El coste económico de cerrar las fronteras en Europa
* *copiado tal
cual del informe "El coste humano de la fortaleza Europa. Violaciones de
Derechos Humanos cometidas en las fronteras de Europa contra personas migrantes
y refugiadas" de Amnistía Internacional
Muchas de las
medidas descritas en este informe se han podido adoptar gracias únicamente al
fuerte apoyo económico de la UE o de algunos Estados miembros. Quienes prestan
apoyo a tales políticas y prácticas tienen la obligación de garantizar que las
medidas que respaldan no son causa de violaciones de derechos humanos. Sin
embargo, las prioridades de la UE en política de migración han estado centradas
en el cierre de sus fronteras, no en sus obligaciones en materia de derechos
humanos. Clara muestra de ello es el costo de la construcción de la
"Fortaleza Europa" comparado con lo que se gasta en mejorar los
procedimientos de asilo y atender las necesidades de los refugiados.
La Dirección General
de Asuntos Internos de la Comisión Europea asignó casi 4.000 millones de euros,
para el periodo 2007-2013, a los cuatro instrumentos de financiación
establecidos, en virtud del Programa para la Solidaridad y Gestión de los
Flujos Migratorios (SOLID), para prestar apoyo a las actividades de los Estados
miembros en material de asilo, integración , retorno de ciudadanos de terceros
países y control de fronteras.12 Casi la mitad de esta suma (1.820 millones de
euros) se destinaron a actividades, equipo e infraestructura tecnológica para,
principalmente, el control de las fronteras exteriores de la zona Schengen.13
Sólo el 17 por ciento (700 millones) se destinó a mejorar los procedimientos de
asilo, los servicios de acogida y el reasentamiento y la integración de
refugiados.
El contraste entre
el gasto en control de fronteras y el apoyo a los refugiados fue aún más
acusado en las asignaciones de fondos de la UE a los Estados miembros de las
fronteras exteriores de la UE. Por ejemplo, sólo poco más del 8 por ciento de
la suma total asignada a Bulgaria con arreglo al programa SOLID iba destinada a
actividades financiadas por el Fondo para los
Refugiados, mientras a que actividades financiadas por el Fondo para la
Fronteras Exteriores se destinó casi el 74 por ciento.
En abril de 2014,
la UE estableció dos nuevos fondos en sustitución de los cuatro del programa
SOLID y aumentó el gasto en esta área en casi un 50 por ciento. Los dos nuevos
fondos son:
- Fondo de Asilo, Migración e Integración (AMIF), con un presupuesto de
3.137 millones de euros. Cada Estado miembro debe gastar al menos el 20 por
ciento de su asignación en medidas relacionadas con el asilo, y
- Fondo de Seguridad Interior
(fronteras y visados) (ISF), con un presupuesto de 2.760 millones de euros.
En los nuevos
reglamentos por los que se establecen estos fondos se hace referencia a las
obligaciones de los Estados miembros en materia de derechos humanos y se
dispone que en todas las actividades realizadas con estos fondos deben
cumplirse plenamente estas obligaciones. Sin embargo, no se establece en los
reglamentos ningún mecanismo de vigilancia de los derechos humanos; además,
para la evaluación de la aplicación de los fondos se utilizan indicadores puramente
cuantitativos, como el "número de medios e infraestructuras para el
control de las fronteras (verificaciones y vigilancia) desarrollados o
modernizados con ayuda del Fondo", en el caso del ISF, y el "número
de personas vulnerables y de menores no acompañados que reciben asistencia específica”,
en el del AMIF.19 Por tanto, no está claro cómo vigilará la Comisión Europea el
gasto para garantizar que sus fondos no apoyan actividades que causen o
contribuyan a causar violaciones de derechos humanos.
Según el
reglamento que regula el AMIF y el ISF, se debe contar con la participación de
los socios en la preparación, ejecución, seguimiento y evaluación de los
programas nacionales20 Con el AMIF es necesario que los Estados miembros
incluyan entre tales socios a organizaciones internacionales, organizaciones no
gubernamentales e interlocutores sociales pertinentes, que puedan participar en
la evaluación del impacto del Fondo en los derechos humanos. Sin embargo, no
existe tal obligación en el caso del ISF.
Aunque los fondos
los gastan en realidad la Comisión Europa y los Estados, el Consejo Europeo y
el Parlamento Europeo desempeñan una importante función en la decisión de cómo
preparar y asignar el presupuesto. Las contribuciones de los Estados miembros constituyen
las dos terceras parte del presupuesto total de la UE, por lo que la
responsabilidad de garantizar salvaguardias adecuadas y seguimiento recae no
sólo en la UE, sino también en los países.21 Sin embargo, la UE y los Estados
miembros no velan por que las salvaguardias en materia de derechos humanos sean
parte integrante de las decisiones sobre financiación.
FORTIFICACIÓN DE
LA FRONTER SURORIENTAL: BULGARIA Y GRECIA
Antes de mediados
de 2012, la frontera terrestre entre Grecia y Turquía era una de las
principales rutas de entrada de refugiados y migrantes en la UE. A mediados de
agosto de 2012, las autoridades griegas lanzaron la operación Aspida
("Escudo") para bloquear esta frontera. Se desplegó a más de 1.800
agentes de policía más y se levantó una valla de 10,5 kilómetros de longitud en
la parte septentrional de esta frontera terrestre. Según Frontex, la Agencia
Europea para la Gestión de las Fronteras Exteriores, estas medidas han tenido
tanto impacto, que al final de octubre de 2012 el número de migrantes
irregulares detectados al intentar cruzar esta frontera era de menos de 10 a la
semana, cuando en la primera semana de agosto de 2012 había sido de 2.000.
Con la
intensificación de las medidas de seguridad en la frontera terrestre, un número
creciente de refugiados y migrantes han comenzado a tomar la ruta por mar a la
islas griegas, que es más peligrosa. De acuerdo con la policía griega, el
número de migrantes detenidos en las islas griegas o en el mar Egeo ascendió de
169, en 2012, a 3.265, en 2013.
Además de haberse
intensificado la seguridad para impedir la entrada irregular de migrantes en
territorio griego, es habitual que los guardias de fronteras y los guardacostas
reenvíen a Turquía a refugiados y migrantes sin el debido proceso y, a veces,
poniendo en peligro su vida, incluso cuando consiguen entrar en Grecia.
Tras quedar la
ruta de Grecia bloqueada casi por completo, muchos migrantes y refugiados que
intentaban llevar a la UE se desviaron hacia la frontera entre Bulgaria y Turquía.
El número de refugiados y migrantes detenidos en la frontera de Bulgaria con
Turquía experimentó un acusado aumento en julio de 2013. El número total de
personas que cruzaban la frontera de manera irregular era de alrededor de 1.700
en 2012. En 2013, la cifra se elevó a 11.158. Varias personas migrantes y
refugiadas entrevistadas por Amnistía Internacional han contado que el motivo
principal de que decidieran entrar por Bulgaria fue el temor a los malos tratos
y los reenvíos sin el debido procedimiento en las fronteras griegas, así como
el aumento de los controles en ellas.
A la vez que se
esforzaban por atender debidamente las necesidades del gran número de
refugiados que cruzaban la frontera, las autoridades búlgaras se apresuraron a
aumentar el control fronterizo con medidas como desplegar a 1.572 agentes de
policía más, junto con 141 vehículos de patrulla todoterreno, y comenzar a
levantar una valla de 30 kilómetros de longitud. Aumentaron también la
cooperación con las autoridades turcas por medio de un sistema integrado de
vigilancia de la frontera (véase el apartado “Eurosur: tecnología de vigilancia
de las fronteras de la UE” para más información).
Tras la adopción
de estas medidas, el número de personas que entraban de manera irregular en
Bulgaria desde Turquía se redujo espectacularmente. Casi 8.000 migrantes
entraron de manera irregular en Bulgaria por la frontera turca entre septiembre
y noviembre de 2013. Entre el 1 de enero y el 26 de marzo de 2014 la cifra se
redujo a sólo 302. Este descenso resulta especialmente preocupante si se tiene
en cuenta que casi el 60 por ciento de las personas que entraron de manera
irregular en Bulgaria en 2013 eran sirios que huían del conflicto y los abusos
generalizados contra los derechos humanos. En el mismo periodo, Bulgaria
recibió 5,65 millones de euros de los fondos de emergencia de la UE para
mejorar sus servicios de acogida y sus procedimientos de asilo. Sin embargo,
cuando comenzaron las mejoras en estas áreas no conseguían entrar ya en
Bulgaria para beneficiarse de ellas más que un pequeño número de solicitantes
de asilo.
Muchas de las
medidas adoptadas por Grecia y Bulgaria para sellar la frontera suroriental de
la UE con Turquía han sido posibles gracias a los fondos que ambos países han
recibido de la UE. En 2012, las autoridades griegas destinaron 6 millones de
euros del Fondo para las Fronteras Exteriores a financiar parte de la operación
Aspida ("Escudo"). También utilizaron dinero de este fondo para
comprar material como equipos electrónicos para tomar huellas dactilares,
vehículos policiales de patrulla (más de 16 millones de euros), patrulleras de
alta mar (más de 31 millones), patrulleras costeras (más de 14 millones),
lanchas de alta velocidad, aviones con sensores, vehículos todoterreno,
motocicletas (más de 2,5 millones), binoculares de visión nocturna y de larga
distancia, cámaras térmicas, detectores de CO2 y embarcaciones de búsqueda y
salvamento. La mayor parte de este material se destina a la vigilancia y
patrulla de la frontera de Grecia con Turquía. Amnistía Internacional ha
documentado graves violaciones de los derechos de las personas migrantes y
refugiadas que intentan entrar en Grecia por este tramo de frontera. Se ha
detenido a personas migrantes y refugiadas localizadas por la policía o la
guardia costera griegas y se las ha recluido arbitrariamente y en terribles
condiciones o se las ha obligado a regresar a Turquía sin permitirles ejercer
el derecho a solicitar asilo.
EXTERNALIZACIÓN DEL CONTROL DE LA MIGRACION A
TERCEROS PAÍSES
La UE y sus
Estados miembros prestan apoyo a los sistemas de control de la migración de
países vecinos a fin de cortar el paso a los migrantes y refugiados antes
incluso de que lleguen a las verdaderas fronteras de Europa. Por medio de
acuerdos de cooperación con terceros países como Libia, Marruecos, Turquía y
Ucrania se está intentando cada vez más convertir estos países en zonas de
contención en torno a la fronteras de las UE.
Los convenios de
cooperación adoptan distintas formas, como diálogos bilaterales o regionales
sobre políticas, acuerdos sobre concesión de visados y readmisión, y
financiación y apoyo operativo de organismos de la UE como Frontex. Abarcan
financiación de material de vigilancia fronteriza, formación de guardias de
fronteras y guardacostas y establecimiento de redes de intercambio de
información para que terceros países puedan cortar el paso a los migrantes y
refugiados antes de que lleguen a Europa. La UE financia incluso la
construcción o reforma de centros detención en, por ejemplo, Turquía y Ucrania,
para ayudar a terceros países a contener a los migrantes irregulares e impedir
que sigan avanzando.
Aunque los
derechos humanos de los migrantes, incluida la necesidad de protección de los
solicitantes de asilo, se consideran parte esencial de la política exterior de
migración de la UE, muchos convenios de cooperación tienen principalmente por
objeto impedir la migración irregular y devolver a los migrantes por medio de
acuerdos de readmisión, en vez de, por ejemplo, abrir más canales legales de
migración o promover los derechos humanos de migrantes y refugiados.
Por ejemplo, la
hoja de ruta preparada por la Comisión Europea para posibilitar la entrada sin
visado de ciudadanos turcos en la UE obliga a Turquía a cumplir "plena y
efectivamente" los acuerdos de readmisión firmados con Estados miembros y
con la UE. De hecho, incluso obliga a Turquía a "firmar y aplicar acuerdos
de readmisión con los países que son fuente de flujos importantes de migración
ilegal hacia Turquía o los Estados miembros de la UE". El régimen de
entrada sin visado depende también de que Turquía demuestre que efectúa
"controles y vigilancia fronterizos adecuados a lo largo de todas las
fronteras del país, especialmente de las fronteras con Estados miembros de la
UE, de manera que se produzca una reducción significativa y constante del número
de personas que consiguen cruzar ilegalmente la frontera turca para entrar o
salir de Turquía.”
No hay ningún
mecanismo con el que evaluar el impacto de la cooperación de la UE o de sus
Estados miembros con terceros países en la capacidad de acceder a procedimientos
de asilo o de continuar el viaje. Los trabajos de investigación de Amnistía
Internacional revelan que, debido a las demandas que se están haciendo a
terceros países para que impidan las salidas irregulares hacia Europa, los
refugiados, solicitantes de asilo y migrantes están expuestos a sufrir en esos
países detención arbitraria y por tiempo prolongado, devolución (refoulement) y
malos tratos. Además, la negociación de los acuerdos de cooperación con
terceros países no es transparente, y algunos Estados miembros de la UE ni
siquiera hacen públicos los acuerdos que ya han firmado. De este modo se reduce
aún más la posibilidad de someterlos al escrutinio público.
FINANCIACIÓN DE LA
ZONA DE CONTENCIÓN
La Unión Europea
colabora también con financiación en programas sobre migración fuera de su
territorio. Hay diversos instrumentos con los que se financian múltiples y
variadas actividades relacionadas con cuestiones que abarcan desde el medio
ambiente hasta el Estado de derecho en terceros países. Cuesta determinar, por
tanto, la cantidad exacta que se gasta en asuntos de migración. No obstante,
entre 2007 y 2013, uno de los principales instrumentos de este ámbito, el
Programa temático de cooperación con terceros países en materia de migración y
asilo, tenía un presupuesto de 384 millones de euros y financiaba actividades
relacionadas con la migración en terceros países
Ahora, en 2014, la
Dirección General de Asuntos Internos de la Comisión Europea puede también
conceder fondos a países no pertenecientes a la UE con cargo a los nuevos Fondo
de Asilo, Migración e Integración y Fondo de Seguridad Interior “para
garantizar que la UE tiene medios para perseguir sus prioridades en política de
asuntos de interior y hacer valer sus intereses en las relaciones con países no
pertenecientes a la UE.”44 Esta capacidad entraña el riesgo de que las
prioridades internas de la UE en materia de migración, como la prevención de la
migración irregular, se antepongan a las necesidades de los refugiados y los migrantes
cuando la Dirección General de Asuntos Internos decida qué actividades
financiar en terceros países. Además, como en el caso de la financiación
interna a Estados miembros, no hay mecanismos para evaluar el impacto de los
fondos de la UE destinados a países no pertenecientes a la UE en los derechos
humanos de los refugiados y migrantes.
En 2012, la UE
destinó, por medio del Instrumento de Ayuda de Preadhesión, 20 millones de
euros a ayudar a las autoridades turcas a adquirir material para "reforzar
la capacidad de vigilancia de las fronteras"45 El mismo año, la ayuda
humanitaria a Turquía –donde desde el comienzo de la crisis siria en 2011
habían buscado protección 280.000 sirios46– fue de sólo 3,8 millones de euros,
aportados por la Comisión Europea, y 10,5 millones, aportados por todos los
Estados miembros de la UE. La ayuda económica que la Comisión Europea ha
prestado en total a Turquía en relación con la crisis de refugiados sirios
desde el comienzo de ésta asciende a 42,8 millones de euros, mientras que
Turquía afirma haber gastado 1.840 millones.
ACUERDOS DE
READMISIÓN
En mayo de 2014,
la UE había firmado acuerdos de readmisión con 17 países: Albania, Armenia,
Azerbaiyán, Bosnia y Herzegovina, Cabo Verde, Georgia, Hong Kong, Macao, Ex
República Yugoslava de Macedonia, Moldavia, Montenegro, Pakistán, Rusia,
Serbia, Sri Lanka, Turquía y Ucrania. Había entablado además negociaciones con
Argelia, Bielorrusia, China y Marruecos.
En los acuerdos de
readmisión de la UE se establecen los procedimientos de expulsión de ciudadanos
de países no pertenecientes a la UE presentes en ésta sin autorización, a su
país de origen o de tránsito. Aunque los acuerdos de readmisión deberían
afectar sólo a los migrantes irregulares, se teme que, en virtud de ellos, se
esté enviando también de regreso a países de origen o tránsito a solicitantes
de asilo sin permitirles el acceso a los debidos procedimientos. Puede ocurrir
esto, por ejemplo, en Estados miembros con deficiencias sistémicas en sus
sistemas de asilo, como Bulgaria y Grecia. El problema es especialmente
preocupante en la zonas fronterizas, donde se aplican procedimientos acelerados
y hay menos posibilidades de apelar contra la expulsión. Cuando son readmitidas
en países de los que no son nacionales, las personas corren el riesgo de quedar
abandonadas a su suerte, expuestas a sufrir violaciones de derechos como el
derecho de asilo, el derecho a la libertad y el derecho al trabajo.
In 2011, la
Comisión Europea presentó una evaluación de los acuerdos de readmisión que la
UE había firmado y formuló recomendaciones concretas para excluir a los
nacionales de terceros países de este tipo de acuerdos y para aplicar cláusulas
de suspensión en caso de riesgo grave y persistente de violación de derechos
humanos para las personas readmitidas. La Comisión recomendó también la
participación de organizaciones internacionales y no gubernamentales en los
"comités mixtos de readmisión" que vigilan la ejecución de los acuerdos
de readmisión de la UE. No se siguió ninguna de estas recomendaciones en, por
ejemplo, el acuerdo de readmisión que la UE firmó con Turquía en diciembre de
2013.
Los Estados
miembros también firman acuerdos bilaterales de readmisión con terceros países.
Por ejemplo, Grecia tiene un acuerdo de readmisión con Turquía; España, con
Marruecos, y Francia, con Benín, Burkina Faso, Camerún, Cabo Verde, Congo,
Gabón, Senegal, Túnez y Mauricio. Algunos acuerdos de readmisión firmados por
Estados miembros con terceros países han suscitado también preocupación en
relación con los procedimientos acelerados y la falta de salvaguardias de los
derechos humanos.
FRONTEX: LA
AGENCIA EUROPEA PARA LA GESTIÓN DE LAS FRONTERAS
Frontex, la
Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras
Exteriores de los Estados Miembros de la Unión Europea, entró en funcionamiento
en 2005. Disfruta de un grado de financiación, que supera con creces el
asignado a la agencia establecida por la UE para apoyar los programas de asilo
de los Estados miembros. Por ejemplo, el presupuesto de Frontex para 2014 es de
89.2 millones de euros, mientras que el presupuesto de la Oficina Europea de
Apoyo al Asilo (EASO) para 2014 es de 15,6 millones de euros.
La función
principal de Frontex consiste en coordinar las operaciones conjuntas de Estados
miembros en las fronteras exteriores marítimas, terrestres y aéreas de la UE.
Se ocupa también de coordinar las operaciones conjuntas de retorno de Estados
miembros a países de origen, realizar análisis de riesgos en los que basar sus
decisiones operativas y las de los Estados miembros y preparar y organizar
programas de formación para guardacostas y guardias de fronteras dentro y fuera
de la UE. Los análisis de riesgos de Frontex y su evaluaciones de las
necesidades de los Estados miembros en las fronteras exteriores de la UE van a
determinar también ahora la asignación del Fondo de Seguridad Interior en los
Estados miembros.
Además de su
trabajo con los Estados miembros, Frontex firma también acuerdos de trabajo con
países no pertenecientes a la UE sobre cuestiones como intercambio de
información, evaluación de riesgos, investigación y desarrollo, y formación. En
algunos países no pertenecientes a la UE, como Moldavia y Ucrania, Frontex
desarrolla sus actividades en el marco de misiones de la UE sobre gestión de
fronteras.
Algunos países no
pertenecientes a la UE tienen acuerdos con Estados miembros de la UE que
permiten a sus funcionarios participar en operaciones de Frontex. Por ejemplo,
Mauritania y Senegal tienen acuerdos bilaterales con España, en virtud de los
cuales pudieron participar en la operación "Hera", iniciativa
conjunta de Frontex que tenía por objeto contener la migración irregular de
África occidental a las islas Canarias.
En 2011, Frontex
adoptó una estrategia sobre derechos fundamentales que establece un marco de
derechos humanos para sus actividades. En 2012 nombró un supervisor de derechos
fundamentales y creó un foro consultivo sobre derechos fundamentales para
vigilar el cumplimiento de la estrategia. Frontex ha establecido procedimientos
internos para que el personal y los agentes invitados denuncien posibles violaciones
de derechos. Los procedimientos operativos normalizados de denuncia de
incidentes graves hacen necesario un examen completo de las denuncias de
posibles violaciones de derechos fundamentales en las actividades coordinadas
de Frontex procedentes de toda fuente y presentadas por cualquier medio.
Frontex puede hacer seguimiento de estas denuncias por diversos medios, como
dirigirse al Estado miembro en cuestión, hablar del asunto con el comité de
gestión, informar a la Comisión, retirar o reducir el apoyo económico y tomar
medidas disciplinarias. La finalización o suspensión temporal de una operación
conjunta es una medida de último recurso.
Sin embargo, la
falta de un mecanismo claro de investigación de denuncias de abusos contra los
derechos humanos en operaciones conjuntas o en zonas operativas donde Frontex
esté presente y la incapacidad de tratar denuncias particulares hacen que el
impacto discernible de este marco de derechos humanos sea, en la práctica,
limitado. En la actualidad no se exige tampoco publicar información sobre el
modo en que se han atendido las denuncias de violaciones de derechos humanos ni
sobre las decisiones y medidas tomadas, lo que impide el escrutinio público.
EUROSUR:
TECNOLOGÍA DE VIGILANCIA DE LAS FRONTERAS DE LA UE
La tecnología
desempeña una importante función en el arsenal de control de fronteras de la
UE. El Sistema Europeo de Vigilancia de Fronteras (Eurosur) entró en
funcionamiento en diciembre de 2013. Contiene tecnología de intercambio de
información, que las autoridades nacionales de los Estados miembros y los
Estados participantes en Schengen utilizan para reforzar la cooperación, en
materia de control de fronteras, entre Estados, incluidos los países no
pertenecientes a la UE que forman frontera con ella, y con Frontex. El sistema
utiliza además moderna tecnología de vigilancia, como vehículos aéreos no
tripulados, o drones. Se calcula que el coste de Eurosur en el periodo
comprendido entre 2011 y 2020 será de 338 millones de euros.
El reglamento por el
que se estableció Eurosur obliga a los Estados miembros de la UE, así como a
los Estados participantes en Schengen, a reforzar la vigilancia en sus
fronteras cuando éstas sean ampliamente utilizadas para actividades de
migración irregular. Contiene también varias salvaguardias de los derechos
fundamentales, pero un aspecto decisivo es que no da ninguna indicación de cómo
se vigilará su aplicación o se harán aplicar.
La cooperación con
países no pertenecientes a la UE se considera un importante factor para el uso
efectivo de Eurosur. Por ello, la UE ha intentado elaborar proyectos que
permitan aprovechar también el sistema a Estados no pertenecientes a la UE. Por
ejemplo, uno de los proyectos que la UE ha financiado en el norte de África es
la red de vigilancia de fronteras del sur del Mediterráneo, dirigida a aumentar
"la capacidad de las autoridades de los países del norte de África para
ocuparse de la migración irregular y el tráfico ilícito reforzando sus sistemas
de vigilancia de las fronteras”. En concreto, el proyecto tiene por objeto
ayudar a Argelia, Egipto, Libia y Túnez a establecer sistemas técnicos que les
permitan informarse mutuamente y a los Estados miembros de la UE (en particular
a Chipre, España, Francia, Grecia, Italia y Malta) de las "actividades
ilegales o sospechosas" y organizar una respuesta coordinada.
Existen ya redes
similares de vigilancia en el mar Báltico, el mar Negro y el Atlántico, que
comportan cooperación con Cabo Verde, Gambia, Georgia, Guinea-Bissau,
Mauritania, Marruecos, Rusia, Senegal, Turquía y Ucrania.
Las autoridades de
la UE han llamado reiteradamente la atención sobre el potencial de Eurosur para
aumentar la seguridad y salvar vidas. Es cierto que tiene ese potencial. No
obstante, Amnistía Internacional teme que se utilice cada vez más para detectar
e interceptar a migrantes irregulares o solicitar su interceptación por países
vecinos antes de que pisen suelo europeo o alcancen las aguas territoriales de
la UE, con el consiguiente aumento del riesgo de devolución (refoulement). El
modo en que se está utilizando, en el marco de Eurosur, tecnología de
vigilancia en Bulgaria muestra cómo puede Eurosur dejar a los migrantes y refugiados
atrapados en países vecinos de la UE sin tener en absoluto en cuenta si se
respetarán o no sus derechos humanos en esos países.
EL ACUERDO DE
READMISIÓN UE –TURQUÍA
La UE firmó un
acuerdo de readmisión con Turquía el 16 de diciembre de 2013. En virtud de él,
Turquía recibirá a migrantes irregulares que hayan llegado a la UE si lo han
hecho a través de Turquía. Se espera que Bulgaria y Grecia sean los principales
Estados miembros que hagan uso del acuerdo de readmisión, ya que la mayoría de
las personas refugiadas y migrantes que entran de manera irregular en la UE
desde Turquía lo hacen por estos dos países.
Aunque el acuerdo
de readmisión entre la UE y Turquía no es aplicable a quienes intenten
solicitar asilo en la UE, las personas que necesiten protección internacional
pueden acabar siendo devueltas a Turquía desde Grecia y Bulgaria debido a las
graves deficiencias de los sistemas de selección y examen de solicitudes de
asilo de estos países. A pesar de las mejoras legislativas llevadas a cabo en
Turquía –con el respaldo de la UE– en materia de asilo y migración, el acceso a
los procedimientos de asilo desde los centros de detención sigue siendo
problemático, y hay denuncias de malos tratos en estos centros. Por tanto, las
personas devueltas a Turquía en virtud de este acuerdo pueden ser detenidas
automáticamente, privadas del acceso a procedimientos de asilo, e incluso
sufrir malos tratos bajo custodia en Turquía (para información sobre el trato
que reciben las personas migrantes
y refugiadas en
Turquía, véase el apartado "Atrapadas en tránsito".
Un dato
preocupante es que, el 16 de abril de 2014, la oficina del primer ministro
turco emitió una circular en la que se ordenaba crear nuevos centros de
expulsión y ampliar los ya existentes para recluir a migrantes irregulares en
espera de su expulsión. La medida se describió expresamente como necesaria para
"garantizar la ejecución del acuerdo de readmisión" firmado con la
UE. Se trata de una medida que amenaza con menoscabar la prohibición de la
detención arbitraria y que pone de relieve las consecuencias potencialmente
negativas del hecho de que la UE no realice evaluaciones del impacto en los
derechos humanos antes de firmar acuerdos de control de la migración con países
no pertenecientes a la UE.
OPERACIONES DE
FRONTEX EN LAS FRONTERAS SURORIENTALES DE LA UE
En Grecia, Frontex
ha llevado a cabo operaciones de patrullaje de fronteras, las denominadas
operaciones conjuntas "Poseidón Tierra", desde 2006, y "Poseidón
Mar", desde 2007, en colaboración con más de 20 Estados miembros de la UE
y Estados participantes en Schengen. Los Estados participantes han
proporcionado equipo técnico y agentes para patrullar las fronteras, ayudar a
determinar los países de origen y entrevistar a migrantes a fin de obtener
información sobre las redes y rutas utilizadas por los traficantes. Tras
convertirse en miembro de la UE en 2007, Bulgaria también comenzó a acoger la
operación conjunta "Poseidón Tierra".
Según la
información más reciente publicada en el sitio web de Frontex, el presupuesto
de marzo de 2011 para la operación conjunta "Poseidón Tierra" (en las
fronteras de Turquía con Grecia y Bulgaria) fue de casi 9 millones de euros. En
total, Frontex gastó alrededor de 47 millones de euros, entre 2011 y 2013, en
las operaciones conjuntas "Poseidón Tierra" y "Poseidón
Mar" acogidas por Grecia y Bulgaria.
En la información
sobre reenvíos sin el debido procedimiento (push-backs) en Grecia recibida por
Amnistía Internacional no se implica directamente a Frontex. No obstante, la
Agencia ha confirmado que las embarcaciones marítimas griegas cofinanciadas por
ella en el marco de la operación conjunta "Poseidón Mar" no izan
ninguna insignia de Frontex ni llevan agentes invitados a bordo. Las personas
refugiadas y migrantes no podrían, por tanto, diferenciar los barcos de Frontex
de las embarcaciones ordinarias de la guardia costera griega. . Así que, aunque
hubiese participado en su reenvío un barco de Frontex, no estaban en
condiciones de identificarlo.
El director
ejecutivo de Frontex está facultado para suspender o poner fin a una operación
conjunta en determinadas circunstancias, como que se hayan cometido
persistentes y graves violaciones de derechos fundamentales. Amnistía
Internacional cree que se ha dado esta circunstancia en el caso de Grecia.
En abril de 2014,
Amnistía Internacional pidió al director ejecutivo de Frontex que suspendiera
partes de las operaciones conjuntas "Poseidón Tierra" y
"Poseidón Mar" relativas al patrullaje de las fronteras de Grecia con
Turquía en la región de Evros y en el mar Egeo debido a las violaciones
persistentes y generalizadas de derechos humanos que se cometen allí.
EUROSUR EN
BULGARIA
En el marco del
sistema de Eurosur se están estableciendo centros locales de vigilancia de las
fronteras que rinden cuentas en cada país a un centro nacional de coordinación.
Estos centros intercambian información entre ellos y con Frontex sobre la
situación en sus fronteras
Cuando Amnistía
Internacional visitó Bulgaria en marzo de 2014 había ya en funcionamiento un
sistema de vigilancia de fronteras. Había cámaras fijas y móviles y sensores de
movimiento a lo largo de un tramo de 58 kilómetros en la parte sur de la
frontera de Bulgaria con Turquía. Bulgaria ha gastado ya alrededor de 20
millones de euros en el sistema de vigilancia, unos 15 millones de ellos
procedentes del Fondo para las Fronteras Exteriores de la UE. Se espera que en
2015 se haya establecido ya un sistema de vigilancia durante las 24 horas a lo
largo de otros 100 kilómetros de frontera.
Según funcionarios
de fronteras búlgaros, el sistema se utiliza no sólo para detener a personas
migrantes y refugiadas que han entrado en Bulgaria de manera irregular, sino
también para impedir incluso que lleguen a la frontera búlgara. Las cámaras
colocadas en la frontera siguen el rastro a todo objeto en movimiento que se
encuentre en territorio turco a menos de 15 kilómetros de la frontera.
La información
sobre el acercamiento de migrantes a la frontera búlgara desde Turquía se
trasmite al centro regional de coordinación de Elhovo, Bulgaria, por medio del
sistema integrado de vigilancia de las fronteras. La policía de fronteras
búlgara avisa entonces a las unidades encargadas de hacer cumplir la ley o
militares turcas pertinentes, que detienen a las personas migrantes y
refugiadas antes de que lleguen a la frontera búlgara.
La mayoría de las
personas detenidas de este modo quedan luego recluidas en Turquía, donde el
acceso a los procedimientos de asilo sigue siendo motivo de preocupación, pues
pueden ser enviadas de regreso a países donde están expuestas a sufrir
persecución.
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