Diario de cuarentena 7

En teoría la cuarentena ha acabado. Manhattan y los demás distritos metropolitanos que forman lo que se conoce como Nueva York o NYC van reabriendo poco a poco. El lunes de la semana que viene pasamos a la fase 3, pero ya han matizado que no se podrá comer dentro de bares o restaurantes a diferencia de otras zonas del estado de Nueva York que llevan semanas en esta fase.

En la práctica la cuarentena ha acabado para todo el mundo menos para mí porque yo la calle no la piso hasta septiembre. Rectifico: la calle no la piso al ritmo de antes (brunches, copas, cenas, museos, galerías de arte, playa, etc.) hasta septiembre; seguiré yendo a Central Park entre semana cuando hay menos gente y exploraré puentes y parques en Harlem los fines de semana, pero pare usted de contar porque la gente es gilipollas y sigue sin ponerse las mascarillas o sin ponérselas en condiciones.  Amén de que en California, Texas, Florida y otros estados ha habido un repunte tremendo y veremos qué pasa aquí cuando todo Dios se haya pasado el finde de tres días del 4 de julio (hoy es festivo) de playa y barbacoas. En mi calle llevan tres fines de semana haciendo block parties que consisten en montar dos grills para perritos calientes y hamburguesas, poner tres o cuatro mesas con bollos, condimentos, vasos y platos de plástico, patatas fritas, ensaladas, etc. delante de un edificio y que todo Dios se aglomere para comer, hablar, bailar y demás sin mantener la distancia mínima y sin llevar mascarilla como si los casi 21,000 muertos por COVID que tuvimos fuesen algo del pasado y no de hace dos meses escasos.

¿Por qué no voy a pisar la calle hasta septiembre? Porque tengo la inmensa suerte de trabajar para una firma de abogados que nos deja hacer lo propio desde casa hasta entonces. De momento no ha llegado el tío Paco con las rebajas: seguimos trabajando el mismo número de horas y cobrando el mismo sueldo que antes de que empezase todo esto. Muy de vez en cuando va alguien a la oficina y se encarga de hacer lo suyo y lo que le pida el resto del equipo aprovechando que se pega el viaje. A los que no nos sentimos cómodos usando el transporte público nos pagan un taxi de ida y vuelta. A mí me tocó ir el martes de la semana pasada, un día después de entrar en la fase 2 que es cuando podían abrir las oficinas. Cómo el metro no lo piso ni loca bajé y volví en taxi. La Quinta Avenida estaba vacía como si fuese cualquier mañana de domingo sólo que sin turistas. Muchas tiendas seguían cerradas y algunas tenían los escaparates “tapiados” con tablones de madera. En los edificios de oficinas se veía menos tráfico de lo normal. Los restaurantes de comida para llevar alrededor de la mía estaban todos cerrados. Acabé pidiéndome comida cubana a precio de oro. A la vuelta subí por Madison Avenue y vi que Hermes y otras tiendas habían puesto pantallas blancas para que no se pudiera ver qué había dentro. Había un par de boutiques de amor y lujo abiertas, con su correspondiente guardia de seguridad en la puerta y dos o tres pijas comprando dentro. Vi pocos restaurantes abiertos y se me cayó la cara de vergüenza viendo a los camareros con mascarilla y a los clientes sin mascarilla – quítatela cuando comas, vale, pero para hablar con el camarero lo suyo es que te la pongas.

Total, que esto va para largo. Que haya o no haya más contagios, Midtown está muerto. Hay muchísima gente que va a seguir trabajando desde casa hasta por lo menos enero. Sin gente que trabaje en oficinas los restaurantes y tiendas de la zona lo tienen crudo. De los restaurantes y tiendas de la zona de Times Square y lo que llamamos el distrito de los teatros (aunque en español me suena mu malamente) ni hablemos sobre todo ahora que han anunciado que Broadway no reabre hasta enero.


Comments

Popular Posts