La losa de casarse de niña
©Miguel Fernandez
Ibañez, El País
- Los habituales
matrimonios de menores en Turquía, una sociedad que condena el divorcio,
condiciona la vida de las mujeres
Cuando Berivan
Kiliç tenía 14 años ya pensaba en formar un familia. Su madre se había casado
cuando era menor y ella, bajo el influjo de la tradición, asumió el papel
social al que parte de las jóvenes turcas están abocadas: casarse siendo
menores de edad. A los 15 años se comprometió con su primo y a los 16 se casó,
sumando otro número a las más de 500.000 niñas menores desposadas en Turquía en
la última década. “Fui yo quien tomé la decisión, quería ser una mujer joven
casada”, explica mientras destaca que su familia “era normal, libre, en la que
chicos y chicas no hacían vidas separadas”.
Su marido, ocho
años mayor que ella, era uno de varios pretendientes y por ser su primo pensó
que sería el mejor candidato. Se equivocó: “Todo cambió después de prometernos.
Mi matrimonio fue horrible, como estar dentro de una película de miedo. Me
torturaba constantemente, me insultaba, me decía que no era capaz de pensar, no
me dejaba ver a mi familia, la tele o salir de casa”, recuerda con la serenidad
que da el tiempo. Ahora Kiliç tiene 33 años, es la coalcaldesa de su pueblo,
Kocakoy, una pequeña villa kurda de 17.000 habitantes, y aconseja a todas las
mujeres que viven una situación similar buscar el coraje para romper los moldes
de una sociedad en la que el honor familiar se une a la tradición para
conformar un barrera difícil de superar.
A Kiliç le costó
12 años salvar el temor que le provocaba su marido. “Tenía miedo de cancelar la
boda porque pensaba que podía llegar a matarme. Aquí, el honor es muy
importante y, como era una niña pequeña, no pensé ni en deshacer la boda ni en
los problemas que podían venir”. Tras casi tres lustros de agresiones físicas y
psicológicas decidió separarse, en parte por el maltrato que también sufrían
sus hijos.
Han pasado ya
cinco años desde su divorcio y no ha vuelto a saber nada de su marido, con el
que tuvo dos hijos, Emre (16 años) y Furkan (12), y del que no recibe ni una
lira turca. El más joven de sus hijos llama varias veces durante la entrevista
para saber cuándo llegará a casa su madre. El mayor sufre problemas de
movilidad por haber sido concebido por dos miembros de una misma familia. Este
tipo de enlaces, que hace varias décadas eran comunes en la Anatolia profunda,
han sufrido un descenso por el avance educativo y social de la nueva Turquía.
Una vez que Kiliç
abandonó a su pareja se lo comunicó a sus padres. En una sociedad como la kurda
el divorcio es visto como algo negativo, especialmente para la mujer. A pesar
de tener una razón de peso muchas aguantan años, e incluso toda la vida, por el
honor familiar. En el caso de Kiliç sus padres la respaldaron: “Sólo me apoyó
mi familia. Nadie más me respaldó porque no tenía amigos al no ver a nadie. El
único que tenía era un amigo de mi exmarido”. Del Gobierno turco afirma no
haber recibido ninguna ayuda: “Erdogan no ha hecho nada. Yo sola salí de este
problema. Cuando denuncié a la policía los maltratos me dijeron que primero
debía de ir al médico para dar parte. Luego, cuando volví, el comisario me dijo
que mi marido, que me pegaba, tenía una segunda oportunidad”.
Repite varias
veces que este problema, el de los matrimonios con menores, es pasado, al menos
en la zona de Kocakoy: “Ahora apenas hay este tipo de matrimonios porque las
niñas van al colegio. Ahora las chicas se preguntan por qué debo de casarme y
la gente ve este tipo de emparejamientos como una violación”. Su nueva vida,
volcada en los derechos de la mujer, gira dentro del partido kurdo HDP, ejemplo
de igualdad de género al contar en sus candidaturas con un hombre y una mujer a
la cabeza. Para ella, el problema que hizo de los matrimonios con menores una
práctica común en Anatolia era la falta de oportunidades, niñas que no iban al
colegio, la tradición y los oscuros años noventa en los que las zonas kurdas
vivían, sin libertad y sin posibilidad de salir a la calle.
Tras escapar de su
pesadilla, Berivan Kiliç terminó sus estudios de secundaria y ahora atiende a
cursos educativos mientras dirige Kocakoy. Ella ha podido contar esta historia
que mezcla honor y tradición en una sociedad patriarcal. Otras jóvenes, en
cambio, han sufrido en silencio este problema que va más allá de las
estadísticas oficiales. Por ejemplo, en 2012, Emine Yayla fue obligada a
casarse a los 15 años en una región del noroeste de Anatolia. Tras sufrir
maltrato físico y psicológico decidió separarse de su marido. Ya en su casa
familiar, recibió varias cuchilladas mortales asestadas por su expareja. En
otro trágico suceso, esta vez en la región del sureste turco de Siirt, la joven
Kader —cuyo significado se puede traducir como destino— se quitó la vida a los
14 años. Casada a los 12 años y con su primer hijo a los 13, no pudo soportar
la pérdida de su segundo embarazo y apareció en su cama muerta.
Un problema de difícil control
Desde que el
Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP) llegó al poder ciertas reformas
relacionadas con la infancia se han acometido para acercarse a los estándares
europeos. Por ejemplo, hasta 2002 la edad mínima para el matrimonio era de 15
años para las mujeres y de 17 para los hombres. El cambio en el Código Civil
igualó la edad para hombres y mujeres a los 17. A pesar de esto, y de firmar los
diferentes tratados internacionales, existen ciertas ambigüedades en las
actuales leyes turcas a la hora de definir a un menor: el Código Penal dice que
cualquier persona menor de 18 es un niño y cuando se refiere al acoso infantil
estipula que un niño es menor a los 15.“No se puede hablar de una armonía entre
las leyes de Turquía y los convenios internacionales firmados. Hay gente en el
Gobierno que afirma no estar a gusto con esas incongruencias”, explican Özlem
Basdogan y Nazli Dülger, coordinadoras del proyecto destinado a los matrimonios
con menores en Escoba Voladora (Ucan Supurge), una de las organizaciones más
importantes de Turquía en esta causa.
La mayoría de edad
en Turquía son los 18 años, el matrimonio está permitido desde 17 y, en casos
excepcionales, desde los 16. Los más de 500.000 casos que el Gobierno recoge en
sus datos publicados se refieren a este grupo. Muchos otros matrimonios con
menores, entre los que se encontraban Yayla y Kader, no entran en las
estadísticas gubernamentales porque las parejas deciden casarse sólo por el
rito religioso —unión conocida como Iman Nikah—. “En Turquía sólo existe un
tipo de matrimonio oficial y es el estatal. Los imanes deben exigir el
documento que acredita la boda oficial antes de efectuar la boda religiosa. En
las pequeñas villas, y no sólo las del sureste de Turquía, podemos ver los
matrimonios con menores. Los imanes saben que no deben hacerlo aunque tampoco
se debe ignorar el ambiente en el que viven, allí la gente les presiona para
oficiar las bodas. Aunque también hay otros que quieren hacerlo”, destacan
Basdogan y Dülger al recordar que la sanción para quien efectúe el enlace varia
entre dos y seis meses de prisión y es muy fácil evitar.
Para Escoba
Voladora el Gobierno turco está cometiendo varios errores a la hora de enfocar
el problema de los matrimonios con menores. El primero es la falta de recursos
económicos que impide a las organizaciones civiles trabajar sobre el terreno y
en profundidad. El segundo, la falta de coordinación entre el Gobierno, las
organizaciones civiles y los centros de estudios. El tercero, el enfoque con el
que se realizan los estudios, que puede distorsionar el resultado: “El Gobierno
no está dando la suficiente importancia a este asunto. Los datos que tenemos no
están sólo enfocados a los matrimonios con menores, sino que son una parte del
estudio más amplio. A la hora de mirar la cuestión es importante buscar el
problema contreto y una de nuestras parcelas de trabajo es empujar al Gobierno
a tomar estas medidas”.
Detectar este tipo
de enlaces que afectan sobre todo a las mujeres es complejo para el Gobierno
ante la falta de evidencias. Muchas madres jóvenes se casan sólo por lo
religioso y luego dan a luz fuera del sistema sanitario turco por miedo a que
las denuncien a las autoridades. Si acuden, muchas veces las enfermeras que
ayudan durante el parto no denuncian por temor al entorno familiar: “En muchos
casos las enfermeras tienen miedo porque las familias pueden atacarlas. Esto
también sucede con profesores y otras autoridades sociales conocedoras de este
tipo de enlaces”, explican desde Escoba Voladora.
La investigación
realizada en 2008 por el departamento de Estudios de la Población de la
Universidad Hacettepe dejó datos tan preocupantes como que cerca del 40% de las
mujeres turcas entre 15 y 49 años se habían casado siendo menores de edad.
Muchas de ellas suelen abandonar el sistema educativo una vez que se consuma la
boda, sufren problemas psicológicos por la prematura maternidad y sus hijos
corren el riesgo de tener malformaciones. Existen casos en los que la familia
recibe una dote por la hija, otros en los que varias familias intercambian a
menores (berdel) para reforzar los lazos parentales y algunos en los que la
unión está decidida desde que prácticamente nacen los hijos. Las representantes
de Escoba Voladora recalcan que no hay un tipo de historia concreta para los
matrimonios con menores y que, al ser una tradición patriarcal, muchas mujeres
no se cuestionan su destino: “Uno de lo principales problemas es que todavía
hay niñas que ven normal casarse a los 15 años porque lo hicieron sus madres y
abuelas. La eduación es importante, pero por ejemplo antes las niñas no iban al
colegio y se casaban con la persona que decidían sus padres; ahora se casan cuando
salen del colegio con la persona que deciden sus tutores. Algunas familias, por
ejemplo, si ven que la niña no es buena estudiante piensan que no podrá
encontrar un buen trabajo y deciden que la mejor opción es carsarla”.
El problema de los
matrimonios con menores afecta a más de 700 millones de mujeres en todo el
mundo. Los datos recogidos por Unicef reflejan que la mujer es quien más sufre
esta práctica y que la pobreza duplica el número de casos. Un tercio de las
mujeres afectadas están en el sur de Asia —principalmente Bangladesh e India,
debido a la densidad poblacional— y ocho de los diez países en donde esta
práctica es común están en África. En Niger, el 77% de las mujeres se casaron
antes de la mayoría de edad mientras sólo lo hicieron el 5% de los hombres. A
pesar de estas cifras, si los avances de las últimas décadas se mantienen, la
proporción caerá del 33% en 1985 al 18% en 2050. Unos pasos que poco a poco
erradicarán un problema que tiene su base en la concepción patriarcal de la
sociedad y que va más allá de lo religioso.
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