Casos de tortura a detenidos en Venezuela: Manuel Rojas Villas

* * copiado tal cual del informe "Arremetida contra opositores. Brutalidad, tortura y persecución política en Venezuela" de Human Rights Watch

El relato a continuación se basa en una entrevista con Manuel Rojas Villas (seudónimo).

La mañana del 30 de julio, el día de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, el joven Rojas Villas, de 21 años, que había participado activamente en manifestaciones, caminaba hacia su vivienda cerca de la ciudad de San Cristóbal, estado Táchira, después de pasar la noche fuera con amigos. Contó a Human Rights Watch que pasó junto a un vehículo estacionado, de donde salieron cinco hombres armados con pasamontañas.

Uno de ellos le dijo: “¡Eres un guarimbero!” y lo golpeó en la cabeza. Cuando Rojas cayó al suelo, los hombres usaron su propia chaqueta para cubrirle la cabeza e impedir así que viera lo que ocurría, y lo subieron al vehículo. Nunca se identificaron ni le ofrecieron ningún motivo por el cual se lo llevaban.

Los hombres llevaron a Rojas a una escuela que estaba siendo usada como centro de votación y lo presentaron al comandante de la GNB, que ordenó que lo trasladaran a la base Copa de Oro de la GNB, en las proximidades. Una vez en la base, los captores de Rojas lo obligaron a sostener cócteles Molotov mientras le tomaban fotografías. El comandante de la base informó a los captores de Rojas que no podían detenerlo allí porque ya no tenían lugar. Entonces, los hombres volvieron a llevarlo a la escuela.

Al llegar, las personas que habían comenzado a hacer fila para votar vieron a Rojas ingresar a la escuela y gritaron: “¡Lo atraparon! ¡Denle 15 años!”. El comandante de la GNB a cargo de la mesa de sufragio ordenó a los agentes que lo habían capturado que lo interrogaran. Lo llevaron a un aula pequeña donde le confiscaron el teléfono y sus artículos personales y comenzaron a golpearlo. En un momento, cuando Rojas recibió una llamada de su novia, dejaron de golpearlo y le permitieron que atendiera y brevemente le dijera que había sido detenido. Cuando volvió a llamar, segundos más tarde, le ordenaron que dijera que estaba bien.

A continuación, los captores de Rojas lo sentaron en el piso, le quitaron la venda de los ojos y lo obligaron a grabar un video incriminatorio señalando a jóvenes de la zona como líderes de la “Resistencia” y a admitir que le habían pagado 100.000 bolívares para participar en la manifestación. Cada vez que por error decía algo distinto de lo que querían que dijera, detenían la cámara, lo golpeaban y comenzaban a grabar de nuevo. Una vez que terminaron, los hombres le ataron a Rojas los tobillos y las muñecas juntos por detrás y lo dejaron en una habitación con un guardia. Se sintió mareado a causa de los golpes en la cabeza.

Después de 90 minutos, se presentaron varios hombres con uniforme verde y a quienes Rojas no pudo identificar, le vendaron los ojos y lo llevaron hasta un vehículo blanco que estaba aparcado afuera. Trasladaron a Rojas a lo que parecía ser una base de la GNB, pues había allí varios efectivos de la GNB. Lo llevaron inmediatamente a una sala en el piso de abajo, donde varios agentes lo sentaron en el suelo y le dieron patadas en el estómago. Otros cuatro agentes, esta vez con pasamontañas que ocultaban sus rostros, lo llevaron a otra celda, y allí lo esposaron a una silla y volvieron a golpearlo. Lo obligaron a filmar otro video y luego lo llevaron a una celda.

Varias horas después, entró un profesional de enfermería para curarle las heridas. Más tarde, varios agentes le vendaron los ojos nuevamente y lo trasladaron en un vehículo, durante la noche, hasta un sitio próximo en las montañas, donde recibió comida y no lo golpearon. Describió haber visto personal uniformado, que creía que eran soldados, entrando y saliendo del lugar. El tercer día, varios agentes volvieron a vendarle los ojos y lo subieron a una camioneta, donde alguien a quien no pudo ver amenazó con matarlo si alguna vez contaba dónde había estado detenido. Los agentes lo llevaron hasta un lugar desconocido donde le quitaron las esposas y le dijeron que bajara del vehículo y, una vez que dejó de oír el motor, huyó. Cuando se fueron, logró que una mujer que vivía cerca de allí lo ayudara y pudo regresar a casa con su familia.

Durante el período de su detención, que duró casi cuatro días, Rojas estuvo efectivamente desaparecido. Si bien su familia tomó conocimiento de su detención cuando su novia lo llamó el día de la detención, los agentes de seguridad con quienes hablaron negaron haberlo detenido y dijeron que desconocían su paradero y en qué estado se encontraba.

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