelvo a ir a un encuentro feminista en un hotel de cinco estrellas”

Nació en La Paz (1964). Es una anarcofeminista, psicóloga, locutora de radio y presentadora de televisión boliviana. Fundó Mujeres Creando, una asociación de mujeres bolivianas que combate el machismo y la homofobia.

En sus propias palabras, ella es María Galindo, fundadora, junto con otras, de Mujeres Creando, feminista, boliviana, loca, alguien que hace radio, televisión y lucha callejera con guion propio. Lesbiana, gorda, terca, escritora, agitadora, terror de la policía y grafitera, estuvo hace poco en Madrid, presentando su libro, ¡A despatriarcar! (Lavaca, Buenos Aires) en Vaciador 34, rodeada de decenas de mujeres, sobre todo jóvenes y entre ellas muchísimas latinoamericanas, compartiendo las consignas de su 'feminismo urgente'. Galindo propone la despatriarcalización como motor de la descolonización y la transformación social en la Bolivia de Evo Morales. “Hay que abandonar la idea mitificadora de una cultura indígena de núcleo horizontal y no patriarcal. En un contexto en el que el hombre indígena aparece como el único interlocutor del Estado, reclamamos el derecho de las mujeres a la desobediencia cultural y el desacato de mandatos de costumbre”, dice. Junto con otras anarcofeministas militantes como ella, Galindo ha convertido Mujeres Creando “en una fábrica de justicia” para  las bolivianas.

¿En Bolivia existe una Unidad de Despatriarcalización que depende del Viceministerio de Descolonización y que no sirve para nada?

Así es. No tiene presupuesto, ni poder, ni contenido, ni funciones. Fuimos Mujeres Creando las que lanzamos esta propuesta de la que ellos se apropiaron para aminorar nuestro impacto.  Es parte de una política gubernamental no dejar que nada se mueva fuera del gobierno, ni siquiera el debate ni el pensamiento, quieren comérselo todo. El gran acto organizado por esta instancia fue un matrimonio indígena masivo a la manera judeocristiana pero con detalles folclóricos, comandados por el propio Evo Morales. Yo estuve ahí con mi radio y fui violentamente reprimida por la policía.

¿Por qué en tu libro hablas de una Bolivia travesti?

Hay una disputa de identidades. Bolivia travestida de indígena, con chola transformer, con Miss Cholita y Miss Ñusta universitaria. El máximo representante de la Bolivia travesti es el Presidente que se traviste de poncho en poncho, buscando en ese ejercicio arribar a la construcción de una identidad que, trágicamente, se fragmenta en muchas pequeñas identidades, con todas sus contradicciones. La Bolivia bastarda es incapaz de mirarse al espejo.

¿Hoy la mejor opción en Bolivia es declararse indígena?

Estamos en la Bolivia de los originarios. Después de haber escondido el retrato de la madre chola en el desván, hoy se le desentierra. En este momento declararse indígena es políticamente muy ventajoso. Yo creo que la autoidentificación y autodenominación es claramente un acto de libertad y tienen toda la libertad de hacerlo. Pero si antes la Bolivia racista y blanca relegó a la intelectualidad indígena, ahora la intelectualidad indígena “oportunista”, llena de privilegios, vuelve a relegar a quienes tienen décadas en esta lucha.

¿Crees que fuera de Bolivia se tiene una idea equivocada de Evo Morales? 

Definitivamente sí. Fuera del país se ha idealizado el gobierno de un indígena y no se quiere  conocer la realidad más en detalle, por ejemplo, de su política económica real. En los dos gobiernos de Evo los que más han ganado han sido los bancos.

¿Por qué Evo quería realizar el Miss Universo en Bolivia?

Mientras las mujeres indígenas son base de apoyo social, sin nombre, ni cuerpo, las mujeres blancas son objeto de deseo. Acceder a ellas es un ejercicio de poder. La obsesión de Evo es seguir haciendo alianzas con sus antiguos enemigos, la oligarquía que está detrás de los cientos de concursos de belleza que hay en el país, una verdadera industria de la cosificación de las bolivianas. Las misses están presentes en todos los actos oficiales e inclusive tienen dos curules en el parlamento. Además de dar giros en la economía, el gobierno boliviano pensó en seducir a este sector organizando el Miss Universo, pero no lo logró. Ahora Evo Morales va a organizar el Dakar, más de lo mismo.

Has entrevistado a mucha gente. ¿Qué ocurrió con Rigoberta Menchú?

Rigoberta se levantó de su sillón y me dejó con la palabra en la boca. Dijo que la había ofendido y discriminado. Solo porque hablé de la no fetichización de nuestras identidades: no por ser mujer, ser lesbiana o ser indígena soy intocable o perfecta.  Yo creo que ahí está un nuevo fundamentalismo que en Bolivia lo vivimos todos los días. No estamos hablando de la indígena subalternizada, sino de esa otra indígena que es Rigoberta, una con poder.

¿Por qué ya no vas a encuentros feministas latinoamericanos?

Mira, al último que fui tuvo lugar en un hotel de 5 estrellas en República Dominicana, con playa privada y policía que vigilaba la playa. El costo de inscripción rondaba los 200 dólares. Recuerdo que seis compañeras nos metimos en una sola habitación, ya habíamos gastado 800 dólares por pasaje. No había ni un solo debate sobre prostitución, cuando en la calle era generalizada. Los encuentros feministas latinoamericanos dejan tácitamente fuera a los sectores populares. Esto ya afecta completamente los sentidos y contenidos. No se organizan en lugares accesibles, porque no hay una voluntad política de hacerlo. Básicamente son encuentros que reúnen a funcionarias de oenegés que tienen un excedente económico para ir allí y pasarlo bomba.

¿Cuál fue vuestra conclusión?


A la vuelta, resolvimos que nunca más iríamos a un encuentro para el que hay que invertir sumas altísimas de dinero. Decidimos organizar, en cambio, dos encuentros feministas anuales en nuestro país. Hacemos uno en la zona andina de la  Paz y uno en la zona tropical de Santa Cruz. Ofrecemos más de diez talleres de discusión, el almuerzo y toda la participación por un monto de tres dólares y lo hacemos en recintos públicos para bajar los costos. El impacto de estos encuentros es increíble.

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