El coste humano de cerrar las fronteras en Europa
* *copiado tal
cual del informe "El coste humano de la fortaleza Europa. Violaciones de
Derechos Humanos cometidas en las fronteras de Europa contra personas migrantes
y refugiadas" de Amnistía Internacional
En las fronteras
surorientales de la UE, donde Bulgaria y Grecia limitan con Turquía, se está
produciendo una tragedia. Se está reenviando ilegalmente a refugiados y
migrantes, en su mayoría de Siria y Afganistán, a Turquía. Los reenvíos
efectuados sin el debido procedimiento (push-backs) en la frontera suroriental
de la UE niegan a las personas afectadas su derecho a solicitar asilo. Se
llevan a cabo de manera informal, sin dar la persona la oportunidad de
impugnarlos. Suelen hacerse con violencia y, a veces, poniendo en peligro la
vida de las personas.
Amnistía
Internacional lleva documentando reenvíos a Turquía desde Grecia y desde
Bulgaria desde septiembre de 2012 y marzo de 2014, respectivamente. Las
personas reenviadas que han compartido con la organización su experiencia
cuentan que sufrieron agresiones físicas y robos a manos de la policía o los
guardias de fronteras griegos y búlgaros o de los guardacostas griegos. Algunas
de las que intentaron llevar a Grecia por mar explican que remolcaron o rodearon
sus embarcaciones de tal manera que estuvieron a punto de hacerles volcar.
Varias personas han dicho que les rompieron intencionadamente la embarcación
Otras cuentan que las remolcaron hasta aguas turcas y la dejaron abandonadas en
medio del mar en embarcaciones no aptas para la navegación.
La mayoría de los
migrantes y refugiados entrevistados que habían sido reenviados desde Grecia o
Bulgaria dijeron que habían sufrido violencia y malos tratos a manos de
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. Algunos explicaron que en
Grecia y Bulgaria los habían recluido en lugares que les parecieron comisarías
de policía antes de llevarlos a la frontera y enviarlos ilegalmente de regreso
a Turquía. La mayoría de los que habían sido reenviados desde Bulgaria dijeron
a Amnistía Internacional que los habían tenido retenidos hasta doce horas, a la
intemperie, a pesar del frío, en la frontera. Algunos dijeron que los habían
tenido tumbados boca abajo en el suelo durante todo ese tiempo.
Las
investigaciones de Amnistía Internacional revelan que las operaciones de
reenvío son práctica habitual y generalizada en Grecia. A pesar de las
numerosas denuncias de reenvío, incluido uno en el que perdieron la vida 11
personas, entre ellas 8 niños, las autoridades griegas niegan sin más que
lleven a cabo reenvíos o afirman que, en todo caso, no son más que
"incidentes aislados". Hasta la fecha no se han realizado
investigaciones efectivas sobre las denuncias de reenvío ni se han exigido
tampoco responsabilidades a nadie, a juzgar por la información de que dispone
Amnistía Internacional.
Amnistía
Internacional ha documentado un número menor de denuncias de reenvío desde
Bulgaria. No obstante, esto no exime a las autoridades búlgaras de su
responsabilidad de investigar de manera efectiva tales denuncias, hacer rendir
cuentas a los responsables y garantizar justicia a las víctimas. A pesar del
gran número de casos previos de reenvío denunciados por otras organizaciones y
por los medios de comunicación, la respuesta del ministro de Interior búlgaro
ha consistido en hacer caso omiso de tales denuncias, en vez de iniciar
investigaciones efectivas.
UNA FRONTERA
DELIMITADA CON MATERIAL ANTIDISTURBIOS
No sólo se llevan
a cabo reenvíos sin el debido procedimiento en la frontera suroriental de la
UE. El 6 de febrero de 2014 por la mañana, un grupo de alrededor de 400
personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo del África subsahariana
intentaron cruzar la frontera entre Marruecos y Ceuta, enclave español del
norte de África.
Los primeros
intentos que hicieron, tratando de saltar la valla de la frontera terrestre, no
dieron resultado, así que unas 250 personas se dirigieron a la cercana playa de
El Tarajal para intentar pasar a nado al lado español. Cuando estaban en el
agua, miembros de la Guardia Civil española dispararon pelotas de goma y de
fogueo y lanzaron gas lacrimógeno. Ese día perdieron la vida en el mar 14
personas.
A la semana
siguiente, el ministro español de Interior, Jorge Fernández Díaz, confirmó que
se había disparado material antidisturbios, incluidas pelotas de goma, en
dirección al mar "para delimitar la traza fronteriza”. Declaró que el
material antidisturbios se había utilizado de manera que no alcanzara a las
personas que estaban en el mar. Añadió que las 23 personas que habían
sobrevivido y conseguido llegar a nado a la parte española de la playa habían
sido devueltas de inmediato a Marruecos, aparentemente sin proporcionarles
acceso a ningún procedimiento formal.
La descripción que
hizo el ministro de lo sucedido y las declaraciones de supervivientes y
testigos publicadas en los medios de comunicación demuestran que el objetivo
primario de las autoridades españolas era impedir que las personas migrantes,
solicitantes de asilo y refugiadas cruzaran la frontera española y entraran en
Ceuta. Parece que las autoridades hicieron por completo caso omiso de los
derechos humanos de las personas afectadas, incluido el derecho a la vida: no
se hizo nada para salvar a quienes corrían peligro de ahogarse. Los
funcionarios españoles encargados de hacer cumplir la ley, violando el derecho
internacional, hicieron uso excesivo e innecesario de la fuerza al desplegar
medios antidisturbios contra personas desarmadas que nadaban hacia la orilla
sin representar ninguna amenaza.
El envío sumario
de esas 23 personas a Marruecos constituyó expulsión colectiva, lo que supuso
un incumplimiento de las obligaciones contraídas por España en virtud del
derecho internacional y de la legislación de la UE y nacional.76 El ministro
del Interior afirmó que había sido legal expulsar a las 23, porque no habían
cruzado aún la frontera española, que, según explicó, era la frontera humana
que formaban los agentes de la Guardia Civil. Sin embargo, Amnistía
Internacional cree que las personas afectadas fueron expulsadas de territorio
español, pues estaban en el lado ceutí de la frontera de la playa de El
Tarajal. En cualquier caso, con independencia de su ubicación física, las 23
estaban en la práctica bajo control y jurisdicción españoles, pues los agentes
de la Guardia Civil española las habían detenido.
Los Estados están
obligados ofrecer a las personas que se encuentren en su territorio o bajo su
jurisdicción la oportunidad de solicitar asilo y de impugnar su traslado a otro
Estado. Las expulsiones sumarias, como las llevadas a cabo en Ceuta el 6 de
febrero, constituyen una violación del derecho internacional y regional de los
derechos humanos.
Reenvíos de migrantes y refugiados a gran escala en la frontera greco-turca
Se entiende por
reenvío sin el debido procedimiento (push-back) la devolución de personas al
país de donde están intentando huir –o, en algunos casos, a alta mar– poco
después de haber cruzado la frontera, sin darles oportunidad de impugnar su
devolución. Los reenvíos afectan normalmente a grupos de personas (migrantes o
refugiados). La expulsión de un grupo de personas sin haber examinado cada caso
por separado constituye expulsión colectiva, que está prohibida por el derecho
internacional.
Dos hermanas de
veintitantos años que habían huido de Siria dijeron a Amnistía Internacional
que la policía griega las había reenviado dos veces a Turquía en octubre de
2013. Habían salido de Alepo, Siria, huyendo de la devastación y la violencia
provocadas por el persistente conflicto sirio. Cuando Amnistía Internacional
habló con ellas en Estambul, el 22 de noviembre de 2013, explicaron que habían
hecho ya cinco intentos frustrados de llegar a Grecia.
El 27 de octubre
de 2013 por la noche, habían cruzado el río Evros y entrado en Grecia junto con
unas 40 personas más de Siria y Afganistán. Sin embargo, no tardaron en ser
descubiertas por agentes de policía griegos, que las pusieron en barcas de
plástico y las llevaron de nuevo a la otra orilla del río.
El segundo reenvío
se produjo el 11 de noviembre de 2013, a últimas horas del día. Las hermanas
cruzaron el río Evros en una barcaza de plástico. Formaban parte de un grupo de
alrededor de 40 personas, que fueron interceptadas por agentes de policía
griegos. Las subieron a una furgoneta y las llevaron directamente a la orilla
del río. También llevaron a ese lugar a otros refugiados y migrantes, con lo
que el número de personas agrupadas allí ascendió a alrededor de 200. Las
hermanas han contado que la policía anunció que todas iban a ser enviadas de
regreso a Turquía. Alrededor de las dos de la tarde, unas 150 personas se
escabulleron, y 100 o así buscaron refugio en una iglesia del cercano pueblo de
Praggi: “La iglesia quedó rodeada en seguida de agentes de policía. Los bebés
lloraban, y la policía no permitía al cura abrirnos la puerta de la iglesia a
nosotras. Una mujer del pueblo trajo leche para los bebés [...] Teníamos miedo
y llorábamos [...] implorábamos: somos refugiados [...] Vimos a cuatro policías
golpear a un hombre que oponía resistencia. Le dieron patadas y puñetazos [...]
Utilizaron un arma con electricidad".
Las hermanas
cuentan que las llevaron de nuevo en los vehículos a orillas del río Evros y
las enviaron en barca de regreso a Turquía: “La policía nos ordenó bajar de las
furgonetas. Nos decían palabrotas y nos empujaban [...] Nos entregaron a unas
personas que llevaban capuchas negras y uniformes negros o azul oscuro. [Los
hombres de las capuchas] nos quitaron el dinero y los pasaportes. Luego, en
grupos, nos llevaron en pequeñas barcas al lado turco sin nada más que la ropa
que llevábamos puesta.”
Comments
Post a Comment