No hay peor ciega que la que no quiere ver

Me siento al lado de una en el trabajo con la que me llevo tan bien que a veces se me olvida que sabiendo que soy boller contó alegremente que había votado por Trump, que se alegraba de su victoria en las últimas elecciones y que pensaba que Trump es un perro ladrador pero poco iba a hacer contra mi gente (LGBTs) o la suya (judíos).

De vez en cuando sale algún escándalo (grabaciones diciendo que a las mujeres hay que agarrársenos por el coño, fotos que dan repeluco con su hija cuando era adolescente, supuestas noches de pasión loca con prostitutas rusas, líos con strippers norteamericanas) o pasa algo (propuestas migratorias que rozan la ilegalidad, detenciones de inmigrantes legales e ilegales masivas, manifestaciones de nazis en Virginia y otras partes de EEUU, los últimos tiroteos que han puesto contra las cuerdas a la asociación nacional del rifle ) que me recuerda cómo es porque ella no se inmuta ni como mujer ni como persona. Mientras no le toquen su Israel, ella tan contenta y al resto de personal que nos den por culo.

Como digo, me llevo muy bien con ella, nos reímos mucho, en el trabajo raramente  hablamos de política así que es normal que se me olvide que paso entre ocho y diez horas al día con una tía que va por la vida ciega perdida. No quiere ver que votó por un racista, sexista y LGBTfobo.

La última es quedarse callada cuando otros compañeros de trabajo y yo hablábamos de la que tienen liada Israel y Palestina ayer por la mañana e írseme por los cerros de Úbeda ya las dos solas diciéndome que ella está mucho más preocupada por que Irán pueda empezar la tercera guerra mundial según no sé qué profecía. Con dos ovarios.

No voy a ser yo la que le abra los ojos. Hace ya mucho tiempo que aprendí que no hay peor cieg@ que el/la que no quiere ver y no creo que sea obligación mía como lesbiana y feminista echá p’alante el educar a nadie.

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