Mar Esquembre Cerdá: 8 de marzo ¿trampantojo o cinismo?

© Mar Esquembre Cerdá, Diario Información

Trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es». Este es el significado del término «trampantojo», que proviene de la expresión «trampa ante ojo». Es una palabra que me repiquetea en la cabeza cada año por estas fechas al conocer muchas de las actividades que se programan desde las instituciones para su conmemoración.

Si se conoce el significado de esta fecha se observa fácilmente cuán tramposos pueden llegar a ser estos actos y, sobre todo, muchos discursos.

El Día Internacional de las Mujeres (no de la mujer, porque somos muchas y muy diversas, aunque nos quieran encerrar en el mismo frasquito de esencia que supone la normatividad femenina) es una jornada fundamentalmente reivindicativa. Es un día para repasar la agenda sobre el estado de los derechos de las mujeres en el mundo que, desde luego, nos permite celebrar los logros alcanzados (duramente, que no se olvide que nadie nos regaló nada) gracias a las luchas y alianzas de mujeres que nos precedieron, pero que, sobre todo, nos obliga a seguir luchando, juntas, para reclamar lo que todavía parece lejano en el horizonte, bien por no haber llegado todavía, bien por haber retrocedido. Por eso es también, principalmente, una jornada de denuncia.

Ya me dirán qué tienen que ver con estos objetivos muchas de las actividades que se organizan en este país desde instituciones gobernadas precisamente por quienes toman decisiones que suponen retrocesos constantes en los derechos de las mujeres y/o que obstaculizan su ejercicio. Porque son los mismos responsables de la reforma laboral regresiva, de los recortes, del desmantelamiento de los servicios públicos, de reforzar la educación religiosa en detrimento de la formación en valores de igualdad. Son los que atacan el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo para las más jóvenes y vulnerables. Son los que, cada vez que se comete un asesinato machista, repiten como discos rayados que las mujeres víctimas de malos tratos deben denunciar pero al mismo tiempo legislan en su contra, poniendo el sistema judicial a favor de los maltratadores. Son los que se niegan a cumplir las condenas internacionales por no proteger a las niñas y a las mujeres de la violencia de género, como ha sucedido con Ángela González, que alertó innumerables veces a las autoridades del peligro que su hija Andrea corría en cada una de las visitas concedidas a su padre, hasta que éste la asesinó.


Por eso, por todo eso y más, unas feministas interrumpieron en un acto esta semana al ministro Alonso y al portavoz popular PP en el Congreso, gritando: «Vuestras políticas nos están matando». Hernando contestó: «en este país no se mata a nadie». ¡Serán cínicos!

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