Susana Chiarotti Boero: “Violar es una herramienta política de disciplinamiento”
* * una
de esas entrevistas que me gustan, guardo para compartirlas y se me quedan en
el tintero por falta de tiempo.
© Susana
Chiarotti Boero, Mariana Carbajal, Página 12
-
Susana Chiarotti Boero es representante de Argentina ante el Comité de Expertas
de la OEA
- La
abogada rosarina describe las diferentes variantes que persisten como método de
dominación de las mujeres por los hombres. Apunta a que el Estado debe mostrar que
no tolerará la discriminación y el atropello y que cada agresión tendrá una
respuesta clara.
“La
violación es una herramienta política de disciplinamiento que el patriarcado
utiliza desde sus orígenes para recordarle a la mujer que debe ocupar un rol de
servidumbre y obediencia al hombre”, señaló la abogada Susana Chiarotti Boero,
representante de Argentina ante el Comité de Expertas de la OEA que monitorean
el cumplimiento por parte de los Estados de la Convención Interamericana para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres, conocida como
Belém do Pará. En una entrevista con Página/12 Chiarotti profundizó sobre la
violencia sexual, una de las formas de la violencia machista, en un año en el
que la sociedad se conmovió por varios casos de adolescentes que fueron
abusadas y asesinadas, como la joven Melina Romero. Y advirtió que si al
Gobierno “realmente le interesa prevenir estas conductas, tiene que contar con
políticas de Estado, sostenibles y sustentables, que muestren que no se tolerará
la discriminación y atropello a las ciudadanas; que cada agresión contará con
una respuesta clara y contundente del sistema de justicia –y no con la
impunidad o el festín mediático–; además de lanzar un plan federal de
prevención de la violencia contra las mujeres, con capítulos provinciales, que
tenga una partida presupuestaria importante, especialmente etiquetada para
violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes”.
Chiarotti
se recibió de abogada en 1974, en Rosario, donde fundó en 1996 el Instituto de
Género, Derecho y Desarrollo (Insgenar) que dirige actualmente. Tiene una larga
trayectoria en la defensa de los derechos humanos. Integra, entre otros
espacios Cladem, el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los
Derechos de las Mujeres.
Salieron a la luz en el último tiempo algunos casos
de adolescentes violadas por otros adolescentes o jóvenes conocidos de boliches
o del colegio. También en EE.UU. surgió como problemática visible la violación
de estudiantes en campus universitarios por parte de otros estudiantes....
No creo
que estos hechos sean un fenómeno nuevo, sino que tienen ahora una visibilidad
que era impensable años atrás. Recordemos la película La patota, donde Mirtha
Legrand, joven docente, era violada por un grupo de jóvenes alumnos...
¿Qué se pone en juego en la violación en banda y
hacia una compañera?
La
violación es una herramienta política de disciplinamiento que el patriarcado
utiliza desde sus orígenes. Sirve para recordarle a la mujer que debe ocupar un
rol de servidumbre y obediencia al hombre; que debe limitar sus salidas y
diversiones; permanecer en el hogar y no invadir la calle, el espacio público,
que pertenece a los varones. No importa cuán modernos sean la ropa, el celular
o los autos que tengan los jóvenes. En el fondo se arrastra algo atávico sobre
la inferioridad de las mujeres. Los varones sienten que hay que recordarles a
ellas todo el tiempo que no son iguales a los varones ni tienen los mismos
derechos, especialmente, el de libertad de circulación, por cualquier lugar, a
cualquier hora.
Pareciera que a pesar de tantos años de luchas
feministas, en las nuevas generaciones se sigue pensando que hay chicas que son
para consumir y descartar... ¿Por qué piensa que esto ocurre?
Pensemos
que las luchas feministas fueron discontinuas. Luego de feroces derrotas, como
por ejemplo la de las revolucionarias francesas como Olimpia de Gouges, los
avances se detienen, se producen retrocesos y sólo se retoman décadas o
centurias después. La última ola feminista lleva unos 40 años y los avances
producidos en el tema de la violencia son impresionantes. Pero no alcanzan para
deconstruir una cultura de 4 milenios o más de patriarcado que permeó cada
aspecto de nuestras vidas. No creo que haya que desalentarse, sino pensar que
estamos en un cambio cultural gigantesco, pero que es como una escalera con
muchos peldaños y solo pudimos subir algunos.
¿Cómo se debe trabajar desde el Estado para prevenir
estas conductas?
Si al
Estado realmente le interesa prevenir estas conductas, tiene que contar con
políticas de Estado, sostenibles y sustentables, que muestren que no se
tolerará la discriminación y atropello a las ciudadanas; que cada agresión
contará con una respuesta clara y contundente del sistema de justicia –y no con
la impunidad o el festín mediático–. Además, lanzar un plan federal de
prevención de la violencia contra las mujeres, con capítulos provinciales, que
tenga una partida presupuestaria importante, especialmente etiquetada para
violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes. El compromiso político con
este tema no se muestra con declaraciones sino con medidas concretas. Este plan
debería incluir campañas permanentes con mensajes claros, cambios curriculares
desde jardín de infantes hasta la universidad, programas de democracia
familiar, de no tolerancia del acoso en los empleos y espacios públicos.
También afrontar el reparto de las tareas de cuidado y estimular la
participación de las mujeres en la toma de decisiones, desde el plano local hasta
el nacional. Y luego, sistemas de estadísticas para poder medir la evolución de
la situación y sistemas de evaluación de cada programa y política.
¿Cómo analiza el problema de la violencia hacia las
mujeres en estos momentos? Los casos de femicidios parecerían aumentar en la
Argentina y algunos expresan un ensañamiento feroz. ¿A qué responde esta
tendencia?
El
hecho de que un gran porcentaje de mujeres tenga ahora un relativo grado de
autonomía económica, o esté informada sobre la violencia de género, les permite
tomar decisiones autónomas y también cortar con una pareja con la que no se
sienten a gusto. O sea, se permiten cortar una relación. Esa autonomía o esa
posibilidad irrita a los varones que no han reconfigurado su rol frente a
nuevos modelos de mujer. La reacción es feroz.
Un centro integral de la mujer del municipio de La
Plata ofrece un curso de defensa personal para mujeres víctimas de violencia.
¿Qué opina al respecto?
Te voy
a responder desde el estómago. A mí me cae bien que las mujeres sepamos
defendernos y contemos con habilidades para ello. También creo que una mujer
que puede y sabe defenderse está más empoderada que otra que no sabe o no
puede. Eso no significa que crea que es la solución a la violencia de género.
Esto último es complejo, multicausal y requiere un abordaje desde muchas áreas.
No hablaría de debilidad de las mujeres, pero es una realidad que, en general,
tenemos un 30 por ciento menos de fuerza física que los hombres y eso, muchas
veces, puede ponernos en desventaja. Estas desventajas pueden suplirse con
habilidades, como te enseñan en las artes marciales chinas. En fin, no es lo
único ni todo lo necesario pero no está de más. Tampoco es nueva la iniciativa.
En el año ’92 fui en Nueva Jersey a un taller que unas feministas
norteamericanas hacían sobre defensa personal, donde enseñaban trucos para
sobrellevar la debilidad física en casos de agresiones. Y ellas hacía varios
años que estaban trabajando.
¿Es posible pensar en una vida libre de violencia de
género? ¿O es una utopía?
Sí, es
posible pensar una vida libre de violencia de género, pero para eso hay que
disolver los nudos de poder centrales, que son políticos y requieren pensar
también en otro Estado. Actualmente, tener a las mujeres dominadas de alguna
manera y confinadas a roles tradicionales les permite al Estado y a los varones
seguir contando con su trabajo gratuito, tanto para la reproducción humana como
para la reproducción de la fuerza de trabajo. Sin la dedicación mayoritaria de
millones de mujeres a las tareas de cuidado, de manera gratuita, sería
impensable que la actual economía subsistiera. Por otro lado, la participación
política de las mujeres, a pesar de los avances, nunca llegó a la paridad que
habíamos pedido en la cumbre de Quito, hace 4 años. Habría que pensar en otro
modelo de Estado. La violencia de género permite mantener a las mujeres ejerciendo
ese rol. Si nosotras nos quedamos en medidas aisladas y no vemos que hay un
nudo económico y otro político para deshacer, nunca abordaremos el centro del
problema.
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